![El comunismo extremeño recuerda 'La caída del 73'](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/11/24/PCE%20Don%20Benito%20finales%20de%20los%2070%20V2-RGbDziE0ckmyFxfB2G93HTN-1200x840@Hoy.jpg)
![El comunismo extremeño recuerda 'La caída del 73'](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/11/24/PCE%20Don%20Benito%20finales%20de%20los%2070%20V2-RGbDziE0ckmyFxfB2G93HTN-1200x840@Hoy.jpg)
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«A Valentín Morcillo le muelen a palos, a Valentín Giménez le clavan astillas en las uñas, Santiago Leal pierde dos veces el conocimiento, a Manolo Paredes cuando le desplazan a la cárcel de Badajoz, los funcionarios de prisiones no quieren recibirlo, pues estiman que ... en su situación debería ingresar en un centro hospitalario». El relato es de Manuel Cañada, un histórico de la izquierda política extremeña y una de las almas de 'La caída del 73', documental producido en la región y centrado en un episodio tan ilustrativo como desconocido del tardofranquismo en la comunidad autónoma: la detención de 160 personas en diez municipios pacenses, todas ellas con un mismo delito: su militancia comunista.
Aquel episodio de arrestos masivos fue bautizado como 'La caída del 73', y para Cañadas «es con mucha diferencia, el episodio de represión más masivo desde los años de la posguerra en Extremadura, y seguramente una de las mayores redadas de esa época en España». «Y sin embargo –se pregunta–, ¿cuántos extremeños conocen este acontecimiento o siquiera el nombre de alguno de aquellos luchadores?». En la pregunta está la respuesta: la mayoría no ha oído hablar de estos hechos, que sin embargo, están muy vivos en la memoria de quienes los sufrieron en primera persona y sus familiares.
Visitación Berrocal
Hija del líder del PCE en Extremadura en 19
«Lo peor no fueron los seis días que pasé detenido en Mérida y trece en Badajoz, lo peor vino después, al salir», recuerda Rufino García Macías, que rememora al detalle el momento de su arresto. «Yo tenía entonces 23 ó 24 años y pertenecía a las Juventudes Comunistas. Ese día estaba dando un paseo con mi novia, que ahora es mi mujer. Estábamos tranquilamente andando por la Plaza y viene Alfonso, el policía municipal, y me dice que la Guardia Civil está esperándome en el cuartelillo. Yo ya me olí de qué iba el asunto, porque había oído hablar de detenciones en Villanueva (de la Serena.) En Calamonte me detuvieron a mí y a otros cuatro: a José, a uno que llamábamos Pedro el Torero, a Eustaquio y a Miguel. Fui para allá, y nos llevaron a Mérida, a tomarnos declaración. Allí estuvimos seis días en el cuartelillo de la Policía Local, y luego nos mandaron a Badajoz, donde estuvimos trece días. Me pegaron empujones y me amenazaron con darme una paliza. Su afán era que les diéramos nombres, pero nosotros nos habíamos conjurado para no delatar a nadie y lo cumplimos. Sobre todo no queríamos que se llevaran a Sabino y Felipe, dos hombres del pueblo que habían estado en la Guerra Civil y que ya eran mayores. Esos 19 días detenido no fueron lo malo. Lo peor vino luego. Me quedé sin trabajo y me costó mucho volver a encontrarlo. En ningún sitio me querían. Al final, me admitieron en la misma cooperativa de frutas en la que estaba cuando me detuvieron. La gente me señalaba por la calle. Iba con mi novia y me veían y decían 'Mira, ahí viene'. Muchas madres tenían todavía la Guerra civil en la cabeza y no querían que los suyos tuvieran contacto ninguno conmigo. Eso fue duro».
«El documental me parece una buena idea, para que la juventud y cualquier persona pueda saber lo que pasó y se den cuenta de lo que pasamos para poder tener el bienestar que disfrutamos hoy», concluye Rufino, que es uno de los 24 testimonios del reportaje de Gran Angular Producciones. Dura 78 minutos, lo han dirigido Mario Cano y Manuel Cañada, y lo han financiado aportaciones individuales y de colectivos como el PCE extremeño, el de Zalamea de la Serena e IU Mérida.
Por él desfilan represaliados y sus familiares, pero también militantes del PCE regional (Adela Flores, Antonio Rodríguez, Rafa González, Javier Romo, Pilar Rodríguez y Ana Belén Gutiérrez), historiadores (Juan Andrade, Juan Carlos Molano y Carlos Sagüillo) y otras personas que conocieron esos hechos, como el expolítico, escritor y columnista de HOY Tomás Martín Tamayo, que entonces era profesor en la cárcel de Badajoz, o Fermín Solano, párroco en Don Benito.
Manuel Díaz
Su padre pasó medio año en la cárcel
Cada uno ofrece su punto de vista sobre la cadena de detenciones que comenzaron el 8 de junio de 1973. La lista de localidades donde hubo arrestos incluye a Don Benito, Villanueva de la Serena, Valdivia, Navalvillar de Pela, Orellana la Vieja, Santa Amalia, Mérida, Montijo, Calamonte y Aceuchal. «El objetivo de la gran redada fue descabezar y romper el movimiento antifranquista que se había ido tejiendo», apunta Cañada, que pone el foco en un dato: «Estos hechos –subraya– no ocurrieron en la Edad Media, sino hace solo 50 años».
Entonces, el epicentro del comunismo extremeño estaba en Don Benito. Y el líder era el ya fallecido Pedro Berrocal, de profesión cuchillero. «La detención de mi padre no me sorprendió», dice su hija Visitación. «Él ya me había avisado, me había dicho más de una vez que no me extrañara si le detenían, y que no me avergonzara si le llevaban a la cárcel, porque no sería por haber hecho nada malo sino al contrario, por haber ayudado a la gente».
«Mi padre y dos amigos reorganizaron el PCE extremeño, que estaba casi desmantelado, y fijaron la cúpula en Don Benito –reconstruye Visitación–. En 1959, él se fue a París a formarse como líder. Estuvo allí 45 días. Y las primeras octavillas que se lanzaron en esa nueva etapa fue el día de mi primera comunión, en abril del 59, en la iglesia de Santiago, que está en el centro de Don Benito y rodeada de casas donde vivía gente de derechas». «Mi padre –sigue la hija– no nos contó cuánto le torturaron. Ni a mi hermana ni a mí. Tampoco a sus nietas. Por ahorrarnos dolor. Pero sabemos que le torturaron mucho. Gente del pueblo nos ha dicho que saben más de lo que pueden contarnos, y yo les agradezco que no nos lo cuentan».
Hay un episodio que sí conoce porque él lo contó. «Le llevaron –rescata Visitación Berrocal– primero a Villanueva de la Serena y después a Don Benito. En el cuartel de la Guardia Civil de Don Benito vio a muchos de sus compañeros, varios tirados en el suelo, inconscientes. Y esa escena que acaba de ver se la cuenta al juez que le tomó declaración, que en ese momento llamó por teléfono al cuartel y advirtió al teniente. Cuando a mi padre le llevan de vuelta a Don Benito, el teniente le está esperando. Le puso una pistola en el pecho y le dijo que tuviera cuidado porque le volaba la cabeza».
Al igual que Rufino, ella y su padre y su familia también sufrieron el rechazo de una parte de la sociedad, que no quería cuentas con los comunistas. «Aunque también había –apunta la hija de Pedro Berrocal– quien en silencio te daba a entender que te apoyaban».
«No es que sus vecinos les dieran la espalda radicalmente, pero procuraban hablar poco con ellos, no fueran a asociarles con ellos y a detenerles», completa Manuel Díaz, hijo de Juan Díaz, uno de los últimos en salir de prisión. Pasó entre rejas medio año.
«Cuando le detuvieron, yo tenía 21 años y trabajaba de electricista en Valencia, en los astilleros de la Unión Naval de Levante –evoca su hijo–. Me enteré por una carta que me mandó mi madre. Cogí un tren y me fui a Don Benito. Me tocó hacer de cabeza de familia, ponerme a trabajar en el campo, que era el oficio de mi padre, aunque no lo había hecho nunca».
«En casa éramos conscientes de que algo así podía pasar –rememora Manuel Díaz–, porque en aquella época, pertenecer al Partido Comunista y a los movimientos sociales conllevaba el riesgo de que te detuvieran o algo peor. Mi padre y sus compañeros lucharon por la democracia y la libertad, que entonces estaban perseguidas. Conocer lo que pasó está bien porque ayuda a ser conscientes de que lo poco que tenemos ahora no fue regalado, sino que hubo gente que luchó por ello».
Durante esos días de junio de hace medio siglo, «el cuartel de la Guardia Civil de Don Benito se convirtió en una sala de torturas a pleno rendimiento», asegura Manuel Cañada, que explica también que «a los detenidos los fueron soltando de manera escalonada, intentando generar divisiones internas y miedo». Los últimos «salieron el 30 de noviembre de 1973, y permanecieron en libertad condicional hasta julio de 1976, fecha en la que fueron condenados a un año de cárcel que no cumplieron porque poco después se decretó el indulto».
Esto último está explicado en una sentencia del Tribunal de Orden Público número dos, de junio de 1976. Los acusados son cuatro vecinos de Don Benito y uno de Santa Amalia, de 36 años el más joven y 66 el más mayor. Hay un obrero del campo (Juan Díaz), un pensionista, un profesor de autoescuela, un cuchillero (Pedro Berrocal) y un obrero agrícola. Todos están «casados, tienen instrucción, son insolventes, no tienen antecedentes penales y presentan buena conducta», excepto uno, a quien se define como «de conducta irregular».
Se les acusa de estar «afiliados al Partido Comunista de España en la clandestinidad, que persigue como meta la mutación por la fuerza de la vigente estructura estatal hispana». «Asistieron a frecuentes adoctrinamientos», sigue la sentencia, que les acusa también de «realizar labor de proselitismo entre compañeros de trabajo, intercambiándose material doctrinario». Se refiere el juez a las publicaciones 'Mundo obrero' y 'La voz del campo', por las que «pagaban periódicamente 25 pesetas».
La Fiscalía calificó aquellos hechos como constitutivos de un delito de asociación ilícita, dado que «el PCE está declarado contrario a la legalidad», al tener «como objetivo la destrucción de la organización política, social, económica y jurídica del Estado, propugnando para lograrlo el empleo de medios no pacíficos». Los cinco fueron condenados a un año de prisión menor, que no cumplieron al beneficiarse del indulto masivo aprobado por decreto en noviembre de 1975.
«En un país con una auténtica cultura democrática –reflexiona Cañada–, la caída del 73 estaría en los libros de texto, se enseñaría en las escuelas; los institutos de ESO de la región se rifarían poder contar en las clases de Historia, Ciudadanía o Ética con el testimonio de los abuelos supervivientes de aquellas detenciones. Pero aquí, el relato histórico impuesto sigue siendo el de 'Cuéntame' (la serie de TVE), una milonga tramposa a la medida de las clases dominantes».
El documental, explica su codirector, busca «homenajear a esos represaliados pero también reivindicar otra Extremadura, la de la rebeldía y la lucha, distinta a la que suele retratarse y que está por contar». «En España no existió solo la Transición de las grandes ciudades. Hubo otra, la de lugares como nuestra región, donde también hubo oposición antifranquista. Porque no es verdad que Extremadura haya sido un páramo de resignación. 'La caída del 73' y las luchas y huelgas y protestas sociales de antes y de después, lo dejan claro».
Badajoz 2 de diciembre, Residencia Universitaria Hernán Cortés, 19 horas
La Coronada 15 de diciembre
Montijo 16 de diciembre
Confirmado lugar pero no fecha Santa Amalia, Campanario, Castuera, Zalamea de la Serena, Ribera del Fresno, Vivares, Los Santos de Maimona, Calamonte, Navalmoral de la Mata y Burguillos del Cerro.
Fuera de Extremadura Han pedido que se proyecte –están por concretar fecha y sitio– en Getafe, Leganés (las dos en Madrid), Esplugues, Cornellá, Sant Joan Despi, Sant Feliu (las cuatro en Cataluña) y en alguna localidad cántabra.
Villafranca de los Barros 16 de enero
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