Cornel Enciu, la pasada semana en Cáceres. JORGE REY
Gente que interesa | Cornel Enciu

«No tengo cara de vender flores»

Camionero. ·

Llegó de Rumanía a Cáceres y ha sido portero de noche, albañil y marinero

Sábado, 8 de marzo 2025, 08:33

Cornel Enciu (Galati-Rumanía, 1974) es alto, fuerte, ha jugado al rugby en la primera división rumana y en el CAR de Cáceres y bromea ... explicando que el conde Drácula entró en Rumanía por el Danubio y por su ciudad. Su padre era chófer de una siderúrgica y su madre, encargada de una tienda de alimentación estatal. Él estudio Mecánica Naval y Derecho, carrera que tuvo que dejar cuando murió su padre en 1994. Se hizo gendarme, embarcó en mercantes y en 2011 su barco atracó en Gibraltar.

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–¿Cómo llega a Extremadura?

–Me acerqué a ver a un primo que vivía en Mérida y empecé a trabajar en la seguridad de una discoteca de El Foro. En 2011, me contrataron como portero en el club 'Pasarón' de Cáceres y me vine a vivir a la avenida cacereña de Antonio Hurtado. Trabajé en la construcción y en 2013 cogí con mi mujer un bar en Reyes Huertas: 'Tiritana'.

–¿Funcionó?

–No tengo cara de vender flores ni de vender cafés. Duramos seis meses y empecé a trabajar de camionero, conduciendo tráilers. Lo alternaba con la seguridad de casetas en las ferias de Cáceres y Mérida. Después fui portero de la sala de fiestas 'Michigan' de Guadalajara y ahora ya solo soy chófer de camiones.

–¿La vida del camionero?

–Transporto mercancía general en Transportes Rivera de Cáceres. Hacemos España y Portugal. Los nórdicos, los franceses o los alemanes pagan a 35-40 euros la hora. Los españoles y los portugueses pagan por kilómetros. Haciendo 15.000 a 0.14 euros el kilómetro más el sueldo básico y los pluses puedes ganar 3.000 al mes. El camión no es un juguete. Al principio tuve que pagar mis despistes. Ahora ya tengo más experiencia. Normalmente, conduces cinco días y descansas dos.

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–¿Una guía básica de restaurantes de carretera?

–Como en Siete Iglesias yendo a Valladolid. Al sur, en Las Pajanosas, cerca de Sevilla. Hacia Madrid, en la estación de Peraleda, kilómetro 171, y cerca de Salamanca, Arapiles. A Portugal llevo comida porque en sus áreas no hay sitio para aparcar.

–¿Portero de noche?

–Es duro porque en España la gente pide explicaciones y no entiende que no puedes entrar en una discoteca o caseta de ferias si estás borracho. En Rumanía, eres un complemento de la policía, aquí no puedes detener ni poner grilletes. Solo saludas, buenas noches, y abres la puerta, aunque lleven armas blancas. Si pillas robando, tienes que llamar a la policía.

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–¿Y en los clubs de alterne?

–Son complicados, no vas a bailar, vas a otras cosas y surgen problemas. Son sitios escondidos, entra todo tipo de personas, no hay control. Después del Covid, han desaparecido el 50%, ahora están en Internet. En la sala de fiestas 'Michigan', me pagaban 1.400 euros al mes más la comida y la vivienda. Entrabas a las cinco de la tarde y te ibas a las seis, cuando se marchaba el último cliente. Mi mujer y yo decidimos que mejor dejar la vida de la noche.

–¿La familia?

–Mi mujer es rumana. Trabaja de cocinera en el Seminario Teológico. Vinimos con una hija de 10 años que estudió en el Licenciados Reunidos y después hizo Auxiliar de Farmacia. Acabo de dejarla en Barajas. Se ha ido a Edimburgo a buscar trabajo. Da pena que tu hija tenga que irse a miles de kilómetros a buscarse la vida. En Cáceres echaba el currículum y nadie la llamaba.

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–¿Cáceres?

–Nos hemos adaptado, tenemos amigos, hablamos español… Es una ciudad de funcionarios y turismo, no hay logística ni fábricas. Con 26 años, no puedes quedarte esperando, tienes que arriesgarte y volar. Es difícil para cualquier padre. Nosotros nos quedaremos aquí, felices, nos hemos comprado un piso y nos jubilaremos en Cáceres. Será el final del camino.

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