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¿Qué ha pasado hoy, 1 de abril, en Extremadura?
Imagen antigua de la Alcazaba, donde vivía la familia. HOY
De bestia humana a pobre muerto en un día
Crónica Negra en Extremadura

De bestia humana a pobre muerto en un día

En 1922 en Badajoz un hombre enfermizo que vivía en una casa dentro de la Alcazaba acuchilló once veces a su madre y luego se fue a casa de su amante, a la que también atacó. La historia, sin embargo, era mucho más complicada

Sábado, 29 de marzo 2025, 07:44

Esta crónica negra en realidad podrían ser dos distintas, dos casos separados. El primero un delincuente sangriento apodado 'la bestia humana' que apuñaló violentamente a dos mujeres con pocas horas de diferencia. La segunda historia es la de un pobre hombre enfermo y maltratado por su familia que murió por falta de cuidados. La realidad es que ambas cosas sucedieron en Badajoz los días 10 y 11 de febrero de 1922 y ambos protagonistas son la misma persona.

En la prensa de la época es donde mejor se aprecia el contraste entre ambos episodios. El sábado 11 de febrero El Correo de la Mañana llevó en su portada un suceso ocurrido en Badajoz. «Anoche un hombre joven apuñaló a su madre y a su amante». Sobre el titular añadían: «La bestia humana». Al día siguiente este mismo periódico rezaba: «La tragedia del Castillo. El parricida ha fallecido en la cárcel» en un tono mucho menos violento.

Recortes sobre el crimen en la prensa. HOY

En esas 24 horas los periodistas descubrieron datos que no conocían sobre el caso y tuvieron que dar un enorme giro.

Comenzando por el principio, el protagonista es Domingo M. G., un joven que vivía en una casa del llamado Castillo de Badajoz, ahora conocido como Alcazaba. A principios de siglo aún había viviendas pegadas a la muralla de este monumento. Eran muy humildes, con inquilinos muy pobres.

Domingo, que vivía junto a su madre de 71 años, había sido un hombre enfermizo toda su vida. Sufría hemólisis, un trastorno que le causaba muchas molestias y una eterna debilidad. Según contó la prensa, este estado le producía «frecuentes arrebatos de desesperación».

Hijo y madre discutían habitualmente. El primer día la prensa aseguró que la causa de los enfrentamientos era que el enfermo «se exaltaba en términos del más abyecto degenerado». En uno de esos enfrentamiento, el viernes noche, Domingo cogió una navaja y apuñaló once veces a su madre en la cara y la cabeza, uno de los cortes le atravesó a la mujer la mano izquierda al tratar de protegerse del ataque. Luego este vecino salió de la casa.

Al verlo, los vecinos se sorprendieron porque se movía poco fuera de la vivienda, y nunca de noche. Uno de ellos le preguntó y Domingo le respondió que iba en busca de un médico porque a su madre le había dado «una ataque». Luego se marchó.

Los vecinos decidieron entrar en la casa para asistir a la anciana y la encontraron en un gran charco de sangre.

Desde su casa Domingo fue a la calle Encarnación, la vía donde se concentraban las tabernas y las prostitutas. Fue a ver a Claudia, una mujer con la que sostenía relaciones esporádicas. Al verle llegar esta mujer también se sorprendió porque nunca iba de noche y tenía mal aspecto. Él la convenció sin embargo para entrar juntos en la habitación que tenía en una de las casas de esta calle. Una vez dentro la atacó y le hizo un enorme corte con la navaja en la cara, más de 15 centímetros.

Las culpaba de su enfermedad

«¿A qué viene esto?», le gritó Claudia a su agresor. «A que, entre mi madre y tú tenéis la culpa de que yo muera», respondió él.

Finalmente Domingo salió a la calle, llamó a voces a los guardias municipales y se entregó para que lo detuviesen.

Ambas mujeres sobrevivieron a los ataques, lo que sorprendió a los periodistas de la época, especialmente por la gravedad de las lesiones de la anciana. De hecho algún periódico dijo que la madre había muerto y tuvo que rectificar posteriormente, matizaron que le salvaron la vida en el Hospital Provincial usando «grandes dosis de cafeína».

El cronista del Correo de la Mañana pudo ver al que apodó «bestia humana» en los calabozos. «Su figura desmedrada y enclenque aparecía embutida en la silla en la que se sentaba. Daba muestras de profundo abatimiento y solo contestaba con monosílabos a las preguntas que se le dirigían».

Lo que no apreció el periodista es que Domingo estaba agonizando. Murió unas horas después en su celda, según los médicos por el esfuerzo que había hecho al atacar a las mujeres, que era incompatible con su estado de salud.

La crónica de su fallecimiento, publicada por los periódicos el domingo 12 de febrero, cambió por completo la historia. Indicaron que Domingo murió porque no recibía cuidados y que el ataque a su madre fue un acto para tratar de huir.

La investigación policial determinó que no había atacado a su madre con una navaja como se indicó en un primer momento, sino con el atizador de la chimenea, «lo primero que encontró». Tampoco apuñaló a Claudia, sino que se hizo la herida durante una discusión cuando fue a pedirle ayuda a su amante. El ataque homicida de la bestia humana se convitió por tanto en la crisis violenta de un hombre muy enfermo.

Los testimonios de los vecinos completaron la nueva versión del suceso. El crimen se produjo, según uno de los testigos, por el total abandono en que le tenía la madre que, lejos de atenderlo con solicitud conmiserativa, «lo dejaba en un rincón para que se muriera como un perro», aseguró.

La policía comprobó que, en efecto, solo había una cama en la vivienda que parece que ocupaba la madre y que las condiciones en las que vivía Domingo eran terribles. La bestia humana fue enterrado como una víctima.

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