
Las Carmelitas, medalla en valores
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El colegio de Las Carmelitas de Villafranca de los Barros forma hoy a los biznietos de sus primeros alumnos con un modelo de enseñanza que ha dejado huellaMaría Isabel Hidalgo
Badajoz
Sábado, 26 de agosto 2023, 09:14
De la mano de las hermanas Carmelitas del Colegio Nuestra Señora del Carmen de Villafranca de los Barros dio María Dolores Piñero, sus primeros pasos. « ... Antes de acceder a la educación infantil había una guardería de la que se hacía cargo la hermana Josefa, y mis padres ya me llevaron ahí», cuenta Ore, así la llaman sus amigos. Su familia suma ya cinco generaciones educadas en el colegio de Las Carmelitas, como se le conoce en la localidad. «Mi bisabuela Dolores García, llegó al colegio cuando aún estaba en La Peña, un barrio de Villafranca», rememora.
Piñero ha formado parte de esta institución como alumna, como madre y ahora lo hace como docente. «Toda mi vida y la de mi familia está marcada por los valores que hemos recibido en el centro, nos sentimos muy orgullosos», explica.
Un sentimiento que une a los miles de alumnos que han pasado por las aulas en las que la congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad de Vedruna han desarrollado su labor desde hace 125 años, cuando llegaron a la localidad. «Vinieron para dar respuesta a una necesidad que había en esos momentos en la sociedad, que era la educación de la mujer», explica la directora del centro, Isabel Gragera.
Por aquel entonces las oportunidades que tenían para desarrollarse en lo laboral y profesional eran mínimas y más aún en los entornos rurales. La labor de las hermanas en el centro les ha valido este año la Medalla de Extremadura. Un reconocimiento que pone en valor su condición histórica como colegio pionero en la educación de la mujer. «El centro le facilitaba el acceso a todos los niveles de educación, tanto bachiller como idiomas, algo que no se priorizaba en el ámbito rural», cuenta Gragera.
«Hemos celebrado mucho el reconocimiento, hemos participado en todo. Es muy importante lo que ha aportado el centro a la población extremeña. Por aquí han pasado muchas generaciones», subraya Piñero. «Mis hermanas y yo fuimos la cuarta generación en crecer aquí, mis hijos también han estudiado en Las Carmelitas y ahora empiezan mis sobrinos», relata.
Ore siempre tuvo claro que quería que sus hijos estudiaran en este colegio por la familiaridad y el cariño que reciben más allá de las enseñanzas académicas. «Matemáticas o Ciencias se puede aprender en cualquier sitio, formarlos como gente comprometida que miren al mundo desde la justicia y la igualdad hay que trabajarlo», apunta.
De esto sabe bien porque después de terminar sus estudios e irse de cooperante a Guinea Ecuatorial, el destino la devolvió al centro donde pasó su infancia y adolescencia. Volvió para cubrir una baja de maternidad como orientadora y ahora da clases de Religión y Ciudadanía.
Un centro que trabaja para que el alumno pueda desarrollar su autonomía y espíritu crítico. «Queremos darles la capacidad para que tomen sus propias decisiones», apostilla la directora.
Unas capacidades que recibió Ore cuando estudiaba en el centro, que aún era femenino. «Hacíamos muchas actividades fuera de las materias académicas y esto nos daba la oportunidad de poner en valor nuestros dones», cuenta.
Su labor como docente en el centro le ha permitido comprobar que los jóvenes de hoy son menos participativos que antes. «Si hacen teatro, esperan un guión ya hecho, no trabajan la creatividad».
No solo han cambiado los jóvenes, también los métodos de enseñanza. El centro es pionero en el manejo de herramientas digitales en la región. «Somos los únicos cuyos profesores tienen certificación de calidad en el manejo de las herramientas de Google, el reto es extenderlo a los alumnos».
Así, todas las asignaturas del se imparten apoyadas en herramientas digitales, «lo que permite al alumno el desarrollo de otras capacidades», cuenta.
Las enseñanzas cristianas son una parte importante de la formación del alumno. «Enseñamos desde la libertad y el respeto», apunta la orientadora. Los alumnos deciden si quieren o no cursar esta asignatura que ocupa desde la enseñanza infantil hasta el Bachillerato.
El reconocimiento otorgado no hace más que impulsarles a conseguir otros retos en su educación, como el de la robótica. «Queremos apostar también por la inteligencia artificial y por todos los proyectos de voluntariado», avanza Gragera.
El voluntariado es uno de los fuertes de la formación que ofrece el colegio fuera de las aulas. Gracias a estos programas los jóvenes visitan las residencias de la localidad, Aprosuba y otras instituciones.
Para conseguir la medalla de Extremadura han recibido el apoyo de Ayuntamientos y cartas de antiguas alumnas donde reconocen y aplauden el trabajo de las profesoras y hermanas. Un reconocimiento con el que celebran sus 125 años de historia y trabajo que comenzó con las niñas de la localidad y ha calado a nivel social.
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