A. B. Hernández
Martes, 18 de marzo 2025, 07:30
«No es lo habitual ni muchísimo menos, porque la inmensa mayoría de los pacientes son muy educados, pero sí he sufrido una agresión», dice ... Florentino Galaviz, médico en el centro de salud de La Data de Plasencia. «El padre del bebé al que vi en consulta hace un mes lanzó una patada a la puerta cuando yo la iba a cerrar, que me dio en la cabeza y me tiró al suelo, porque no estaba conforme cuando le dije que su hijo estaba bien», recuerda.
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Ocurrió durante una madrugada de guardia. «Eran las 4.30 y llegó a la consulta una pareja con su bebé de tres meses. El padre le cogió por el brazo y yo le dijo que así no se cogía a un bebé. Me dijo que él lo hacía como le salía de los cojones y yo le respondí que en mi consulta no».
El médico pidió al hombre que saliera de la consulta y se quedó con la madre y el bebé. «Empezó a dar golpes en la puerta porque decía que tardaba mucho». Cuando finalizó la revisión, «le dejé entrar y les dije que el bebé se encontraba perfectamente, que no le pasaba nada. Cogió al niño y salieron». Cuando se fueron, Florentino Galaviz fue a cerrar la puerta de la consulta. «En ese momento volvió corriendo, dio una patada a la puerta, que me tiró al suelo y me hizo una herida por la que recibí siete puntos».
A pesar de la situación vivida, «no es ni mucho menos normal. En 22 años que llevo trabajando, es la primera vez que vivo algo así. La inmensa mayoría de los pacientes son muy educados», asegura.
Pero las agresiones, físicas y verbales, que van a más en el ámbito sanitario no solo las sufren los médicos. «Yo he pedido que me cambien de puesto de trabajo porque la situación ya es insostenible, me genera muchísima ansiedad». Esperanza Lunaro es celadora y trabaja en el control de acceso al Hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres. Es una de las encargadas de solicitar a quien vaya a ver a un paciente ingresado el pase pertinente para poder acceder al hospital. «Después del covid solo hay uno por paciente, de tal modo que siempre puede haber una persona con el que está ingresado pero solo una». Puede recibir más visitas, «pero se tienen que pasar el pase para evitar que haya más de una persona en la habitación».
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Sin embargo, la norma no ha calado en todos los ciudadanos y son bastantes los que un día sí y otro también tratan de saltársela. «Yo estoy en ese control para que se cumpla la norma y me gusta ganarme mi sueldo», dice Esperanza. «Y me ocurre cada vez más que cuando la persona que quiere entrar al hospital sin el pase entiende que no la voy a dejar hacerlo, después de dialogar con ella y explicarle el funcionamiento, hay quien se lo toma mal y empiezan los insultos, las amenazas y las agresiones». Desde que comenzó el año son cuatro los incidentes que ha comunicado.
«Me insultan, me dicen que no valgo para nada, que debería estar fregando suelos y me amenazan, me dicen por ejemplo que salga a la calle si me atrevo». Esperanza ha pedido ayuda a sus superiores, «pero no encuentro ninguna respuesta por su parte, me siento abandonada por la administración».
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