![El asesino y la víctima eran pastores de cabras. En la imagen un pastor en la zona de Navalmoral de la Mata.](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/10/27/2_20231027171615-RU6oVY2F2RRo4baIqytn3WI-758x531@Hoy.jpg)
![El asesino y la víctima eran pastores de cabras. En la imagen un pastor en la zona de Navalmoral de la Mata.](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/10/27/2_20231027171615-RU6oVY2F2RRo4baIqytn3WI-758x531@Hoy.jpg)
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Uno de los mejores periodistas de tribunales que había hace un siglo en Cáceres, era uno que firmaba con el seudónimo 'El licdo. Gregorio López' las noticias que escribía en el diario 'Nuevo Día', en una sección que se titulaba 'Vida forense'.
El 13 de ... junio de 1927 escribió del juicio que estaba teniendo lugar, en la Audiencia Territorial de Cáceres, contra el pastor de cabras Plácido B. G., que había matado a su hermano Esteban de un hachazo. Con un estilo algo rebuscado dijo:
«Otro Caín está sentado en el banquillo, y la solemnidad del acto contrasta notoriamente con los relatos bíblicos, pues aseguran éstos que al primogénito de Adán y Eva, no se le aplicó la pena del Talión, porque el culpable fue señalado para impedir en él la venganza de su crimen, el que expió errante y alejado de sus semejantes.
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Horrible y repulsivo, con cualquiera de las circunstancias que le caracterizan, se presenta siempre ante la honrada conciencia el delito de asesinato, mas cuando la víctima lleva en sus venas la propia sangre de su verdugo, cuando uno y otro se engendraron en el mismo vientre, el horror y la repulsión no tiene límites, pues solo la realidad del crimen, da la triste y sombría impresión de su existencia».
La persona que estaba siendo juzgada era un joven cabrero de 22 años, Plácido B. G. que con su hermano mayor Esteban cuidaban cabras en una finca del término de Toril, en la dehesa Cambrona; cerca de Casatejada, en pleno Campo Arañuelo.
La localidad de Toril tenía entonces alrededor de 150 habitantes, igual que ahora, y los dos hermanos vivían en un chozo, en una choza pequeña. Los dos eran naturales de Valbuena del Arzobispo, un pueblo de Salamanca.
Según los periódicos de la época, el crimen ocurrió en la madrugada del 4 de enero de 1927. Así lo contó el licenciado Gregorio López al hablar del juicio:
«El Plácido, que en su aspecto externo no acusa alguna anormalidad, al ser interrogado manifiesta que tenía frecuentes altercados con su hermano, y que éste, la noche de autos, al regresar de otro chozo, donde fue a divertirse, le culpó, atribuyéndole ser el causante de la enfermedad de una chiva, llegando hasta a amenazarle, acostándose a poco, e instantáneamente, a los dos o tres minutos, obrando en un momento de locura, pegó con el hacha a Esteban, y sin saber lo que hacia, arrastró el cadáver, colocándole debajo de un árbol».
Arrastró el cuerpo sin vida de su hermano unos 250 metros, teniendo en la cabeza fuertemente clavada el hacha. Lo puso a los pies de un alcornoque y tramó un burdo plan para intentar evitar la acción de la justicia. Desgajó una rama del árbol con la intención de que creyera la gente que viera al muerto que había tenido un accidente: que se había caído del árbol al intentar cortar una rama con el hacha. La rama sobre la que estaba subido tronzó, y tuvo tan mala suerte que tras caer, la peligrosa herramienta le dio de lleno en la cabeza, matándole.
Al día siguiente, una niña que pasó por el lugar vio la dantesca escena y avisó a la Guardia Civil. Los guardias fueron a ver al hermano y poco tardó en confesar su horrible asesinato, llevándole detenido a la cárcel de Navalmoral de la Mata, que ahora es el Espacio para la Creación Joven.
En el juicio el abogado defensor, Arturo Aranguren, pidió una pena benévola al asegurar que Plácido había acabado con la vida de su hermano movido por el arrebato y la obcecación; mientras que el fiscal jefe aseguró que había actuado con alevosía, y que el acusado era un vil asesino. El tribunal pensó igual que el fiscal y la condena fue la de pena de muerte.
El cabrero estuvo esperando el fin de sus días hasta que al año siguiente, el Viernes Santo de 1928, Alfonso XIII le indultó, cambiando la pena por la de cadena perpetua.
El indultó tuvo lugar en una fastuosa puesta en escena en el Palacio Real. Alfonso XIII con su familia salieron de sus aposentos desfilando camino de la capilla, participando en el desfile los grandes de España, damas de la reina, «gentiles hombres y mayordomos de semana». La reina y las infantas con mantilla negra. En la misa, en un momento de la adoración de un supuesto trozo de la cruz donde murió Jesucristo, reliquia regalo de un Papa, al rey se le acercó el Patriarca de las Indias llevando en una bandeja cuatro sentencias de muerte, cada rollo con una cinta negra. El patriarca le preguntó a Alfonso XIII:
–Señor: La justicia humana ha condenado a estos reos a la última pena. ¿Los absuelve su Majestad?
–Qué Dios me perdone como yo los perdono –dijo Alfonso XIII, cambiando las cintas negras de los documentos por cintas blancas.
Entre los cuatro indultados estaba el cabrero Plácido, que pasó a cumplir cadena perpetua en el penal del Dueso, en Cantabria.
Perpetua no fue, porque el periódico El Cantábrico del 28 de noviembre de 1933, publica el nombre del Caín del Campo Arañuelo entre la lista de 21 penados del Dueso que pasaban a disfrutar de libertad condicional. De este modo Plácido solo estuvo seis años y once meses encarcelado.
¿Quién era el licenciado Gregorio López? Era el abogado cacereño Juan Carrero, oficial de secretaria de la Audiencia Territorial de Cáceres, cofundador y redactor de 'Nuevo Día'. Un periodista al que le duró poco su sección ya que se murió en 1928, con solo 48 años.
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