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Eran cuatro, eran jóvenes y sus biografías muestran retazos de talento, intuición, capacidad de aguante, lucha, esfuerzo, emoción, constancia... No sigo. Cuando se habla de ... alguien con tanto entusiasmo y tanta alabanza, acabas cerrando el HOY y a otra cosa mariposa. Nadie se cree que haya cuatro personas jóvenes con tanto talento y tantas virtudes. «Algo malo tendrán», matizamos.
Y bueno, es verdad, no son perfectos porque si los analizas críticamente, descubres detalles que los humanizan y si los conoces, pues sabes de qué pie cojean. Así que maticemos nosotros también: eran cuatro jóvenes extremeños, en el escenario del Teatro Capitol, en el marco del debate-evento 'Talaya, jóvenes talentos' organizado por la Fundación Caja Extremadura y el diario HOY, contándonos sus experiencias vitales y cuando llegaron las preguntas del público, respondieron unas veces con brillantez, otras con datos interesantes, en algún caso con lugares comunes y, a veces, reconociendo que no tenían una respuesta clara.
O sea, eran cuatro jóvenes normales. Sus orígenes son de clase media, podrían haber tenido una vida cómoda pero han apostado por dos cosas: el riesgo de lanzarse a la aventura y la valentía de quedarse en su tierra y apostar por triunfar desde Extremadura.
Estaba Fátima Mulero, fundadora de la empresa auTICmo: optó por emprender en su tierra y por hacerlo en un sector complicado y nada clásico: crear una empresa especializada en tecnología aplicada a personas que padecen trastorno del espectro autista. Estaba Gabriel Moreno, al que le ofrecieron lo que quisiera si se quedaba en la Universidad de Valencia, donde se doctoró 'cum laude', pero prefirió venirse a su tierra, a la universidad donde se licenció, la de Extremadura, y a disfrutar de su Valencia de Alcántara y su Raya. Y aquí está: impartiendo docencia en la facultad de Derecho, dirigiendo grupos de investigación, publicando libros, escribiendo en el HOY, saliendo en el Telediario... Y viajando por medio mundo.
Estaba José Luis Hernández, que lleva con sus hermanos el restaurante Versátil de Zarza de Granadilla. En el ambigú del Teatro Capitol, bajo su lámpara de araña, le preguntaban que cómo era posible llenar un restaurante de alta cocina en un pueblo extremeño y conseguir una estrella Michelín. Triunfar... Hacer lo que te gusta, donde te gusta y de la manera que te gusta. De eso trataba Talaya. Porque José Luis trabajaba en un banco y sus hermanos estaban «bien colocados». Pero decidieron quemar las naves, volver al pueblo, abrir Versátil y ahí los tienen, intentando contentar a los cientos de personas que llaman para reservar.
Y estaba el mago Jorge Luengo, que confesó dedicar el 5% de su trabajo al espectáculo y el resto, a trabajar con ejecutivos de empresas mostrándoles el camino del éxito. Luengo entusiasmó al público, hizo un par de trucos divertidos y explicó la fiebre funcionarial extremeña: «Las niñas no quieren ser magas porque no hay mujeres magas y los universitarios quieren ser funcionarios porque sus referencias y sus familiares son funcionarios».
Moderaba un periodista joven, Álvaro Rubio. No lo conocía en estas lides, es bueno, dinamiza, controla la escena dramática... Y desde el escenario, llovían conceptos: creatividad, pasión, locura, identidad, ganas... Fue uno de esos actos a los que entras escéptico, como diciendo: «A ver qué rollo nos meten hoy». Y sales eufórico, optimista, creyendo que Extremadura es «una dehesa cargada de futuro» (Gabriel Moreno dixit) y que tú, aunque no seas joven, tienes cosas que decir y hacer en esa dehesa y en ese futuro.
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