Recortes sobre casos de fratricidio y el juicio de Rafael Ortiz. HOY

Caín siempre vuelve a Extremadura

En 1927 la prensa bautizó a un pastor de Toril como al hermano de Abel porque cometió un fratricidio a hachazos, pero no ha sido el único caso en el último siglo

Sábado, 9 de noviembre 2024, 07:45

Hoy se congregan para juzgar a un émulo, a un nefasto descendiente del primer fratricida. Otro Caín está sentado en el banquillo». De esta manera ... empezaba la crónica de un juicio en el periódico cacereño Nuevo Día el 13 de junio de 1927. Más allá del tono literario, se podría aplicar a numerosos casos de la Crónica Negra del pasado y del presente. Caín siempre vuelve.

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Ayer se conoció el epílogo del último juicio de este tipo en Extremadura. Rafael Ortiz Román fue condenado por asesinato con alevosía a 42 años de cárcel. El jurado consideró que este vecino de Los Santos de Maimona mató a sus hermanos tras una discusión y ocultó sus cadáveres en la casa.

Los hechos sucedieron el 2 de mayo de 2021 en el domicilio familiar que compartían los tres hermanos en Los Santos: Rafael, de 57 años, junto a Francisco (64) y Antonio (68). Ese día se produjo una fuerte discusión y el pequeño acabó atando a sus hermanos los pies y las manos con cinta de embalaje. Luego comenzó a golpearlos en la cabeza con un objeto contundente. Antonio sobrevivió a la paliza pero le introdujo un papel en la boca y le cubrió la cabeza con una bolsa hasta que se asfixió. A continuación escondió los cuerpos en una habitación de la casa que llenó de enseres.

Dos días después a Antonio lo echaron de menos en el centro de día al que solía ir a comer. La Policía Local de Los Santos de Maimona fue a investigar y vieron sangre en la casa. La Guardia Civil acudió el 6 de mayo al domicilio. Rafael les impidió el acceso. Tuvieron que reducirlo usando gas pimienta y al entrar encontraron los cadáveres.

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Pero este no ha sido el único fallo judicial contundente en un caso de fratricidio. El suceso de 1927 que tan elocuentemente presentó el periódico Nuevo Día también acabó con una condena de culpabilidad y con una sentencia que hoy en día no se aplica en España, la pena de muerte.

El ajusticiado fue Plácido Bernal, del que la prensa hizo un retrato terrible. «Horrible y repulsivo, con cualquier de las circunstancias que le caracterizan se presenta siempre ante la honrada conciencia el delito de asesinato, más cuando la víctima lleva en sus venas la propia sangre de su verdugo, cuando uno y otro se engendraron en el mismo vientre, el horror y la repulsión no tienen límites, pues solo la realidad del crimen da la triste sombría impresión de su existencia».

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Los hechos ocurrieron en 1926 en una dehesa del término municipal de Toril. Bajo un alcornoque apareció el cuerpo sin vida de Esteban, un pastor de la localidad que vivía en un chozo a 200 metros. Estaba muerto con un fuerte traumatismo en la cabeza y se habían caído ramas del árbol.

Inicialmente podía parecer que el pastor había sufrido un accidente en la dehesa, pero los investigadores sospecharon que se trataba de un asesinato e interrogaron a su hermano, con el que vivía.

En el interrogatorio Plácido confesó. Manifestó que tenía frecuentes enfrentamientos con su hermano y que la noche de los hechos, al regresar Esteban al chozo, comenzaron a discutir. Su hermano volvía de visitar otros chozos donde se había estado divirtiendo con conocidos y Plácido le recriminó que se había puesto enferma una chiva de la familia. Le culpaba de la falta de cuidado del animal.

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Cuando Esteban se durmió, su hermano le golpeó en la cabeza con un hacha. Murió en el acto. Luego arrastró el cadáver hasta el alcornoque, aunque su estratagema no le funcionó al reo.

En el juicio la Fiscalía apuntó a que, detrás de la muerte, no había una simple discusión, sino codicia, y logró la sentencia a pena de muerte.

El peor caso

En la violencia entre hermanos, uno de los peores casos de la Crónica Negra de Extremadura sucedió en 1895 en Alburquerque.

El 20 de agosto de ese año estaban dos hermanos guardando un rebaño de ovejas. El mayor tenía 17 años y el menos solo once. Nunca se supo la razón, pero el mayor disparó un tiro sobre el pequeño dejándole muerto en el acto. Luego arrastró el cuerpo a una zona escarpada y lo cubrió con maleza.

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Cuando el padre de los menores llegó a buscarlos preguntó al homicida dónde estaba su hermano y este respondió que no lo sabía. El hombre comenzó a buscar al pequeño, pero sin éxito.

Pasaron tres días de angustia entre los vecinos de Albuquerque, especialmente la familia del desaparecido, hasta que el nuevo Caín, como lo apodó la prensa, confesó y llevó a los investigadores hasta el cadáver de su hermano. Apenas quedaban unos pocos restos debido a las aves de rapiña.

El hermano homicida confesó los hechos, pero no dio explicaciones. Ingresó en prisión y luego fue internado.

En octubre de 1972 estuvo a punto de entrar en la lista de localidades con fratricidios Peloche. Con solo 200 habitantes fue testigo de un caso atroz. En esta pedanía convivían tres hermanos, dos hombres y una mujer, que eran solteros y que llamaban mucho la atención de sus vecinos porque los tres padecían enanismo. Un día comenzaron una discusión que derivó en pelea y uno de ellos le clavó un hacha en la cabeza a otro. Sorprendentemente la víctima sobrevivió, aunque con secuelas. Su agresor fue condenado a seis años de prisión.

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En agosto de 1986 Almoharín vivió otro episodio violento en el mismo ámbito. Un hombre de 24 años, con un trastorno mental, mató a cuchilladas a su hermano de solo 16 años. La causa fueron los celos. Temía que el menor se acostase con la hermana de ambos, de 19, con la que estaba obsesionado.

Tras el asesinato huyó de la vivienda, pero fue localizado por la Guardia Civil y detenido sin resistencia.

Otro caso muy famoso implica una relación entre hermanos aunque no acabó en fratricidio. En 1989 en Peraleda de San Román un adolescente de solo 16 años «defendió el honor de su familia» disparando a un hombre de 35 y machacándole la cabeza a golpes con la escopeta. El fallecido se acostaba con tres de sus cinco hermanos.

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