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Un rincón con encanto
Convento de El Palancar
Un convento mínimo, sencillo y austeroEl Palancar ·
San Pedro de Alcántara fundó en el siglo XVI un lugar que, además de ser frondoso en verano, tiene el claustro más pequeño del mundoVer 8 fotos
Un rincón con encanto
Convento de El Palancar
Un convento mínimo, sencillo y austeroEl Palancar ·
San Pedro de Alcántara fundó en el siglo XVI un lugar que, además de ser frondoso en verano, tiene el claustro más pequeño del mundoEn este convento es frecuente darte un coscorrón al atravesar una puerta. Esto nos recuerda –dice uno de los cuatro frailes que lo habita– que «en esta vida conviene agachar de vez en cuando la cabeza». El convento de El Palancar, junto a la ... localidad cacereña de Pedroso de Acim, está lleno de mensajes. Y la mayoría van encaminados a ensalzar la austeridad. Por eso sus dimensiones son mínimas y ha sido bautizado como 'El convento más pequeño del mundo', eslogan inesperado para un recinto de 72 metros cuadrados que atrae un goteo de visitantes a este frondoso, tranquilo y fresco lugar.
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Su iglesia es de principios de XVIII y muy austera. Se construyó tras la canonización de San Pedro de Alcántara, patrón en Cáceres o Coria, entre otras localidades cercanas, pero que además lo es de toda la diócesis y de un país entero como Brasil. Lo relevante es que San Pedro de Alcántara «consagró su vida a la pobreza, la sencillez y la humildad», destaca el amable fraile que suele guiar a los visitantes. Por eso todo en el interior donde San Pedro pasó los últimos años de su vida, hasta que murió con 63, es mínimo.
El claustro primitivo, de no más de doce metros cuadrados, es considerado el más pequeño del mundo y da acceso a una celda visitable que ilustra sobre el tipo de vida de los franciscanos que lo habitaron. El propio San Pedro dormía en otra celda aun más incómoda sentado y apoyando la cabeza en un tablón, ya que para este místico una de sus penitencias era vencer el sueño y así poder dedicar más horas a la oración y la meditación. En el refectorio donde se sentaban a comer los religiosos en el siglo XVI no hay ni mesa para acentuar el sentido de la penitencia.
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Una de las piezas más confortables que se conserva es un recio escaño de madera donde consta que descansaba San Pedro. Lo tenía una familia de Serradilla que lo donó como reliquia el siglo pasado.
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Y es que el convento estuvo muchos años abandonado, tanto tras la Desamortización de Mendizábal, cuando pasó al gobierno hasta que luego lo compró la diócesis, como durante la Guerra Civil.
Ahora hay misas cada tarde y en ocasiones visitas de grupos. Una de la que más quebraderos de cabeza dio a sus cuatro frailes fue la del año pasado cuando pararon cuatro autobuses que se dirigían a Lisboa a ver al Papa. Organizándose, al final consiguieron ver todos un convento sencillo, donde hay piedra, ladrillo, madera y poco más, pero que tiene un encanto especial.
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