Especial Día de Extremadura

Una celebración entre Mérida, Trujillo y Guadalupe

El Día de Extremadura se institucionalizó en 1985, y de 1987 a 1992 se celebró también en la trujillana, aunque ahora se centra en la Puebla de Guadalupe y en la capital autonómica

Jueves, 7 de septiembre 2023

Hace ya años que el Día de Extremadura se festeja entre Mérida y Guadalupe, pero no siempre fue así. La capital autonómica acoge, el día antes, el 7 de septiembre, el acto institucional de entrega de las Medallas de Extremadura y los discursos, que este ... año presciden de la Asamblea y se concentran en el Teatro Romano; y la localidad cacereña que guarda en su famoso monasterio a la patrona de la región, asume el rol más social y religioso, el de reunir a quienes cada 8 de septiembre hacen profesión de fe extremeñista y visitan a Nuestra Señora de Guadalupe.

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El Día de la región existe oficialmente desde el año 1985, cuando una ley autonómica (la 4/1985 del escudo, himno y Día de Extremadura) lo regula, eligiendo la fecha del 8 de septiembre y dejando claro que será festivo todos los años. Ese año inicial y también al siguiente, los actos se celebraron en Guadalupe, pero en 1987 se mudan a Trujillo, que fue la sede hasta 1992. En su Plaza Mayor, una de las más grandes y bonitas de la comunidad, se reunían cada año en la fecha señalada decenas de miles de personas. Más de ochenta mil llegaron a juntarse en alguna edición, según recogen las crónicas de la época, ilustradas con fotos que dejan claro el lleno total en torno a la estatua ecuestre del conquistador Francisco Pizarro.

Los acceso al Monasteriode Guadalupe, llenos de público el 8 de septiembre de 1986,segundo año en que se celebró la fiesta regional. HOY

Pero en 1993, el presidente de la Junta anunció que ese mismo año ya no habría actos por el Día de Extremadura en Trujillo. Juan Carlos Rodríguez Ibarra justificó la decisión por la necesidad de ahorrar dinero, y de hecho, tomó esa y otras en el mismo sentido, principalmente tres: recortar las subvenciones millonarias a los clubes deportivos, hacer lo mismo con los anuncios publicitarios, y por último, que la Sociedad de Fomento Industrial dejara de rescatar a las empresas deficitarias. «Hay que eliminar todas aquellas partidas que nos impidan terminar una carretera o llevar el agua corriente a un pueblo», declaró Ibarra, que cifró entre cien y doscientos millones de pesetas el coste de los actos con motivo del Día de Extremadura en Trujillo.

«Demasiado alcohol»

Sin estas celebraciones, la ciudad cacereña presentaba el 8 de septiembre de 1993 «una imagen desconcertante», con «la Plaza Mayor desierta a la hora punta del aperitivo», recogía el HOY del día siguiente.

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La decisión de suspender los actos en Trujillo no estuvo exenta de polémica. Una de ellas comenzó tras unas declaraciones de Carlos Sánchez Polo, entonces alcalde de Cáceres –luego fue vicepresidente de la Junta con Rodríguez Ibarra–, que afirmó que la fiesta de años anteriores en Trujillo constituía un «espectáculo lamentable, porque había demasiado alcohol en la calle».

A su homólogo trujillano, Benigno Fernández, no le hicieron gracia esas palabras, y le recordó al regidor cacereño que su ciudad no podía presumir demasiado en este sentido, porque en su Plaza Mayor era habitual ver a mucha gente consumiendo alcohol a sus anchas.

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La Junta argumentó su decisión de suspender los actos en Trujillo en la necesidad de ahorrar

Hay que recordar, por contextualizar, que ese año clave en la historia del Día de Extremadura, 1993, fue el siguiente al de la Expo de Sevilla, que convirtió a España en referente mundial pero que implicó un gasto público que dejó su resaca.

Lo pagó Trujillo, que intentó paliar el impacto económico que la decisión de Ibarra supondría para la hostelería del municipio. Lo hizo ampliando la programación de las fiestas locales de la Victoria, y el 7 de septiembre acogió un concierto de Los del Río, que logró reunir a unas cinco mil personas pese a la lluvia. El dúo andaluz vivía sus mejores días gracias a 'Macarena', esa canción que les llevó a actuar en la Superbowl (la final de la liga estadounidense de fútbol americano) y que todavía suena a partir de cierta hora en según qué fiestas.

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Desde 1993, pues, el único foco se pone en Guadalupe, que cada 8 de septiembre sigue celebrando su fiesta religiosa y por ello acoge a miles de personas. Y así lleva siendo hasta hoy, es decir, justo treinta años.

Un momento de la fiesta celebrada el año pasado, durante la procesión de la patrona en el Monasterio de Guadalupe HOY

En 1998, la Junta decidió que las celebraciones serían también un homenaje por el 25 aniversario de la muerte de Víctor Jara, el artista chileno asesinado en los días del golpe de Estado de Augusto Pinochet contra Salvador Allende. A Pedro Cañada, que entonces como ahora dirigía el partido regionalista Extremadura Unida, no le gustó esta deriva de la fiesta autonómica. «También nos preocupa África y los que tienen hambre, pero el Día de Extremadura es para los extremeños», declaró.

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En líneas generales, las diferencias en torno al Día de Extremadura no han ido más allá de algunos cruces de declaraciones, críticas al Gobierno regional por no contar con los demás partidos para organizar los actos y la reivindicación histórica de que la fiesta debería celebrarse el 25 de marzo, la fecha que recuerda el levantamiento de unos 70.000 campesinos, en el año 1936.

No ha habido tampoco grandes desavenencias en torno a los elegidos para recibir la Medalla de Extremadura, considerada la mayor distinción que concede la comunidad. Se dieron por primera vez en 1986 y desde ese año se entregan en Mérida. Aunque el día 8 hay actos en muchos municipios, es la capital autonómica la que completa junto a Trujillo y Guadalupe el triángulo de los 38 años que lleva Extremadura celebrando su Día.

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