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Una burbuja para el arte desde Montánchez

Una burbuja para el arte desde Montánchez

El pintor holandés Alwin Van der Linde inaugura una doble exposición y quiere que su fundación sea un espacio para salir de la negatividad y el miedo

A. GILGADO

Badajoz.

Sábado, 17 de octubre 2020, 10:45

Es muy peligroso trasladar el distanciamiento físico a un distanciamiento intelectual. Corremos el riesgo de transformarnos en una sociedad monstruosa. La advertencia sale del pintor Alwin Van der Linde.

Holandés de nacimiento, pero extremeño por elección propia, vive en Montánchez desde hace 22 años y en 2008 puso en marcha una fundación con su nombre para promover la actividad cultural y artística en la sierra de Montánchez.

El centro se vuelve a llenar de contenido tras el parón por el confinamiento. Doble exposición que fue inaugurada ayer y proyección de una obra de teatro en la que se relata cómo afectan las limitaciones de movimiento a familias, jóvenes y mayores.

«Falta una visión creativa para mantener la actividad cultural antes de cerrarla», asegura

Defiende con vehemencia la actividad cultural a pesar de la pandemia. Ve en el cierre de museos, teatros y galerías un castigo extra a las muchas incertidumbres con las que hay que convivir y pide reflexionar ante el 'todo cancelado'. «Entiendo que se cierra por prudencia, pero falta una visión creativa para mantener actividades culturales que nos ayuden a entender la vida y ver el mundo más allá de la preocupación, la enfermedad y la tristeza».

Su idea siempre ha sido proponer contenidos de calidad. Organizó, por ejemplo, una muestra con mucho éxito sobre los pintores realistas españoles en la que estaban obras de Antonio López o Eduardo Naranjo. Ha comprobado que el público se mueve si hay iniciativas culturales que merecen la pena.

Cree que su fundación puede llegar a iniciativas dignas de cualquier gran museo. Y para esta reapertura tan especial dos nombres propios: José María Díez y Lorenzo López Lumeras. La obra del primero en la planta baja y la de Lorenzo, en la de arriba.

En un principio poco tienen que ver. José María Díez es un dibujante y pintor de Almendralejo residente en Cádiz; y Lorenzo López Lumeras un fotógrafo y percusionista de Badajoz, pero Van der Linde ve puntos de confluencia.

La covid –compara– nos obliga a una reflexión sobre la vida y ese punto de introspección lo encontramos en ambos casos.

Quiere que el público que vaya a la fundación estos días se encuentre en una burbuja de silencio y reflexión. Salir por un momento de las malas noticias, la negatividad y el miedo.

Por eso recomienda la visión creativa de Lorenzo López Lumeras y José María Díez.

López Lumeras ha documentado un trabajo sobre lugares abandonados por el ser humano y recientemente ha recibido un premio en el 'Prix de la photographie' de París.

En un principio su idea era aprovechar la inauguración para ofrecer una modesta representación de teatro, pero la obligación del distanciamiento físico le ha obligado a reconvertir la historia en un cortometraje. En este relato grabado trata de explicar cómo hemos vivido el confinamiento.

Parte de la cinco ventanas que hay en la fachada del edificio de la Fundación y adentra al espectador como si detrás de cada ventana hubiera una familia distinta con las dificultades de ese día a día sin libertad de movimientos.

Espera que la grabación y el montaje estén listos para la semana de la exposición.

Cree que en estos momentos a la cultura le toca proyectar un mundo que ha cambiado y que trae nueva pautas bajo nuevas leyes.

Otras salas

A medio plazo espera que trabajos como el de Díez y López Lumeras giren por otras salas y fundaciones colaboradoras. «Estaría bien que el trabajo no se pierda, que trabajemos todos juntos».

Y lanza ese ofrecimiento también a las administraciones públicas. En las últimas semanas ha trabajado en el proyecto que tiene en Arjona, Jaén, para convertir un solar público en un espacio lleno de esculturas inspiradas en el olivar. Alwin se ha encargado del diseño pero ha colaborado con los vecinos para ayudarles en sus propias creaciones. «Hemos trabajado en un ambiente de alegría y de ilusión y hemos comprobado que la cultura puede sobreponerse al virus».

Reconoce que siente algo de frustración porque esta iniciativa no se haya podido materializar en Montánchez. A estas alturas se considera ya hijo adoptivo de un pueblo y de una comarca que defiende con vehemencia. «Es el momento de dar lo mejor de cada uno. Por eso quiero reactivar la cultura como nunca».

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