El crimen de Bienvenida es el apelativo que se aplicó a un homicidio aparentemente sencillo que, sin embargo, derivó en una historia de lo más rocambolesca. Incluyó a un vecino que se quedó mudo pero volvió a hablar, un triángulo amoroso, dos juicios distintos y ... una bronca entre médicos forenses que llegó a las portadas de los periódicos.
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En Bienvenida residía Manuel, un joven de buena familia, con medios, pero mal comportamiento. En una pelea recibió un golpe en la cabeza. Sobrevivió, pero sufría afasia. Perdió la capacidad de hablar. En el pueblo indicaron que su forma de ser empeoró, de hecho lo calificaron como «atontado» desde el episodio.
Manuel logró volver a hablar, pero sufría algunas secuelas y también seguía con su vida disoluta. Así estaba su vida cuando se enamoró. De María Jesús, una muchacha del pueblo. Comenzó a hablar y a tontear con ella que, según Manuel, le seguía en sus insinuaciones. El problema es que María Jesús también charlaba en ese mismo tono con Nicolás, otro mozo de Bienvenida.
El triángulo reventó poco después. Nicolás, con fama de buen muchacho y además atractivo, quiso dejar la cosas claras y le dijo a Manuel que él era «mucho más hombre».
Días después Nicolás estaba arreglando el suelo de una casa de Bienvenida. Blanqueaba las juntas de rodillas en una de las habitaciones. Dos hombres estaba en la puerta de la casa, el propietario y un conocido. Vieron cómo entraba Manuel, aunque no se dieron cuenta de que llevaba una navaja en la mano. Lo que ocurrió dentro de la habitación solo lo vivieron los dos enamorados de María Jesús. Cuando los testigos entraron hallaron a Nicolás con una herida en el costado. Manuel se marchó.
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Nicolás sobrevivió al ataque. Sin embargo, no recibió asistencia médica, empeoró y murió siete días después. La familia del fallecido pidió justicia y Manuel fue detenido por asesinato. Entró en prisión en Fuente de Cantos. En un giro más del caso, poco después de ser encarcelado se organizó una fuga multitudinaria. Manuel podía haber salido, pero decidió quedarse en su celda.
En abril de 1904 se celebró en Badajoz el primer juicio por el crimen de Bienvenida y hubo mucha expectación. El fiscal defendió que Manuel había apuñalado a Nicolás entre las costillas con intención de matarlo y que lo hizo con alevosía. Buscaba condenarlo a cadena perpetua o incluso pena de muerte.
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La defensa, sin embargo, alegó que era inocente, que actuó enajenado y motivado por los celos que le causaba la relación de María Jesús y Nicolás. Además el abogado del procesado culpó a esta joven de la desgracia por «buscar los celos de Manuel».
El abogado también alegó que el acusado iba bebido en el momento del acuchillamiento, pero varios testigos negaron este supuesto y aseguraron que estaba completamente tranquilo.
El argumento fundamental, sin embargo, fue que Nicolás no murió por la cuchillada. Y ahí fue cuando se desató la guerra de médicos. El Ministerio Público citó al médico forense que atendió al fallecido en Bienvenida, un colegiado que se ocupaba de esta zona de Extremadura. Este explicó que la navaja entró entre dos costillas, en la espalda, y le perforó el diafragma, la pleura y los intestinos. Afirmó que se trataba de una herida mortal de necesidad, y por tanto, fue la causa de la muerte de Nicolás siete días después.
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El abogado del procesado, sin embargo, presentó a tres forenses de Badajoz, expertos muy conocidos. No habían visto el cadáver, pero analizaron el informe de su colega de profesión y fueron muy críticos. Valoraron que la herida no era tan grave y que no podía ser tan profunda, que estaba mal medida su profundidad. También indicaron que los daños internos se debían a que no se había tratado debidamente al joven y que una operación sencilla hubiese salvado su vida, por lo que responsabilizaron a los médicos de la localidad. Concluyeron que había fallecido de una pleurosis purulenta, es decir, una infección de la herida.
Con este diagnóstico, el abogado defensor pidió que solo se condenase a Manuel por lesiones, o como mucho por homicidio.
El jurado popular deliberó y volvió con un veredicto de culpabilidad. Pero hubo un problema. Al igual que en la actualidad, los miembros del jurado deben contestar una serie de preguntas que determinan la responsabilidad del procesado. En las del caso del crimen de Bienvenida, hubo una contradicción. Determinaron que la puñalada de Manuel fue mortal pero llegó la octava pregunta: «Convenientemente cuidado Nicolás ¿hubiese curado la lesión que le infirió Manuel?». Contestaron que sí.
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La sentencia debía de ser de pena de muerte, pero esa respuesta no encajaba y la defensa pidió que el jurado volviese a deliberar. El juez decidió anular el proceso y volver a repetirlo unos meses después. Nuevo Diario de Badajoz incluso se burló de un periódico competidor que no se enteró de la revisión y dio la sentencia mortal por buena. «Ya lo saben los que esta mañana voceaban un periódico con la sentencia de muerte de Manuel; para darle el gusto ¡pobrecitos! de poder vocearlo con razón, tienen que esperar otros cuatro meses», publicó este diario.
El segundo juicio se celebró dos años después por diversos retrasos. Cuando se acercaba la fecha, la polémica revivió debido a los forenses. El médico agraviado en Bienvenida decidió mandar una carta de opinión al periódico La Región Extremeña defendiendo su trabajo. Denunció que los forenses de Badajoz contratados por la defensa tenían falta de moral y manipulaban su informe para dejar libre al culpable. El medio al que envió su misiva se dio cuenta de la trascendencia de esas declaraciones y publicó la carta en portada. La respuesta no se hizo esperar. Los médicos pacenses contestaron y lograron tres columnas completas, también en portada. De forma educada argumentaron que el de Bienvenida había hecho mal su trabajo.
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Finalmente se celebró un juicio muy parecido al primero y la resolución quedó en un punto intermedio. El jurado volvió a considerar culpable a Manuel, pero no se le pudo aplicar una condena dura porque también reconocieron el mal trabajo de los médicos para tratar la herida. Fue condenado a 18 años de cárcel.
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