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Arco del Triunfo del puente de Alcántara. E. R.
El Cucurull extremeño

El Cucurull extremeño

Ocurrencias. En Alcántara se inventaban la historia 400 años antes que en Cataluña

Miércoles, 23 de septiembre 2020, 08:18

Ya he escrito un par de veces sobre Víctor Cucurull, un señor catalán que se presenta como historiador riguroso y que recorre Cataluña impartiendo conferencias (se pueden ver en YouTube) en nombre del Instituto Nova Historia (INH), institución subvencionada desde la Administración catalana y desde la Cámara de Comercio de Barcelona.

Cucurull sostiene en sus conferencias disparates de gran calibre. Recordemos algunos de ellos: Santa Teresa de Jesús era catalana de Pedralbes; Cervantes y Leonardo da Vinci eran catalanes; Cristóbal Colón era catalán y no partió hacia América del puerto de Palos, sino del puerto de Pals; el conquistador Diego de Almagro era el catalán Jaume d'Aragó-Dalmau, siendo Almagro una contracción de su apellido. Otra contracción convirtió al catalán Francesc de Pinós de So i Carrós en Francisco Pizarro, que descendía de la realeza, al igual que el catalán Ferrán Cortés, o sea, Hernán Cortés. Un disparate más: Cucurull niega que Carlos V se viniera a retirar a Yuste, al «culo del mundo, a joderse de asco». Según Cucurull, se retiró al monasterio catalán de Sant Jeroni de la Murtra.

Como Platón decía que cualquier nueva sociedad debe ser educada en una mentira necesaria, supongo que habrá catalanes muy orgullosos de ser los primeros en inventarse estas mentiras para sobre ellas sostener con más argumentos una nación. Pero se equivocan. Mucho antes de que existiera Cucurull, los extremeños ya teníamos nuestro historiador mentiroso, que, desde luego, no le iba a la zaga en extravagancias y ocurrencias al mentado Cucurull.

En un reciente artículo sobre el nombre de Ceclavín, publicado en la revista 'Alcántara' por el profesor Fernando Claros, se desvela la existencia en el siglo XVII de un Cucurull extremeño que, en palabras del profesor Claros, «deseoso de elevar su pueblo natal por encima de todos» se inventa una serie de acontecimientos disparatados.

Se trataba, en fin, de un miembro de la familia Arias de Quintana-Dueñas, cuya casa solariega se conserva en la plaza mayor de Alcántara. Este señor se llamaba Jacinto y era considerado historiador y cronista local. Para ensalzar su pueblo, se convierte en un adelantado de la barbaridad y la excentricidad histórica.

En concreto, el profesor Claros recoge algunas de las ocurrencias de don Jacinto, entre las que destacan que el general cartaginés Amílcar Barca está enterrado en Alcántara, que el emperador Trajano nació en el cercano pueblo de Piedras Albas, donde los apóstoles Pablo y Santiago predicaron el cristianismo, o que don Pelayo llegó a Alcántara en una cesta por el Tajo desde Toledo como Moisés por el Nilo.

No contento con estas revelaciones, capaces de convertir el territorio de Alcántara y su orden en el embrión de una nación, sostuvo, según recoge Fernando Claros, que «Matidia Augusta, hija de Nerva y hermana de Trajano», era cristiana y fue martirizada por lo que el cronista Jacinto modificó la inscripción que hay en el arco triunfal del puente de Alcántara «para incluir en ella el nombre de la mártir».

Jacinto Arias de Quintana-Dueñas es autor del libro 'Antigüedades y Santos de la muy noble villa de Alcántara', pero nadie subvencionó sus barbaridades ni tuvo la suerte que tuvieron otros en Galicia, que se inventaron que el cuerpo del apóstol Santiago está enterrado en Compostela y ya se sabe la que formaron. En fin, Cucurull y algunos catalanes se llevan la fama, pero debe quedar claro que en esto de inventarse historias para ensalzar a un pueblo, un extremeño fue pionero.

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