Imagen antigua de un pueblo del Valle del Jerte. HOY

Crónica Negra en Extremadura

«Hijo, huye tú, que a mí no me matará»

Jerte en 1902. Las rencillas entre dos mozos de la localidad se resolvieron con un incidente violento que conmocionó a esta localidad del norte de Extremadura

Sábado, 15 de junio 2024, 07:43

Padre e hijo cruzaban un puente sobre el río Jerte en la localidad que lleva el mismo nombre que esta corriente de agua. El más ... joven, Anastasio se paró en seco al ver a lo lejos a Víctor, un mozo de su edad con el que tenía un conflicto abierto. Su enemigo comenzó a correr hacia él. Su padre, Miguel, le agarró y le dijo: «Sal corriendo hijo, que a mí nada me sucederá, a mí no me va a matar».

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Así arranca un episodio de la Crónica Negra de Extremadura que conmocionó durante años a Jerte y a otras localidades de este valle porque los protagonistas eran muy conocidos en la comarca.

El suceso ocurrió el Domingo de Resurrección de 1902. En Jerte había dos familias enfrentadas. La prensa de la época no coincide en la causa de este conflicto, pero destaca que afectaba a las generaciones anteriores. La «malasangre», como la denominaron los periodistas de la época, entre unos y otros, arraigó a principios del siglo XX en Anastasio y en Víctor, dos jóvenes de Jerte.

Tras varios enfrentamientos, Víctor agredió a Anastasio y este decidió poner una denuncia. El agresor tenía muchas posibilidades de ir a la cárcel, por lo que prometió vengarse de su vecino.

Fotografía del río Jerte, donde sucedieron los hechos. HOY

Antes del día del suceso, en el pueblo, ya se habían dado varios altercados en los que habían logrado separarlos y en los que, ante todo, Anastasio había evitado una pelea en la que sabía que Víctor quería hacerle mucho daño.

Por esa razón, el día que paseaba con su padre por el puente sobre el Jerte, tuvo claro que debía huir. Vio a Víctor vestido con una camisa blanca y este salió a correr en su dirección. Tuvo tiempo de contarle a su padre, que hasta entonces vivía ajeno al peligro, que su rival quería agredirlo de nuevo. El progenitor vio clara la solución e invitó a su hijo a marcharse rápidamente. Anastasio obedeció y dejó solo a su padre.

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Cuando Víctor llegó al puente, comprobó que su objetivo se había marchado. No podría vengarse. Decidió entonces que había otra manera y, sin mediar palabra, según los testigos, atacar a Miguel, el padre de Anastasio. Emprendió de nuevo una carrera, lo alcanzó por la espalda y comenzó a molerlo a golpes. El hombre cayó sobre el suelo del puente y murió poco después a consecuencia de las heridas que había sufrido. Su atacante se marchó.

Cuando Anastasio volvió al puente solo pudo comprobar que su padre había muerto. La Guardia Civil fue a buscar a Víctor como responsable de la paliza mortal.

La investigación

Cuando llegaron a su casa, estaba acostado y no llevaba camisa. Los agentes esperaban encontrar esta prenda manchada de sangre tras la brutal agresión, pero todo indicaba que este vecino de Jerte se había deshecho de la ropa. Le preguntaron por la camisa, pero dijo que se desvestía para acostarse y negó tener una prenda de ese tipo y de color blanco.

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Recortes de prensa que recogían el relato del crimen. HOY

La investigación se complicó aún más cuando el supuesto responsable dio a los guardas una coartada. Aseguró que había pasado la tarde en casa de un pariente suyo, Isidoro. Este lo confirmó. Los testigos, además, indicaron que Miguel había muerto golpeado por un hombre con camisa blanca, pero no supieron identificar si se trataba de Víctor. Incluso el hijo, Anastasio, tuvo que reconocer que huyó al ver a un hombre correr hacia él porque supuso que era su enemigo, pero que no llegó a verlo de cerca. En el pueblo todos creían que el asesino era Víctor, pero no había pruebas directas. Finalmente fue detenido y se celebró un juicio en abril de 1903 en Cáceres.

El juicio

El acusado fue el primero en testificar en un proceso que duró dos días. Aseguró ser inocente. Volvió a negar tener una camisa blanca y reiteró que estaba en casa de Isidoro esa tarde.

Tras él fue el turno de Anastasio, que relató cómo su padre le salvó la vida al obligarle a huir. Reconoció que no había visto de cerca al agresor, pero que creía que era Víctor por la denuncia que hizo contra él un mes antes de los hechos.

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Uno de los testimonios más sorprendentes fue el de Isidoro, la coartada del acusado. Era un testigo de la defensa convocado para mostrar su inocencia, pero fue tan beneficioso para Víctor como perjudicial para su causa. En primer lugar Isidoro contó con naturalidad que esa tarde su pariente llevaba una camisa blanca. «Por supuesto que la tenía» y que probablemente se la quitó después. De esta forma desmintió a la persona que había ido a ayudar.

Además, durante varios momentos del juicio, el acusado aseguró que no bebía. Lo hizo para insistir en que él no era la persona que vieron en el puente que, según algunos testigos, parecía ebria. De nuevo Isidoro le hizo quedar de mentiroso porque afirmó que pasaron ese Domingo de Resurrección jugando a la 'limoná', que suponía consumir una bebida que lleva vino con azúcar y naranja.

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El jurado deliberó brevemente tras los dos días de juicio. El veredicto fue culpable a pesar de que, incluso el Fiscal reconoció que las pruebas era circunstanciales. Víctor fue condenado a cadena perpetua. Años después la prensa siguió recogiendo incidentes entre estas dos familias del Jerte, aunque no tan graves.

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