Los pronósticos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) apuntaban a máximas de 42 grados (a la sombra) este martes en Extremadura y han acertado. En el municipio más poblado de Extremadura, Badajoz, se ha sobrepasado ese tope y el termómetro contabiliza una máxima de ... 42,5 grados, alcanzados a las 18.30 horas. La segunda temperatura más alta del país. En Olivenza se han quedado cerca de esa cifra y han llegado a los 42,1 grados. En Mérida, a punto se ha situado de los 42 (41,9). Lo mismo que en Navalmoral de la Mata, con 41,8 y tampoco ha andado lejos la localidad más poblada del norte extremeño, Plasencia, con 41,6 grados como temperatura más elevada. Los registros de la Aemet se corresponden a los datos ofrecidos por sus estaciones hasta las 19.42 horas de esta tarde.
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Ver el mapa de Extremadura y comprobar las temperaturas en sus 53 estaciones ha sido un ejercicio sofocante esta jornada. Lo fácil ha consistido comprobar en qué municipios no se alcanzaron los 40 grados. Apenas una decena ha quedado por debajo de esa marca, siendo el jerteño Piornal (1.260 metros), la localidad a mayor altitud de Extremadura, la más 'fresca': 34,7 grados. Y en el sur extremeño, Monesterio, en la comarca de Tentudía ha vivido unos medio confortables 37,8 grados. A partir de ahí, todos por encima de los 40 y un buen puñado sobrepasando los 41 de máxima: Badajoz, Mérida, Olivenza, Navalmoral de la Mata, Plasencia, Coria, Serradilla, Alcuéscar, Herrera del Duque, Almendralejo, Zafra, Villafranca de los Barros, Jerez de los Caballeros...
Cáceres se ha quedado en 40,8 grados y en Don Benito, en las Vegas Altas del Guadiana, otro punto habitualmente caliente del verano extremeño, el termómetro se ha situado en 40,3.
Lejos de territorio extremeño, El Granado, en la provincia de Huelva, ha marcado el récord del país en este martes, con 43,6 grados (a las 17 20 horas), seguido de Badajoz y La Rambla cordobesa (42,3). En Écija (Sevilla) la máxima se ha establecido en 42,1 grados, lo mismo que en Olivenza y en Fuentes de Andalucía (Sevilla). Y tras ellos, en el listado de los diez municipios españoles más calurosos, aparece Mérida, con los reseñados 41,9 grados.
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Armando Méndez
Casimiro Moreno
La segunda ola de calor de este julio tendrá su momento cumbre este miércoles. 44 grados de máxima se pueden alcanzar en puntos de la provincia de Badajoz y 42 en zonas de la provincia de Cáceres, apunta la Aemet. El jueves hará calor, pero menos y un cierto alivio se consolidará el viernes y el sábado, con máximas que no superarán los 37 grados. A partir del próximo domingo y hasta el miércoles de la próxima semana, un nuevo arreón de la canícula aunque sin alcanzar, en principio, los registros de este martes o miércoles.
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A las dos menos cuarto del día de este martes el termómetro superaba los 40 grados en Badajoz, lo que invitaba a los pacenses a buscar refugio a la sombra o en el interior de edificios con aire acondicionado, lo más buscado en estos días tórridos, informa María Isabel Hidalgo.
Otros, en cambio, buscan distintas manera de refrescarse. Como Encarna Domínguez, que al término de su jornada laboral pasó por la heladería Agustín Mira. Este nuevo establecimiento de Badajoz abrió hace apenas unas semanas en la calle Enrique Segura Otaño, frente a El Corte Inglés, y en la mañana de este martes su propietaria Silvia Caballero no dejó de servir helados.
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«Cuando más se vende es por la tarde, pero esta mañana he atendido a más de una veintena de personas que querían refrescarse», cuenta su propietaria, que afirma que durante estos días de calor han aumentado las ventas.
De vainilla y leche merengada fueron los que se llevó Encarna Domínguez, que aseguró que pasaría la tarde en casa bajo el aire acondicionado.
La misma intención tenía Flori Fernández, que al salir del trabajo aprovechó para acercarse a la entrada de El Corte Inglés para evadir el calor que hacía en la calle. «No suelo aguantar el aire acondicionado, soy más de abanico, pero el calor que hace hoy es insoportable», contaba mientras esperaba el autobús urbano para regresar a su casa.
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Para Flori, Badajoz debería estar más adaptada para convivir con las altas temperaturas que se dan en los meses de verano. «No es normal que no haya en las calles puntos para refrescarse, fuentes o espacios acondicionados para pasar el calor con los niños, que solo tenemos dos piscinas y no es suficiente para una población tan grande», subrayó indignada.
Buscando los veinte grados del interior de los grandes almacenes caminaba por la calle Frida García. Había salido de casa por obligación, sus dos hijos pequeños participan en un campamento de verano y tuvo que ir a buscarlos. «Tengo que ir a por los niños. Si no, no me movería de casa. Y si lo hago, entro antes en El Corte Inglés, me subo en las escaleras hasta la última planta, en ese tiempo me refresco para poder seguir caminando porque no se puede estar en la calle», contaba esta vecina que además no sale sin su botella de agua fría. «No te encuentras ni una fuente en las calles de Badajoz, con este calor los niños no tienen dónde beber o mojarse un poco la cabeza, no lo veo normal en una ciudad como esta», afirmaba García, que tenía intención de pasar la tarde en una piscina.
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Hacia el centro comercial caminaba también José Núñez, que pretendía pasar las últimas horas de la mañana en los grandes almacenes. «Vivo cerca y no me gusta estar toda la mañana metido en casa. Aquí se está estupendamente por el aire acondicionado, aprovecho para hacer algunas compras o tomarme una cerveza. Pero esto es lo normal en Badajoz y estamos acostumbrados», sentenciaba.
Más agobiado iba por la calle José Guerrero, uno de los bailarines que estos días está en Badajoz por la celebración del Festival de los Pueblos del Mundo. Este joven colombiano, que vive en Alemania, cuenta que se le está haciendo duro soportar unas altas temperaturas a las que no está acostumbrado. «Es muy difícil hacer vida normal. Soy deportista y salgo a correr a las siete de la mañana porque más tarde no se puede salir a la calle».
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Con varias mochilas a sus espalda este joven esperó el autobús urbano, que tiene enfadados a los pacenses por reducir la frecuencia horaria en verano, lo que obliga a los usuarios a pasar más tiempo en la calle esperando este servicio.
El reloj marca las 11.30 de la mañana y es en ese momento cuando ni siquiera la sombra entre los frutales hace bajar algún grado la temperatura. Lo sabe bien Ángel Rincón, pese a ser su primera campaña como jornalero en plena época de recogida. «Vamos bien, aunque con mucho calor y también muchos mosquitos; a las 11.30 es cuando empieza lo peor y la gente ya ni rinde», cuenta ataviado con un sombrero indispensable en su jornada laboral. Informa Estrella Domeque.
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Lo suyo nunca ha sido el campo, pues se ha dedicado siempre a la construcción, pero este año se estrena en la campaña de fruta ante la falta de jornaleros. «El campo no es peor que la obra porque el calor es igual para todos», dice sobre esta nueva faceta lejos del ladrillo, pero igual de calurosa. «Aunque diría que quizás se está mejor aquí que en la construcción», rectifica mientras bebe algo de agua.
La jornada comienza en torno a las 7 de la mañana y se prolonga hasta pasada la 1 del mediodía; algún día, puntualmente, también se trabaja por la tarde. «Depende de dónde te toque hace más o menos calor, según el lado por el que vayas de la parcela», relata sobre estas horas en las que intentan quitarse las zonas de sol nada más llegar, «para quitarse ese golpe lo antes posible y luego ya por la sombra más tarde porque de lo contrario no aguantas». No obstante, en los últimos compases del turno las temperaturas suelen superar los 40 grados, ya sea al sol o a la sombra. Algunos días -cuenta- si el calor es excesivo, se suspende la jornada de trabajo.
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Más allá de buscar esas zonas menos soleadas, no hay más consejo que el de una buena hidratación. «Beber mucha agua, es que no hay más: beber, buscar la sombra y ponerte un buen sombrero».
Carlos Figueredo tiene 62 años y ya lleva 20 trabajando como cuponero de la Organización Nacional de Ciegos (ONCE) en su puesto de la avenida Ricardo Carapeto, en San Roque. Informa Paula Venera Vital.
Al trabajar al aire libre, durante las olas de calor siempre piensa cómo huir del calor. Para ello busca el refugio de la sombra y el fresco de los locales cercanos que tienen aire acondicionado y le dejan entrar para evitar el sol cuando no pasan clientes. Además se protege con su gorra, la crema solar y una botella de agua. En estas fechas se quita su chaleco de la ONCE y se acerca al bar más cercano para tomar un refresco.
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Carlos mueve un poco su puesto, que ahora está delante del establecimiento de Loterías y Apuestas del Estado de esa calle, y le añade un pequeño toldo para evitar el sol.
Su jornada laboral no sufre reducción, sigue trabajando ocho horas, pero sí puede mover el horario para comenzar media tarde, a las seis, aunque destaca que la temperatura sigue siendo insoportable a esa hora.
Durante las vacaciones y en olas de calor la clientela se reduce, «por las mañanas sí vienen a comprar cupones, pero las tardes son malas», cuenta Carlos.En 2013, este cuponero ya apareció en HOY porque dio repartió 360.000 euros en premios.
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«Esto es lo que tiene la calle, es muy dura, en verano toca aguantar el calor y en invierno el frío», explica resignado, y añade que no puede hacer mucho más allá de las medidas que ya toma.
Otros compañeros trabajadores de la ONCE no tienen la suerte de tener locales en los que entrar a refrescarse, por lo que solo les queda el toldo y buscar la sombra.
Cristo García (32 años) es repartidor a domicilio desde hace tres años y normalmente espera al lado de la hamburguesería McDonald's que se encuentra en María Auxiliadora. Cuando hace calor busca maneras de combatirlo, informa Paula Venera Vital.
Por ejemplo, lleva varias botellas de agua guardadas en su moto. Cuando se calientan o se acaban, los repartidores de comida suelen pedirle al establecimiento donde recojan el pedido que se las llenen.
García cuenta que «no hay pedidos en esta época del año, el verano es muy tranquilo», por lo que tienen que pasar más tiempo del habitual esperando en la calle y en su moto a altas temperaturas.
«Prefiero trabajar por las noches, porque baja el sol y se lleva mejor», explica.
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Así que en esta situación, solo les queda buscar un sombra en sus ratos de espera hasta que les entre en la aplicación un pedido que recoger.
«Nos vamos moviendo con el sol como los girasoles, pero para evitarlo», contaba otro repartidor que esperaba a recibir un pedido frente al edificio Siglo XXI, que añadía que «parar en un semáforo con la moto ahora es bastante sofocante, ya que nos llega el calor que sueltan los vehículos cercanos.
Así que adelantamos y nos ponemos los primeros de la fila para evitarlo» cuenta este repartidor.
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