Directo Guardiola responde en la Asamblea sobre su hoja de ruta sin presupuestos
Diputados de Vox llegando este jueves al hemiciclo, en Mérida. J. M. Romero
Contracrónica del debate de Presupuestos autonómicos

Cuñadismo máximo en la Asamblea de Extremadura y mucha inquina insuperable

Contracrónica ·

En un debate sin margen para ceder Vox habla de «ecologetas», Podemos de «cuñadeces de barra de bar», el PP de los mejores presupuestos y el PSOE de los peores

Jueves, 1 de febrero 2024, 20:49

Hubo cuñadismo de libro, reconciliación entre antiguos adversarios, ofendidos en modo postureo, alguna lección baldía de etimología y una frase que se repitió y que ... encierra la esencia de la política: «una cosa es predicar y otra dar trigo». También, como era de esperar, ninguna esperanza de entendimiento desde el minuto uno. La izquierda y la derecha están cada vez más alejadas en Extremadura y la inquina parece insuperable cuando defienden sus posturas, por mucho que luego rían juntos en los pasillos.

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Si Podemos pedía medio millón de euros para oficinas de información en los pueblos para los agricultores, Vox le decía que de eso nada porque para eso estaba el bar de toda la vida o la panadería. Si el PSOE pedía recursos sanitarios en los pueblos, Vox le afeaba que ahora reivindicaran lo que ignoraban cuando hace menos de un año estaban en el Gobierno. Si el PP decía que estos estábamos ante los presupuestos «más sociales de la historia de Extremadura», el PSOE los definía como «un atropello para los extremeños más vulnerables».

Ni moviendo los presupuestos más de 8.100 millones de euros, y siendo la ley que los sustancia –y que el viernes se vota– la más relevante del año, los grupos parlamentarios de PP y Vox, que actuaron como un único bloque, no aflojaron ni un milímetro para que la izquierda metiera mano en las cuentas de la región para este 2024.

«Vaya debate más soso, esto está perdiendo toda la gracia». No lo dijo un analista político. Tampoco alguien del público de la tribuna si lo hubiera habido, que no. Esa valoración del pleno de este jueves en la Asamblea de Extremadura la pronunció Irene de Miguel, la diputada de Unidas por Extremadura, frustrada porque de las casi mil enmiendas parciales presentadas a la ley de presupuestos no se iba a aceptar ni una de las firmadas por la oposición, que son casi todas.

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El debate fue ágil porque está reglamentado en intervenciones de dos y cuatro minutos en su mayor parte. Recordaba a un partido de tenis y los peloteos dialécticos más amenos, que no edificantes, se jugaron entre la bancada de Unidas y Vox.

Ahora el PP gobierna y el PSOE no, por eso se oyó varias veces «una cosa es predicar y otra dar trigo»

A estas alturas de legislatura los papeles parecen estar definidos en Vox y entre Álvaro Sáncez-Ocaña y Óscar Fernández Calle se enfundaron el traje de 'poli malo' para desplegar esa retórica ultra que tan buen resultado les da en las urnas. El primero habló de «ecologetas de Bruselas» para cargar contra la agenda 2030 y de «memoria histérica», lo que le valió el reproche de Vergeles, que le recordó que 'mujer' está en el origen de la palabra 'histeria', una enseñanza encaminada a hacer feminismo que en Vox nadie apuntó.

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José María Vergeles (PSOE) este jueves por la mañana. J. M. Romero

Fernández Calle habló de «ideología progre», se ensañó varias veces con los sindicatos, la patronal y «colectivos varios» que afirma viven de los impuestos y sentenció con un «señores de la izquierda extrema y de la miseria extrema, se acabaron las mariscadas», dijo antes de ser calificado como cuñado máximo desde Unidas Podemos. Tampoco esto afectó lo más mínimo al diputado de Vox, que avisó que lo mejor de este tipo de repertorio está por llegar. «Esto no va a acabar –advirtió– porque este año nos ha cogido calentando». Y en cuanto salió el tema de la inmigración y los fondos que se habían recortado para la cooperación internacional tiró de manual: «nosotros somos claros, gustará más o menos y sí, los españoles primero y mi abuela está antes que un mena», declaró desde su escaño antes de soltar que «el multiculturalismo de bienquedas dispara las tasas de criminalidad».

Aunque al filo del mediodía Vox sacó a Junts per Catalunya y el PP la ley del 'sí es sí' «que ha puesto en la calle a violadores», como señaló la diputada Teresa Tortonda, durante la mañana se habló del contexto extremeño, lo cual es de agradecer. Fue cuando tocó abordar el dinero que iría a políticas de Igualdad, a Administración Pública, a continuación a Salud y Servicios sociales y cuando tocó Agricultura Irene de Miguel pidió al diputado de Vox que dejara de decir «cuñadeces propias de barra de bar» pues se atrevió a hablar de olivares y en ese terreno la ingeniera agrónoma no permitía lecciones.

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Fue una sesión en la que PP y Vox exhibieron que su relación es sólida y su idilio va para largo mientras que PSOE y Unidas por Extremadura se agradecían el voto y se perdonaron viejas rencillas. «No tiene que explicar por qué este año me aprueba las enmiendas y el año pasado no, pelillos a la mar», le dijo De Miguel al diputado socialista Eduardo Béjar.

Y Vergeles a primarias

De todos modos los más activos durante la mañana en sendos grupos fueron José Antonio González Frutos en la formación morada, y José María Vergeles entre los socialistas. En esta bancada cada uno tendría su papel y su enmienda que defender, pero las cabezas estaban inevitablemente en otro sitio, en la noticia de que el exconsejero de Sanidad no desmintió antes de entrar, por lo que competirá en las primarias para suceder a Vara (ayer ausente) con Miguel Ángel Gallardo y Lara Garlito, que presidió la Mesa eventualmente en ausencia de Blanca Martín, a menudo aturullada cuando tenía que enumerar las enmiendas objeto de debate.

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Ayer se podía elegir escaño o tribuna para hablar y Vergeles siempre salió al atril, más lucido si se domina el arte de la retórica, el cual maneja con soltura. El nuevo aspirante a secretario general lo mismo exponía todas las calamidades que encierran los nuevos presupuestos con una mano en el bolsillo y la otra marcando el compás de sus frases, que se separaba medio metro del atril y luego apoyaba los dos brazos para enfatizar un mensaje.

«Rodillo», «vetos», «trampantojo» fueron algunos sustantivos dedicados a la negociación de estas cuentas durante un debate que la oposición dio por perdido desde el principio, sabedora de que el PP quiere dejar su impronta ahora que por primera vez maneja la principal herramienta para hacer política, «la pasta», los «euritos», como dijo el diputado ultra Óscar Fernández, que a menudo lleva sus intervenciones demasiado a pie de calle, como cuando elogió la intervención del diputado del PP José María Saponi, que es médico y habló de sanidad. «Saponi sabe del paño porque trabaja en el paño».

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La socialista Isabel Gil Rosiña, a menudo comedida aunque directa, tampoco se quedó atrás cuando valoró la partida para un plan de acogimiento familiar. «¡Chacho! (murmullo) ¿más dinero para publicidad que para el propio servicio?». Un rato después, el diputado popular Bibiano Serrano le ganó la mano cuando resumió de forma vehemente toda la burocracia que deben afrontar ganaderos y agricultores ante la UE como «gilipolladas y payasadas», por eso se cuela, según él, la mercancía de países como Marruecos.

Algún roce puntual entre el diputado socialista Juan Ramón Ferreira y el popular Hipólito Pacheco que cortó Blanca Martín y la anécdota de Irene de Miguel dirigiéndose a la consejera de Agricultura criticando que no estuviera cuando sí estaba en el hemiciclo, pero en otro escaño, saltearon ese debate soso que nadie siguió desde la tribuna porque todo estaba escrito y pactado de antemano.

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