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En algunas de las aulas del instituto Reino Aftasí de Badajoz hay hoteles para móviles. Sus alumnos los utilizan cada vez que entran en clase. Colocan sus dispositivos en pequeñas cajas con compartimentos y se olvidan, aunque sea por un momento, de una herramienta que forma parte de su día a día. Mientras 'duermen' en su particular habitáculo no sienten la necesidad de estar conectados. Se trata de una práctica habitual en otros países de Europa que a Badajoz llegó hace dos años de la mano de la profesora de Artes Gráficas, Elena Torres. La iniciativa dio buenos resultados y ahora muchos de sus compañeros docentes se han apuntado a esta idea.
Es una forma más de cumplir las reglas que establece este instituto. En él está totalmente prohibido el uso del móvil dentro del recinto escolar. De hecho, así informan al alumnado en la primera reunión que tienen con los profesores al empezar el curso. También lo saben las familias. «A pesar de todo, siguen utilizándolo», reconoce Marisa Sánchez, directora del Reino Aftasí.
Matiza que no está prohibido llevar el móvil al centro. Eso sí, tiene que estar guardado. Solo existe una excepción en la que está permitido utilizarlo. «Tiene que ser a petición del profesor y porque sea necesario para desarrollar una actividad educativa», explica Marisa.
Marisa Sánchez Directora del Reino Aftasí
Martín Garay Director del Ágora
Alude a las consecuencias de no seguir las reglas que marca el centro. Sí usan el móvil, la primera vez se lo requisan hasta finalizar la jornada escolar. Si el episodio se repite es la familia la que tiene que pasar por el centro a recogerlo.
Esa es solo una de las múltiples maneras de actuar en los centros educativos extremeños en cuanto al uso de los móviles. Cada uno establece sus normas y de ello se encargan los consejos escolares, que están compuestos por el director, el jefe de estudios, un concejal del ayuntamiento en cuyo término municipal esté el colegio o instituto, profesores, padres, alumnos, un representante del personal de administración y servicios, así como el secretario del centro.
Lo hacen ellos porque este asunto no está determinado por ley en Extremadura. Desde la Junta se limitan a recomendar a los centros públicos que el móvil solo se use para un fin educativo y en un entorno controlado.
Esas recomendaciones las recogió la Consejería por primera vez en una circular de marzo de 2006. «En aquel momento, la Junta animaba a ser muy cautelosos y regular a la baja el uso de los móviles, ya que se estaba empezando a conocer las desventajas de las nuevas tecnologías», matiza Juan Pablo Venero, director general de Innovación e Inclusión Educativa.
Con el paso de los años, el pronunciamiento de la Consejería se dio a conocer a través de cursos de formación, foros y congresos en los que se detallaba cómo y cuándo usar el móvil. Todo ese recorrido se reflejó en una instrucción del año 2018 que han renovado en junio de 2019 con la publicación del Plan Educativo Digital de Extremadura. En él destacan que los centros sostenidos con fondos públicos tienen que elaborar su Proyecto de Educación Digital (PED), un documento sujeto a permanente revisión y evaluación que, entre otros aspectos, debe determinar las condiciones en las que se pueden usar estos dispositivos.
«Siempre respetaremos que cada centro tome la última palabra», aclara Venero. De hecho, asegura que la Consejería de Educación no se plantea que este asunto dependa de una ley. «Si un centro lo prohíbe, lo que sí garantizamos es que cualquier alumno pueda tener acceso a un teléfono para ponerse en contacto con un familiar», añade Venero, quien recalca que «la postura de la Junta está acorde con los organismos internacionales como la Unesco y es fruto de mucho estudio, reflexión y de hablar con los docentes que ya han realizado experiencias en el aula con dispositivos móviles».
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Aún así también son conscientes del debate que existe. De hecho, el anuncio del consejero de Educación y Juventud de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, de que estudiarán la prohibición de los teléfonos móviles en las aulas ha vuelto a avivar el conflicto. Solo recogen como excepción los casos en los que los profesores quieran darle una aplicación didáctica.
En el resto de comunidades cada centro puede decidir sus políticas, algo que no sucede en otros países como Francia. El año pasado, más de 12 millones de alumnos franceses empezaron la escuela con la prohibición del teléfono móvil en las clases de Primaria (alumnos hasta once años) y los colleges, (de entre 12 y 15 años). Se trataba de una promesa electoral del presidente Emmanuel Macron. Finalmente la cumplió y saltó la polémica entre defensores y detractores.
En España ese debate también se planteó hace un año, cuando la actual ministra de Educación en funciones, Isabel Celaá, dijo que estudiaba esa posibilidad. «Tenemos demasiados adolescentes muy adictos a la tecnología. Hay que reflexionar sobre si el tiempo escolar debe estar libre de esa adicción. Hemos encontrado opiniones fuertemente encontradas. Lo vamos a estudiar con expertos. En algunos casos el móvil ayuda -no suelen llevarlo a los exámenes, solo faltaba-, pero si prohibirlo en los centros sirve para disminuir la adicción digital, merece la pena valorarlo», dijo en una entrevista a Efe.
Desde entonces nada se ha vuelto a escuchar sobre la posibilidad de legislar para todo el país y siguen siendo los centros educativos los que deciden en la mayoría de los casos.
En Extremadura lo hacen con mayor o menor flexibilidad. Hay normativas variadas. «En nuestro centro está prohibido traer el móvil. Aunque algunos lo llevan porque viven lejos y tienen que estar localizables para su familia. Si es así, los padres tienen que firmar un acuerdo en el que aseguren que sus hijos no utilizarán el móvil en el centro», comenta el jefe de estudios adjunto del instituto Brocense de Cáceres, Luis Godoy, que alude a sanciones. «Cuando se ve a un alumno con un dispositivo o le suena en clase, se le requisa y es la familia la encargada de recogerlo». Dice que eso sucede de manera puntual. Los móviles se guardan en unas caja en jefatura. «No suele haber más de tres», confiesa Godoy.
En el instituto Ágora se ve por sus pasillos señales que prohíben los móviles. «A principio de curso me reúno con los alumnos y les explico las normas. Una de ellas es que no deben traer los dispositivos. Si los traen deben estar apagados y guardados en las mochilas», apunta Martín Garay, director del IES Ágora de Cáceres. «No nos hacen caso, es una lucha constante. Hemos tenido que expulsar a jóvenes por esta razón. Este año se han dado al menos dos casos», comenta.
En otros institutos no han llegado a esos límites. «No hemos expulsado por usar el móvil, pero sí es un hecho que ha contribuido a tener tres amonestaciones, que conlleva expulsión de un día», afirma Roberto Correas, director del IES Zurbarán de Navalmoral de la Mata.
En ese instituto está prohibido el uso indebido de medios electrónicos. Así lo recoge el reglamento de régimen interno que aprobaron en el año 2009. «Se tomó esa decisión principalmente para evitar el ciberacoso», recuerda Correas, quien aclara que las normas son así para todos. «En nuestro centro hay ciclos formativos y en algunos cursos hay mayores de 18 años. Para ellos también son las normas».
Otros profesores como Joaquín León, del IES Nuestra Señora de Bótoa, considera que la competencia de regular el uso del móvil debe seguir teniéndola cada centro.
Lo mismo opinan desde la Federación Regional Extremeña de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Freampa), que hasta hace una semana presidía Joaquín León.
Lo que defiende esta agrupación en la que se integran 420 ampas de la región está en sintonía con la Junta de Extremadura. «Prohibimos prohibir. El móvil es un instrumento de trabajo con una utilidad determinada. Su mal uso es lo que puede generar problemas, pero trabajar con él a partir de aplicaciones útiles en el aula es positivo», aclaran desde Freampa, que reconocen que existe una preocupación por este asunto y por las adicciones que provoca el móvil en los jóvenes.
Los profesionales educativos son conscientes de que se trata de una realidad creciente e imparable. «Los profesionales de la enseñanza nos transmiten la inquietudes de aquellos docentes que están concienciados de adaptar su materia a los tiempos que corren pero no se atreven a dar este paso de manera segura. Ante eso nos demandan formación, información, herramientas y conexión con las familias», explica Venero. «Tienen mucho respeto porque la frontera entre las posibilidades buenas de los móviles y las amenazas a las que te ves expuesto es muy líquida», aclara.
Saben que es un asunto delicado y los profesores deben sentirse seguros cuando usan este tipo de dispositivos en las clases. «Con esa premisa intentamos ofrecer formación para el profesorado en materia de tecnología y recursos para las familias», añade Venero.
De hecho, desde la Junta apuntan a buenas prácticas con móviles de las que se sienten orgullosos. «Los docentes que han intentado implantarlo con uso educativo no han tenido malas experiencias», afirman antes de poner algunos ejemplos. En el I.E.S. Valle de Ambroz hay programas relacionados con realidad aumentada en los que el móvil se utiliza como soporte; en el IES de Castuera lo utilizan en la asignatura de Educación Física para llevar a cabo contenidos de orientación. También en Primaria hay ejemplos similares. En Villanueva de la Vera y en Fregenal de la Sierra han hecho guías de su propia localidad.
Además, Venero alude a 'Foro Nativos Digitales', un programa de la Junta cuyo objetivo es prevenir conductas peligrosas en la Red. Lleva en funcionamiento tres años y en Extremadura lo puede desarrollar cualquier maestro del claustro y los profesionales de los equipos de orientación.
«Hacemos actividades que están dirigidas a alumnos que cursan 5º y 6º de Primaria. Trabajamos contenidos relacionados con el uso responsable de teléfonos móviles, dispositivos digitales, redes sociales y juegos electrónicos. Hablamos de ciberacoso, lenguaje sexista y prevención de la adicción al juego online, entre otros aspectos», explican la psicóloga Inmaculada Argüello Gordo y la psicopedagoga Paz Pérez Castañera.
Ambas trabajan en el equipo de orientación educativo y psicopedagógico Cáceres-1. Desarrollan su labor en centros públicos donde hay alumnos de tres a doce años. «El reglamento de organización y funcionamiento de cada colegio tiene muy controlado el uso de los móviles en el aula. Los problemas vienen cuando salen de ella. Es en los institutos donde puede haber un mayor desafío a las normas que pone el centro», coinciden Argüello y Pérez.
Aseveran que el alumnado accede a este tipo de dispositivos desde edades muy tempranas. «Entre los ocho y los diez años es muy común que los padres compren un móvil a sus hijos. A los doce ya no hay niños que no lo tengan. Si no disponen de uno se sienten fuera del grupo», detallan antes de aludir a casos extremos. Son pocos, pero también se dan. «Hay alumnos que dejan de salir por las tardes o hacer deporte, por ejemplo. En definitiva, dejan de tener relaciones sociales normalizadas por adicción a los videojuegos; otros no son capaces de controlar la necesidad de estar frente a la pantalla», concluyen.
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