Especial energía

Comunidades energéticas: los vecinos que no se reúnen en un portal

Unidos por las renovables. Los vecinos pueden montar cooperativos o asociaciones para ahorrar más energía y gastar menos dinero en la factura

José Tomás Palacín

Viernes, 20 de diciembre 2024, 22:38

Una comunidad energética es algo más que un grupo de vecinos compartiendo la misma energía renovable. Las también llamadas Comunidades de Energía Renovable (CER) son un término propuesto por la propia Unión Europea (UE), y las definen así: «Una comunidad energética es una entidad jurídica que capacita a los ciudadanos, las pequeñas empresas y las autoridades locales para producir, gestionar y consumir su propia energía».

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Puesto en pie, parece que estuviera formada sólo por ciudadanos alejados del estilo tradicional de consumo. Y, aunque en cierto modo es una manera original —o, al menos, moderna— de organizarse en torno la energía, la realidad es que están formadas por los propios productores, que se unen a consumidores —que, ya sí, pueden ser ciudadanos particulares, empresas o administraciones públicas— y a los distribuidores para acceder a energías renovables de bajo coste.

La propia UE explica, a través del dossier 'Comunidades energéticas para transformar el sistema energético de la UE', que la propia Comisión Europea, así como los países europeos, deben promover «de forma activa» acciones que ayuden a sus ciudadanos a reducir su consumo de energía, fomentar su ahorro energético y reducir sus facturas. Eso pasa, también, por la figura del «prosumidor», esto es, el que consume y a la vez produce energía.

Y esto es lo que marca la diferencia en las comunidades: acceden a energía renovable de bajo coste… pero siendo quienes asumen la propiedad de las instalaciones de producción. En Extremadura, ejemplo de potencial energético renovable por antonomasia, eso se traduce en una cosa: placas solares de las que se benefician los vecinos que se unen.

Entre las ventajas más palpables, quizá la más importante sea que realmente se paga menos por la instalación de generación de energía y se ahorra en la factura de la luz, además de apoyar la generación de energías limpias, luchando contra el cambio climático y revitalizando la economía local, pues el dinero se queda en la comunidad.

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Ejemplo de comunidad solar en un edificio público. HOY

Cómo son

Según el Informe de Indicadores 2023 del Observatorio Nacional de Comunidades Energéticas, Extremadura cuenta, al menos hasta diciembre del pasado año, con 12 comunidades energéticas —a las que en 2024 se han sumado dos más—, con una muy amplia mayoría de comunidades energéticas solares. Poco más de la mitad de ellas, formadas por agrupaciones de entre 21 y 50 vecinos.

Cabe destacar que en pocos metros cuadrados —entre Piornal, Barrado y Casas del Castañar— hay tres comunidades energéticas, que se unen a las de Montijo y Valdelacalzada y otras, más desperdigadas en el territorio, como las de Alcántara, Garrovillas de Alconetar, Casar de Cáceres, Montánchez, Garciaz, Mérida, Valverde de Leganés, Medina de las Torres e Higuera la Real. 14 en total.

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Así, en la región hay 1,13 comunidades por cada 100.000 habitantes, respecto al 0,74 español, y un 3% de los municipios cuenta al menos con una comunidad, 4% en el caso nacional. No son cifras muy grandes, pero teniendo en cuenta que, respecto al autoconsumo, Extremadura creció más de un 100% el pasado año en potencia instalada y casi un 100% en nuevas instalaciones (157 MW y más de 13.000 instalaciones en total, respectivamente), esto es sólo el principio.

Por otro lado, el mismo informe señala que la figura jurídica bajo la que se han constituido formalmente las comunidades energéticas se dividen en un 75% de cooperativas y un 25% de asociaciones. Mientras, el rol de las administraciones públicas se divide en una gran importancia de los ayuntamientos extremeños, que ejercen sobre todo como promotores, pero aún más el Gobierno central, que también es promotor, en menor medida, y también facilitador. No en vano, los socios o cooperativas financian toda la instalación scon sus fondos propios, pero también recurren a la ayuda pública.

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Jornadas de divulgación y fomento sobre las comunidades energéticas. HOY

Los independientes

En Extremadura, el caso más reseñable en cuanto a iniciativas independientes es el de la Cooperativa Extremeña de Energía, EnVerde, un proyecto cooperativo que pretende «recobrar el control» de lo que consideran «un bien básico», creando un servicio «desde y para las personas, en la que no quepa la especulación con la energía».

En EnVerde, los asociados forman parte de las decisiones de todo lo que ocurre, organizándose en una asamblea, que se reúne una vez al año para aprobar cuentas y acordar las líneas estratégicas de funcionamiento. También tienen un consejo rector, un técnico y diferentes grupos de trabajo para, como ellos definen, «formar parte del cambio hacia una modelo energético sostenible y socialmente justo».

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En EnVerde tienen cuatro comunidades ya mencionadas: Montánchez, Barrado y Casas de Castañar —ambas del Jerte— y Mérida. La primera, con una instalación fotovoltaica inicial de 100 kWp de potencia nominal; la segunda y la tercera, con placas en cubiertas públicas cedidas por los ayuntamientos correspondientes, aunque en un futuro harán minicentrales hidráulicas; y Mérida, con varias instalaciones en funcionamiento con una potencia de 238,86 kWp que proporcionan energía a 97 familias, cinco pymes y una asociación.

El caso Cedillo

También hay proyectos adscritos a una compañía, como es el caso de la famosa comunidad solar de Cedillo, un pueblo cacereño de 450 habitantes que se convirtió en el primer «pueblo solar» de toda España.

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Con la idea de hacer frente a la despoblación, se instalaron pequeñas plantas fotovoltaicas en tejados de siete edificios municipales, más un terreno cedido por el Ayuntamiento, con una potencia de 355 kW nominales. Un hecho que les hace ahorrar a los vecinos en su factura el equivalente al 50% de su consumo anual energético.

Con el tiempo, Cedillo contó con una fotovoltaica de 375 MW, que se unió a otros 100 MW instalados previamente, distribuyendo la energía producida por esta planta y una central hidroeléctrica de casi 500 MW, también ubicada en este municipio.

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Tres vecinos veratos, tras unirse a una de estas comunidades al Jerte. HOY

El papel público

Por último, si bien hay diferentes iniciativas —divulgación, fomento, inversión- desde la administración pública, tanto a nivel local como estatal, cabe resaltar una sobre las demás: la Agencia Extremeña de la Energía (Agenex) creó este año la Oficina de Transformación Comunitaria (OTC), en el marco del Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia, financiado por Next Generation UE.

El objetivo de este proyecto es el de asesorar e impulsar comunidades energéticas en la región, además de proporcionar un servicio de acompañamiento y tutorización individual a dichas comunidades desde el arranque de la iniciativa, en los procesos de participación ciudadana, así como en la definición de la forma jurídica y formalización. Del mismo modo, asesorará en aspectos técnicos y sobre financiación a los proyectos que quieran desarrollar estas comunidades.

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Por otra parte, Agenex llevará a cabo campañas de información de carácter itinerante, cursos de formación en comunidades energéticas y jornadas de impulso para su creación.

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