Las dos plantas termosolares que Abengoa tenía en Extremadura pasaron en 2015 a manos de su filial Abengoa Yield. Tres años después esta compañía, que ya había cambiado su nombre a Atlantica Yield, fue adquirida por una corporación canadiense dedicada al sector de las energías renovables.
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Sin embargo, en estas instalaciones, Abengoa continuó encargándose de «su operación y mantenimiento a través de su filial de servicios», tal y como confirman desde el propio grupo.
Estas tareas no van a sufrir ninguna modificación, según exponen desde la compañía sevillana. Al menos por el momento. El concurso de acreedores voluntario solicitado por Abengoa –el segundo más importante de los ocurridos en España hasta la fecha tras el de Martinsa-Fadesa– se ha planteado para la compañía matriz, no para sus filiales. Además, en el escrito remitido el pasado 22 de febrero por Abengoa a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), en la que solicitaba el concurso, se especifica que uno de los objetivos es «evitar la inviabilidad de las sociedades filiales que desarrollan la actividad del grupo y, con ello, preservar el empleo».
Las dos termosolares de Logrosán, Solabén 1 y Solabén 6, fueron inauguradas en diciembre de 2012. De 50 megavatios (MW) de potencia cada una de ellas, sumaron una inversión de 500 millones de euros.
El pasado 31 de diciembre finalizó el contrato que Inabensa, filial del grupo Abengoa, tenía con la central nuclear de Almaraz para tareas de mantenimiento. Esta era una de las únicas vinculaciones directas que la compañía sevillana mantenía con Extremadura.
El resto de relaciones empresariales que Abengoa tiene en la región se deben a la subcontratación de firmas extremeñas, principalmente del sector de la construcción, para acometer proyectos concretos. Han sido muchas a lo largo de los años. En estos casos, sí existe cierta preocupación por la situación concursal de la matriz del grupo.
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En el momento en el que se apruebe el concurso, se paralizará el pago de las deudas que Abengoa mantiene con sus acreedores. Entre ellas hay pymes de la región. Desde el sector de la construcción entienden que las cuantías que se adeudan no serán muy elevadas. El reducido tamaño de las empresas en Extremadura y el amplio periodo de tiempo que la compañía andaluza lleva en una situación complicada dificulta que mantenga una deuda muy elevada.
Eso no oculta que la caída de Abengoa pueda complicar la supervivencia de muchas empresas satélite –de logística, transporte o suministro, además de algunas de la construcción– que ya atraviesan por unos momentos delicados a causa de la crisis económica actual.
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