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j. m. m.
Domingo, 9 de febrero 2020, 08:37
Al trabajo que supone preparar la tierra para la siembra hay que sumar los productos fitosanitarios, los abonos y los jornales que se pagan para sembrar y para la recogida. «Y los barbechos», recuerda Antonio Aguilera, agricultor que tiene brócoli sembrado en Ruecas.
El brócoli es de los pocos productos en el que los agricultores saben a cuánto lo van a vender antes de sembrarlo. Este año cobrarán a 25 céntimos el kilo del producto que se destine a la industria y a 30 céntimos el que va a venta en fresco.
Los productos frescos tienen costes de almacenaje, pero los agricultores se quejan de que son los intermediarios quienes encarecen el precio por sus elevados márgenes. El brócoli para industria es troceado y congelado, costes que repercuten en el consumidor.
El brócoli para industria va a Portugal, Murcia o Navarra. En general, Extremadura nota sus problemas con las comunicaciones. «Nos cuesta tres veces más que a un italiano poner un kilo de tomate en Alemania», según Ángel Pacheco, de Cooperativas Agro-alimentarias.
El kilo de brócoli congelado y troceado cuesta alrededor de 1,55 euros, en lo que a las marcas blancas se refiere. Eso significa seis veces más que el precio en origen. En lo que se refiere al fresco, el precio de venta en las grandes superficies está entre 2,75 y 3,00 euros el kilo, lo que supone multiplicar por entre nueve y diez el dinero que se le paga al productor. El comercio tradicional juega con unos márgenes mucho más reducidos y el precio en las fruterías está en torno a un euro, un 233% más de lo que vale en campo.
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