![Las cholitas bolivianas Elena Quispe y Cecilia Llusco este jueves por la tarde en la Alcazaba pacense antes de su charla en la UEx.](https://s2.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/05/09/cholitas1-RzIVxaIfxJdtwC9LaqoDVEJ-758x531@Hoy.jpg)
![Las cholitas bolivianas Elena Quispe y Cecilia Llusco este jueves por la tarde en la Alcazaba pacense antes de su charla en la UEx.](https://s2.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/05/09/cholitas1-RzIVxaIfxJdtwC9LaqoDVEJ-758x531@Hoy.jpg)
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Son bolivianas, indígenas y han roto un techo de cristal subiendo cuestas. Las Cholitas fueron un grupo inicial de once mujeres de entre 24 y 50 años que se ganaban la vida cocinando o porteando para alpinistas que intentaban escalar las montañas y volcanes más ... altos de Sudamérica. Eran sus maridos quienes guiaban a los clientes por los Andes en el tramo final de cada ascensión. Un 17 de diciembre de 2015 dijeron basta y quisieron conocer por sí mismas qué había ahí arriba, así que dejaron a los hombres en el campo base y empezaron a subir ellas, tal y como han explicado este jueves en Badajoz.
Si ha habido veinte hombres que han coronado los catorce ochomiles sin oxígeno antes de que Edurne Pasabán completara esa lista en 2010, veintitrés años después de que Reinhold Messner finalizara su gesta en 1986, esto refleja que en la parte más mediática de la montaña también existe brecha de género.
Pero sus escaladas van más allá de lo deportivo. Con sus polleras (faldas), aguayo (capa que usan de mochila) y borsalinos (gorros), entre otros atuendos típicos para reivindicar su etnia, en 2019 dos de estas cholitas hicieron cima en el Aconcagua, de 6.961 metros de altitud y techo del continente sudamericano. Aquella ascensión, cargada de un potente mensaje sobre liberación y tradición, dio pie a un documental filmado durante tres meses por el español Jaime Murciego, cinta que ayer jueves se exhibió en Badajoz.
Dos de las cinco cholitas que salen en la cinta, Elena Quispe (24 años) y Cecilia Llusco (38), estuvieron en la proyección y posterior tertulia en un acto organizado por la oenegé Entreculturas y que tuvo lugar en el salón de actos de la Facultad de Ciencias de la Documentación y la Comunicación de la Universidad de Extremadura. Allí conmovieron y concienciaron con su testimonio a casi un centenar de asistentes que entendieron que estas mujeres en realidad han ido un poco más allá de esas cimas que han pisado.
HOY habló ayer con ellas antes de la proyección. «Cuando iba de cocinera me quedaba en el campamento más alto haciendo la comida y veía bajar a los hombres, unos muy felices y otros muy tristes. Yo quería saber qué experimentaban. Subir montañas es duro, pero merece la pena porque te sientes libre. En la cima estás entre las nubes y tocas el cielo. Cada uno lo siente de manera diferente, pero para mí es muy hermoso», comentaba ayer Cecilia, que ya ha subido 13 seismiles y tiene dos hijos que la han apoyado en todo momento.
Su compañera Elena, catorce años más joven, dice que prefiere esperar a ser madre porque así se siente más libre. Sin pretenderlo, las montañas la han llevado a desafiar lo establecido en su país. Ya lleva 12 seismiles y está encantada con haber conocido España, concretamente Madrid, Bilbao y ahora Badajoz antes de desplazarse a Valladolid para seguir divulgando su experiencia.
Cuentan que los inicios no fueron fáciles pues se enfrentaron a los prejuicios de alpinistas y compatriotas. «En el camino nos han discriminado, pero esto nos ha dado más fuerza. Nos hemos tapado las orejas y hemos llegado a las cimas para dar el mensaje a las mujeres de que somos fuertes y valientes», relataba ayer Cecilia después de que muchas cholitas, gracias al apoyo de sus parejas, hoy puedan presumir de proezas con cimas exigentes como las del Acotango, el Parinacota, el Pomarapi o el Illimani, entre otros seismiles. La guinda del pastel la consiguieron en 2019 cuando en Argentina coronaron el Aconcagua. Su hazaña y las fotos de su colorida indumentaria corrieron por los medios y pasaron a ser 'las cholitas escaladoras', convirtiéndose en las primeras mujeres indígenas en hacer esa cumbre. Hoy hay varias decenas de 'cholitas escaladoras' y cuatro de ellas, entre ellas Cecilia, son guías de montaña, profesión que hasta hace poco solo ejercían hombres en Bolivia.
El documental cuenta este proceso y ambas ayer en Badajoz indicaron que han ayudado a abrir puertas. «Muchas mujeres que estaban encerradas en la casa han visto no solo que pueden salir a las montañas sino a hacer deporte y otras cosas que no se habían planteado antes».
Aunque ni su aspecto ni su indumentaria se asemeja a los de los alpinistas, las cholitas parten con una ventaja innata en terreno montañoso. El pico más alto de la península ibérica, el Mulhacén, se eleva 3.285 metros sobre el mar y las protagonistas que viajaron ayer a Badajoz se han criado en el pueblo de El Alto, a 4.200 metros, por lo que les afecta menos el cansancio. No saben si les bastará para su próximo reto, hollar el Everest, con el que esperan que su mensaje de liberación y empoderamiento termine de dar la vuelta al mundo.
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