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Enrike Benítez ha recorrido 1.155 kilómetros de Azkoitia a Valle de la Serena sobre una Yamaha de 1991. HOY

Dakar ibérico: en moto del País Vasco a Extremadura por caminos y pistas

Trail ·

Enrike Benítez ha recorrido 1.155 kilómetros de Azkoitia a Valle de la Serena sobre una Yamaha de 1991

Sábado, 19 de agosto 2023, 07:29

Un particular Dakar ibérico para comenzar las vacaciones. Enrike Benítez Horrillo arrancó su moto el 7 de agosto y cruzó la península desde el País Vasco a Extremadura: 1.155 kilómetros por caminos, pistas y algo de asfalto «cuando no quedaba más remedio para repostar». Una aventura en solitario por valles, cadenas montañosas y llanuras.

Este joven de 34 años, padre de una niña y un bebé en camino, desciende de emigrantes de Valle de la Serena. Llegó a este pueblo extremeño desde Azkoitia, después de tres días sobre su moto de trail, a 46 km/hora de media. Con serios apuros por la ola de calor, tuvo que extremar la precaución en fuertes pendientes y terrenos pedregosos de Guipúzcoa, Navarra, La Rioja, Burgos, Soria, Guadalajara, Cuenca, Toledo, Ciudad Real y Badajoz. 

Enrike quería alcanzar La Serena, ese destino que buscan cada agosto miles de veraneantes para descansar y disfrutar la feria del pueblo del que descienden. Llegó pero por un itinerario tan inusual como agreste. Ni la A-5 ni la Autovía de la Plata. Escogió una ruta imposible de trazar en GoogleMaps. Una alternativa mucho más larga y tortuosa que 770 kilómetros de asfalto. Un trail lleno de incomodidades y buena parte del tiempo sin cobertura en el móvil.

Ha logrado esta hazaña en una moto de 32 años. No era la primera vez que viajaba en ella desde Guipúzcoa a la provincia de Badajoz. Lo había hecho dos veces, pero por asfalto. «Antes lo hice por puertos de montaña y vías secundarias, sin autovías».

El verde de los montes vascos dio paso al pardo de la Meseta Central.

Esta vez ha empleado tres jornadas, con un total de 25 horas sobre su Yamaha Teneré de 1991. «Con este tipo de moto se corría  el París-Dakar. Está diseñada para rutas largas y aguantar. Le puse las cubiertas mixtas y en invierno empecé a investigar las rutas» explica el joven, que trabaja en una planta siderúrgica vasca y siente pasión por el motociclismo por «el gran Valentino Rossi».

«No existía ningún trail completo que pudiera seguir hasta Extremadura. Así que tuve que unir unos tramos con otros. Primero enlazar en Alsasua un trail Donosti-Madrid».

El viaje comenzó el 7 de agosto a las 7.30 de la mañana. En esta primera jornada rodó sin problemas desde Azkoitia a Burgo de Osma, tras contemplar los paisajes del parque natural de Aralar, el de Urbasa-Andía, la sierra de Lokiz o la Laguna Negra y Circos Glaciares de Urbión. Fueron 380 kilómetros de una tirada. Paró unas pocas veces para repostar y picar frutos secos y unas barritas. «En ningún caso más de quince minutos». A las 20 horas detuvo la marcha para pernoctar. Repuso fuerzas en un hotel de Burgo de Osma y pudo disfrutar de un paseo por el pueblo.

La segunda jornada estaba prevenido del calor extremo. «Me levanté a las seis y no esperé al desayuno del hotel. Quería salir cuanto antes. Tomé un plátano y una barrita».  

Recorrido de la ruta en moto.

De ahí fue hasta el norte de la Comunidad de Madrid. «Empecé a bordear por la provincia de Guadalajara. Por la mañana iba bien porque el ambiente era fresco y pasé por un parque natural.  Pero sobre las 12.30 noté mucho calor. Me sobraba ropa. Seguí la marcha, pero la temperatura subía y tenía sofocos. Me paré en una sombra, en un pueblo. Me quité la faja de protección para las vértebras, y a pesar de eso tuve que frenar a los cinco minutos. Me desabroché la chaqueta, y nada, no duré ni otros diez minutos. Empecé a notarme mareado. Me entró un medio golpe de calor. Llegué a otro pueblo y ya me tuve que quitar las protecciones y quedarme en manga corta. No sabía qué hacer. No había una miserable sombra. A las dos y media vi una señal que indicaba Fuente del Oso. Se podía beber y pude rellenar la botella, que estaba ya caliente. Seguí, pero temía que la moto me dejase vendido en mitad de la nada. Está diseñada para cruzar el desierto, pero tiene 32 años. Desde ese momento hasta que dieron las cuatro de la tarde fue criminal, sobre todo en un tramo enorme de unos 45 minutos que atravesé entre placas solares, en la provincia de Guadalajara».

Belinchón, «el milagro»

Enrike ya se encontraba «muy mal» cuando a lo lejos divisó una autopista. «Me pareció un milagro. Era Belinchón y fue como agua de mayo. Encontré una gasolinera en la que estuve hora y media, bebiendo y comiendo algo, poniéndome hielos en la nuca». Esa parada fue vital para continuar y evitar un mal mayor.  

«Me dio un medio golpe de calor en Guadalajara y temí que la moto me dejase vendido en mitad de la nada, sin sombra»

Tras otro tramo, decidió parar en Olías del Rey. Cenó en un bar y pudo dormir en un hostal. Por la mañana, aún flojo, emprendió el camino en la provincia de Toledo, donde encontró tramos peligrosos. «Iba prácticamente parado por la arenilla acumulada. La moto se me iba. Tenía que ir con los pies en el suelo. Así sufrí un buen tramo hasta Toledo capital, donde desayuné unos churros.En la tele decían que se esperaba el día más caluroso en 73 años..., y yo estaba aún recuperándome de la 'chunga'». Pero el cielo estaba algo tapado y no se alcanzaron las máximas temidas.

La moto de Enrique en un camino de la provincia de Badajoz. HOY

En su periplo Enrike se había cruzado con jabalíes, ciervos o vacas. A veces se topaba con el animal a escasos metros del manillar, pero sin llegar a chocar. «Me hubiera gustado haber sacado más fotos en los tramos complicados pero era mejor no parar y seguir adelante hasta tener ya una estabilidad y seguir con seguridad».

A Extremadura entró por las sierras de la Reserva de la Biosfera de La Siberia, pasó cerca de Siruela y bordeó la glorieta del cerro Masatrigo. Ante él se abría la inmensidad del embalse de La Serena, medio seco. Por las extensas pistas, y con amplia visibilidad, aceleró hasta los 120 km/h, bordeando la cola del gran pantano, recorriendo con ansias por llegar los términos de Castuera y Quintana, terreno conocido.

Tras entrar en su pueblo, y con la euforia en el cuerpo, lo primero que hizo fue darse una «ducha en el patio de la casa». 

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