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El sábado me desperté muy temprano y me fui a pasear por la Ronda Sureste de Cáceres, que es como cualquier ronda de cualquier ciudad ... extremeña: una autovía de circunvalación con paseo peatonal incorporado que sirve para descongestionar el tráfico y bajar el colesterol. El caso es que pillé la primera camiseta que encontré y salí a la cale. Como era de noche, no distinguía las miradas de los paseantes madrugadores, que en estos días de calor asfixiante son numerosos, pero a medida que amanecía, empecé a fijarme en que algunos usuarios de la Ronda echaban un vistazo a mi pecho.
Al principio, no di mucha importancia a aquellas miradas, pero cuando ya llevaba diez pares de ojos posados en mi torso, empecé a preguntarme si la dieta del brócoli no estaría provocando efectos secundarios en mi cuerpo y, además de adelgazar, estaba hormonándome y consiguiendo un pectoral de gimnasio sin pretenderlo.
La Ronda Sureste y todas las rondas tienen un código de urbanidad particular. Hasta las nueve de la mañana, los paseantes se saludan. «Buenos días... Con Dios...», nos decimos siempre que nos cruzamos varón con varón, hembra con hembra o unos y otros con parejas. Al cruzarse varón con hembra, no hay saludo y ese silencio merece un estudio antropológico y sociológico. ¿Por qué las personas de distinto sexo no se saludan por las rondas, aunque sean las siete de la mañana? Misterios de la condición humana.
El caso es que, fruto de esa jovialidad mañanera, un caballero, al que conozco de desearnos buen día, se detuvo un instante y diciéndome: «¿Qué, le han fichado los del litio para hacer propaganda?», me ayudó a entender la razón de tanta mirada hacia mi pecho. Resulta que en la camiseta que llevaba puesta se podía leer con letras claras y grandes: 'Infinity' sobre un logo o símbolo con resonancias minerales.
Me quedé un poco perplejo ante la explicación de las miradas. Cuando un par de kilómetros después, otro paseante se detuvo a charlar un instante y me preguntó si los del litio regalaban camisetas, entendí definitivamente que me había convertido, sin enterarme, en un adalid de la multinacional que quiere extraer litio en Cáceres. Y, además, tenía la desfachatez de hacer propaganda de la soga en casa del ahorcado: justo en un paraje muy próximo al punto de extracción.
La realidad es que la camiseta 'Infinity' tiene una historia. La compré hace siete años en una tienda de deportes de Vilagarcía de Arousa (Pontevedra). En Barajas no había dado tiempo a traspasar mi maleta del avión que venía de Badajoz al que iba a Santiago de Compostela y, al aterrizar, me encontré sin equipaje, que llegó al día siguiente. Así que nada más llegar a casa, salí a buscar una camiseta que me hiciera de pijama. En el comercio, me atendió una antigua alumna, que encontró esta prenda barata con la leyenda Infinity estampada en el pecho. Cuando nos vemos, se acuerda del episodio, me pregunta por mi camiseta-camisón y echamos unas risas. En fin, esas conversaciones de besugo con encanto que tan grata hacen la vida en provincias.
Lo que no imaginaba en 2015 era que esa camiseta tendría un mensaje empresarial, social, económico y político en 2022. Pero las cosas son así. Hace seis meses, nadie daba un duro por la mina de litio cacereña, Pero han aparecido un nuevo proyecto y 125.000 euros en unas camisetas de baloncesto y ahora dicen que ha cambiado el ambiente y que empieza a haber bastante gente a favor. Supongo que ni antes era todo en contra ni ahora hay tanto a favor, pero han bastado unas camisetas para que cambie el aire.
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