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Semana Santa, temporada alta. En verano, Mallorca; en invierno, Baqueira; en Semana Santa, Extremadura o cualquier otra región interior con procesiones, atractivos monumentales y paisajes ... estupendos. La España interior, ahora España vacía, como destino turístico austero y penitencial, aunque si hay posibilidad de cambiar un rato la abstinencia por el lujo, no se le hace ascos a una opípara comida.
En Cáceres, esta semana, el restaurante Atrio es un crisol de famosos. Ese rincón de la parte antigua sería un territorio paparazzi si no fuera porque en esta ciudad, la gente vive y deja vivir y agobia tan poco que los personajes conocidos la recorren con cierta tranquilidad.
El libro de visitantes de Atrio recoge firmas de ilustres personajes que han comido en el restaurante. La primera firma se estampó el 26 de junio de 1987 y fue la rúbrica del rejoneador Ángel Peralta. Tras él, pasaron deportistas y entrenadores como Butragueño, Fermín Cacho, Antonio Díaz Miguel o Pedro Ferrándiz. Este libro de firmas relata la historia reciente de España. Por ejemplo, del periodismo, con José María Íñigo, Emilio Romero, Ramón Trecet o Pepe Oneto. Y no falta Iñaki Gabilondo.
Por Atrio pasó y firmó Santiago Carrillo. Gregorio Peces Barba comía allí cada vez que venía a juzgar una tesis. Actores que hicieron época también pasaron por Atrio. Afredo Landa firmó y escribió: «Olé por Atrio» y Juan Luis Galiardo plasmó su orgullo porque en su tierra se cocinara con tanta calidad. Y mientras se rodaba la película Columbus, su director, Ridley Scott, comía allí con la actriz Mimí Rogers.
Las firmas de la aristocracia y de la realeza no faltan en el libro: la condesa de Romanones, el duque de Calabria, don Juan de Borbón o la reina doña Sofía, a quien José y Toño conocieron en el hotel Claridge de Londres, donde ella se hospedaba cuando iba a visitar a su hermano Constantino de Grecia. En una ocasión, la reina visitó las Hurdes y Atrio le sirvió allí un menú vegetariano. Lo que más le gustó fue una sopa de tomate con melón.
Los famosos y los aristócratas firmaban en Atrio durante sus visitas, ¿pero dónde firmaban los plebeyos que visitaban Cáceres en Semana Santa? Pues en el libro de visitas del Palacio de Carvajal de la Diputación, junto a la iglesia de Santa María. Con el Covid, el libro de firmas se guardó, pero se podían leer en él dedicatorias muy divertidas pues las firmas de los plebeyos, ya se sabe, son más naturales, menos encorsetadas que las de la nobleza y las 'celebrities'.
En ese libro se podía leer la opinión de Nacho y Javi, una pareja argentina que sentenciaba presa de la emoción o de algún síndrome: «Cáceres es lo más bonito que ha parido madre». Muchos se sienten transportados a otro tiempo y opinan que «solo falta que aparezca por una esquina el capitán Alatriste». Antes de que se abrieran los museos durante los puentes, se podían leer algunas quejas: «La historia de Cáceres no se puede limitar los lunes». Hay antiguas firmas, casi históricas, que reconocen su predilección por la marcha: «Lo que más nos ha gustado es el botellón del sábado, sigan conservándolo».
Y dedicatorias de adolescentes desesperados:»¿Por qué los padres son tan pesados, dan tantas vueltas por el casco antiguo y se patean la ciudad? Son unos viejos». Otras familias no esconden sus instintos: «Es una ciudad maravillosa, pero esta tarde nos vamos a El Corte Inglés». Y por haber, hay hasta firmas de pobres que no dejan en buen lugar ni a los cacereños ni a los turistas de Semana Santa: «Aquí estuve mendigando y son unos tacaños. Me voy con pena».
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