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La muerte de un hombre en La Codosera en 1914 estuvo a punto de causar una revuelta popular. Fue una denuncia de lo que hoy se conoce como abuso policial.
El crimen ocurrió el 13 de julio de 1914 en un caserío cerca de La Codosera, pasadas las siete de la tarde. El corresponsal de Alburquerque informó de los detalles en El Correo de la Mañana. Según la noticia, un vecino llamado Jerónimo estaba agrediendo a su madre a la puerta de la vivienda que compartían ambos. Ella pedía ayuda y llegó un guarda municipal, Felipe. El policía le exigió al hombre que parase y este se le encaró.
Jerónimo respondió a la llegada del guarda con una actitud violenta, lanzándole piedras. El agente le apuntó con su tercerola, un arma parecida a una carabina pero más corta, y disparó. Jerónimo murió en el acto.
En la crónica el corresponsal indicó que la madre había resultado herida con daños en la cabeza y un brazo y que el guarda había sido detenido tras la decisión del juzgado de instrucción del distrito. Esta era la única nota disonante en la noticia, que en un caso en el que parecía que un policía había salvado la vida a una anciana, el agente había resultado arrestado.
Días después se supo que el suceso no era tan sencillo como lo había narrado el corresponsal en un primer momento. El periodista no sabía que detrás de esas muerte había muchas particularidades y que en La Codosera se había desatado una guerra popular y política.
El Correo de la Mañana recibió varias cartas al director opinando sobre el crimen, Las misivas dibujaban un suceso de lo más extraño y todas coincidían en los mismo. Felipe no era policía, solo era un vecino del pueblo con una chapa en el pecho en la que ponía guarda municipal.
No era por capricho. Por ley la Alcaldía de La Codosera solo podía nombrar dos guardas municipales. Lo había hecho en enero con dos veteranos del pueblo. Sin embargo, poco después Felipe comenzó a patrullar con la chapa en el pecho. Los vecinos no entendían muy bien qué pasaba, pero se trataba de un hombre peligroso y con buenos contactos en el Ayuntamiento, así que no discutían. Era una época convulsa con muchos enfrentamientos políticos. Alfonso XIII era el rey y durante la llamada Restauración borbónica el país se manejaba a través de una red de caciques locales que manejaban el poder. Todo indica que en La Codosera en esa época optaron por tener más guardas municipales para evitar protestas o levantamientos públicos.
La versión que contaban los vecinos sobre la muerte de Jerónimo era muy distinta. Afirmaban que se trataba de un vecino con problemas mentales que sufría fuertes cambios de humor. Indicaban que en ocasiones se maltrataba a sí mismo y en otras a su madre, Rosa, que lo cuidaba sola.
Según los testigos, el día de los hechos Jerónimo sufrió un episodio de enajenación e hirió a su madre, pero según los vecinos el disparo de Felipe no fue en ese momento. La mujer fue atendida y se metió en casa a hacer la cena, mientras que su hijo se alejó a la fachada de otra casa, a un kilómetro, a conversar con otros vecinos. Fue allí donde los encontró el falso guarda y lo mató de un tiro sin apenas mediar palabras entre ellos.
Esta versión parecía sorprendente, pero explicaba que el policía hubiese sido detenido tras el crimen.
El 21 de julio se publicó que la madre del fallecido corroboraba la versión de los vecinos; es decir, que no la habían salvado, sino que habían matado a su hijo cuando no estaba armado. También se supo que Felipe cobraba del Ayuntamiento, aunque no como guarda.
Llegó entonces la indignación de los vecinos, que protestaron por tener un agente municipal que no era oficial pero que patrullaba armado y había disparado mortalmente a un vecino. De hecho uno de los vecinos que había escrito una queja al periódico organizó una suscripción popular para que la madre de la víctima pudiese contratar un abogado como acusación particular. Querían garantizar que se procesase al policía por asesinato.
No lo lograron. El caso nunca llegó a juicio. El único triunfo del pueblo de La Codosera fue que Felipe no siguió constando como guarda municipal, ni oficial ni extraoficial, pero la muerte de Jerónimo nunca llegó a juicio.
La prensa no explicó porqué no se judicializó esta muerte, a pesar de que el autor había sido detenido. Pero es comprensible, estaban ocupados. Solo dos semanas después del crimen de La Codosera estalló la Primera Guerra Mundial porque habían asesinado al archiduque Francisco Fernando de Austria. Dos semanas después de la declaración de guerra se supo que España permanecería neutral, pero la atención del país estaba en este conflicto.
El caso de La Codosera quedó en el olvido y no fue ni mucho menos el crimen con policías más conocido de Extremadura. Ese título lo tiene el asesinato de Castilblanco y en esa ocasión las víctimas fueron los agentes, en concreto, cuatro de la Guardia Civil. El 31 de diciembre de 1931 hubo un enfrentamiento entre unos campesinos de Castilblanco y la Guardia Civil. El alcalde, presionado por caciques de la zona según los testimonios de la época, obligó a los cuatro guardias civiles del pueblo a reprimir la protesta. El cabo se dirigió a los cabecillas para informarles de que debían disolverse y, en ese momento, hubo un enfrentamiento entre las mujeres y los agentes. Aquí el relato ya se vuelve confuso, pero todo indica que hubo disparos y uno de los agricultores cayó muerto. Entonces los cuatro guardias civiles fueron masacrados. Recibieron puñaladas, disparos e infinidad de golpes.
Hubo 22 procesados por el caso de Castilblanco, una noticia con gran repercusión nacional. Fueron juzgados por un tribunal de guerra en Badajoz y sus fotografías encadenados forman parte de la memoria de la crónica negra nacional. Seis de ellos resultaron condenados a muerte, seis a cadena perpetua y el resto resultaron exonerados.
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Fernando Morales y Sara I. Belled
Álvaro Rubio | Cáceres y María Díaz | Badajoz
María Díaz | Badajoz
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