«Si para el entresaque ya está floja la mano de obra, imagínate cómo se espera para la recolección». Pedro Almodóvar Sánchez, de 46 años, tijera en mano, quita el exceso de nectarinas que ahora tienen las ramas. Es el aclareo o entresaque del árbol, ... labor básica para poder cosechar fruta con un calibre óptimo dentro de dos o tres semanas. Un trabajo que, como para la poda, necesita trabajadores. Y mucho más para la cosecha. «Sinceramente, ya sé que todos los años decimos lo mismo, pero cada vez es más difícil encontrar jornaleros. Y lo vamos a ver este año», resopla este fruticultor de Orellana la Vieja, en las Vegas Altas del Guadiana.
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Empezó a trabajar en el sector agrario en 2008. Provenía de la construcción. Tiene 23 hectáreas de ciruela, nectarina y melocotón. Confiesa que en esta época vive unos meses estresantes. «Estamos todos los años como el que juega al póker y se juega todo el capital encima de la mesa. Porque realmente es lo que nos estamos jugando, nuestro capital. Cada campaña acudimos a los bancos y hacemos préstamos de campaña. Y que no podamos recoger la fruta es...»,deja en el aire.
Almodóvar indica que necesita a 13 ó 14 personas por campaña. «En los momentos pico de cosecha, como el año pasado, tuve a 21 trabajadores, aunque me faltaban muchas veces dos o tres cada día. Ahora tengo a 4-5 seguros, los mismos de todos los años», expresa.
Hasta 2007, más o menos, relata este fruticultor, había «bastante» mano de obra por la crisis de la construcción. ¿Por qué ahora se denuncia falta de mano de obra por parte del empresariado agrícola?, se le pregunta. «No lo sé con seguridad», admite, aunque apunta a varios factores.
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«Con la fruta se puede ganar casi más que trabajando en la construcción. La campaña pasada pagué, según convenio, a 8,20 euros la hora a cada trabajador», inicia su reflexión.
«La gente no quiere trabajar en el campo», se lanza antes de dar su argumento. «Ahora muchos trabajadores tiran para trabajar en plantas fotovoltaicas o termosolares. Las renovables están llevando mucha mano de obra», dice el fruticultor. «Luego tampoco ayuda que en los pueblos los ayuntamientos hacen contratos a la gente en las épocas en las que hay actividad en el campo», añade.
«Se quedará mucha fruta caída en el suelo porque no habrá manos», aventura Almodóvar. «En Extremadura no sabemos lo que implica de trabajo el sector de la fruta y la riqueza que se crea. Por esto pido que todos hagamos un esfuerzo porque si no se va a tener que quitar mucho frutal».
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Saturnino Lagar, de CC OO, lanza una pregunta: «Siempre que la patronal o el empresariado agrícola te habla de falta de mano de obra les planteo lo mismo. ¿Han ido al Sexpe a solicitarla? Si algún día van y el Sexpe les dice que sí, que falta de mano de obra, que nos lo digan y empezaremos a hablar de otras cosas», explica el secretario general de la Federación Industria y Agro de CC OO.
«Igual si las condiciones salariales y de trabajo fueran mejores sería más fácil contratar a jornaleros. Igual si les pagaran desplazamientos y alojamiento sería posible que de la provincia de Cáceres se fueran a trabajar en la fruta a la de Badajoz», sentencia Lagar.
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La semana pasada, señalar el responsable agrario de CC OO, se celebró la comisión de flujos migratorios, donde se sientan las administraciones central y regional, los ayuntamientos, los sindicatos y las patronales agrarias. El foro donde debe abordarse la necesidad, por ejemplo, de traer trabajadores inmigrantes a las campañas agrícolas si así se estima. "Volvimos a oír lo mismo de siempre por parte de las patronales agrarias sobre la mano de obra. Que demuestren que es necesaria primero y después aborden lo que implicaría traer a trabajadores extranjeros. Lo que no pueden pretender es que con demandas como esas se produzcan hacinamientos de 3.000 personas como el que pasó en Santa Marta de los Barros hace algunos años", subraya Saturnino Lagar.
«¿Pagar más? Creo que ni pagando más se vendría la gente al campo, a coger fruta. Pero es que además tampoco podemos hacerlo», sostiene Almodóvar. «Solo el año pasado aboné en jornales 87.000 euros. Si a eso le sumas los fertilizantes, que subieron el doble, y otros gastos, ¿a cuánto tienes que vender la fruta para que ganes dinero, para que uno coma? A no menos de 77/80 céntimos el kilo, y no se llega a tanto ni de lejos», agrega el fruticultor.
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«Veo inevitable si queremos seguir contratar a trabajadores extranjeros, como se hace en Lérida, Murcia o Huelva», finaliza Almodóvar.
Miguel Ángel Gómez-Cardoso, gerente de la Asociación de Fruticultores de Extremadura (Afruex), señala que la contratación de inmigrantes se analiza cada vez con más decisión para poder solventar una campaña de la fruta en la que se mueven alrededor de 30.000 empleos, entre trabajo en campo y en centrales. «Es costoso, hay que poner alojamientos y asegurar varias campañas para poder hacerlo posible. Pero hacia esa dirección vamos», indica.
«No es que vayamos a tener problemas para la campaña, es que ya los tenemos», culmina a HOY el gerente de Afruex.
Los representantes de los sindicatos agrarios aseguran que en el debate de si falta o no mano de obra para las campañas agrícolas hay que «analizar todo. No es solo cuestión de dinero, aunque quizás la mayor o menos dignidad a la hora de trabajar en el campo se focalice en un salario. Creo, particularmente, que también hay que mirar, además del sueldo, por supuesto, las condiciones en las que se trabaja», dice Ricardo Salaya, de FICA (Federación de Industria, Construcción y Agro)-UGT.
A Salaya, un veterano sindicalista que aboga por debatir «de forma sosegada y no lanzando exabruptos», le llama la atención que todavía sigan marchándose cada año miles de jornaleros españoles, en su gran mayoría andaluces y, en menor, extremeños, a trabajar en la vendimia en Francia. «Si dicen que aquí no se quiere trabajar en el campo, ¿cómo se explica que se vayan muchos a vendimiar a Francia. Porque las condiciones son mejores, y aquí incluyo sueldo y alojamiento», resume el dirigente agrario ugetista. Siguiendo el mismo argumento puramente económico, Ricardo Salaya subraya que con sueldos mejores no habría tantas dificultades de hallar trabajadores para las labores agrícolas.
«A la construcción le pasa lo mismo. En Extremadura se necesitan bastantes trabajadores, hace un par de años se hablaba de 10.000, en este sector. Aquí no están... se van a otras regiones donde pagan más. Eso está demostrado», concluye el secretario general de la Federación de Industria, Construcción y Agro de UGT Extremadura.
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