Hay algo que comparten todas las partes implicadas en el futuro de la central de Almaraz y que conviene tener claro desde el principio: un desmantelamiento nuclear es un follón. Una operación larga y difícil. Y cara. Y que implica a mucha gente. O ... sea, que genera mano de obra. Así ha sido en Zorita, la primera planta de este tipo que empezó a funcionar en España y la primera en dejar de hacerlo, y así está siendo en Garoña, a punto de cumplir el primero año de su desmontaje. Y así será en Almaraz, que tiene una particularidad que le diferencia de las otras dos y de cualquiera en España, y es su tamaño.
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La nuclear extremeña es la más grande del país. Y desarmarla es el mayor reto al que se va enfrentar Enresa (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos), la encargada de los desmantelamientos nucleares y que preside José Luis Navarro, exconsejero socialista de la Junta de Extremadura.
Estas operaciones tienen su propia biblia, que es el capítulo cuatro del 7º Plan Nacional de Residuos Radiactivos. Se titula 'Desmantelamiento y clausura de instalaciones', y recoge todos los pasos del proceso que emprenderá Almaraz si no hay una decisión política que lo detenga.
¿Pero qué es el desmantelamiento de una central nuclear? En una definición somera, consiste en descontaminarla, desmontar sus equipos, demoler los edificios, retirar los materiales y dejar el sitio listo para volver a ser usado. Ahora bien, cada una de esas fases se subdivide en decenas de trabajos complejos.
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El proceso empieza con el cambio de titularidad de la instalación, que pasará de sus propietarios (Iberdrola, Endesa y Naturgy) a Enresa, y termina con la declaración de clausura antes de devolver los terrenos a sus dueños. Entre un documento y otro pasa al menos una década. A día de hoy, Almaraz está aún lejos de obtener el primero. Tomando como referencia lo estipulado en el Plan Nacional y lo ocurrido en Zorita y Garoña, el cambio de titular en la extremeña no se producirá antes del año 2030.
El último cambio de titularidad para desmantelamiento de una central nuclear que se ha firmado en España fue para la de Santa María de Garoña (Burgos). Se firmó ante notario el 19 de julio de 2023, seis años después de que la planta parara y tras cuatro años de actividades preparatorias. Zorita (José Cabrera) se apagó en mayo del año 2006 y el cambio de titular se formalizó en febrero de 2010. También se está desmantelando Vandellós 1, ahora en periodo de latencia.
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Ese trámite clave, el cambio de titular, marca el inicio de la primera fase del desmantelamiento, en la que se acometen dos tareas principales: trasladar el combustible gastado desde las piscinas hasta el ATI (Almacén Temporal individualizado), y convertir el edificio de turbina en el EAD (Edificio Auxiliar de Desmantelamiento).
La previsión es que se tarden unos tres años en completar esas dos tareas, que en Garoña han generado 350 empleos directos, según detalló José Luis Navarro el día que se firmó el cambio de titularidad. ¿Y cuántos puestos generará este mismo encargo en Almaraz? La pregunta la respondió en noviembre del año 2019 Manuel Ondaro, el ingeniero de Enresa que dirigió el desmantelamiento de Zorita y ahora está al frente del de Garoña. «El doble que en Zorita», afirmó durante una conferencia en la región organizada por la plataforma Punto de encuentro de la Sociedad Civil de Extremadura.
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Y en Zorita, según publicó HOY tras visitar la central entonces en pleno desmontaje, trabajaron de media 299 personas el primer año (2010) y cada vez menos en casi todos los siguientes: 297, 261, 259, 253, 234, 249, 211 y por último, 194 en 2018. Estos empleados pertenecían a 25 empresas (construcción, electricidad, seguridad, administración, etcétera), y dos tercios vivían en la provincia de Guadalajara.
Es previsible que este guión se repita en Almaraz, también en lo que se refiere a fomentar la contratación de trabajadores de la zona. Porque eso que se hizo en Zorita se está haciendo en Garoña, mediante la colaboración entre Enresa y la Confederación de Asociaciones Empresariales de Burgos (FAE).
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¿Y dinero? ¿Cuánto costará desmontar Almaraz? De nuevo, hay que mirar a las dos nucleares donde se está haciendo esto. En Zorita fueron más de 200 millones. Y en Garoña serán 475. Pero estas dos plantas son mucho más pequeñas que Almaraz, que suma 2.094 megavatios, frente a los 160 de Zorita y 460 de Garoña. Y la extremeña tiene dos reactores.
Fuentes del sector aclaran que sería un error hacer un cálculo de proporción directa entre tamaño y coste de desmontaje, aunque se da por hecho que en personal y presupuesto, el desmantelamiento de Almaraz como poco duplicará al de las otras dos. De ser así, no bajará de los mil millones de euros.
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«En Almaraz podremos optimizar la gestión de los residuos y su almacenamiento», afirmó Manuel Ondaro en este diario en una entrevista publicada en noviembre de 2019. En ella adelantó también que «en torno al 85% de los residuos que generará el desmantelamiento (de la planta cacereña) serán convencionales: hormigones, metal, cables.... Y del 15% restante, el 70% será material radiactivo de muy baja actividad, y casi todo lo restante, de baja y media actividad». También avanzó que en general, el proceso será parecido al de Zorita. «Sí, serán similares, aunque está claro que no es lo mismo desmantelar un reactor que dos, y que la tecnología y el tamaño influirán, pero mucho procesos serán parecidos». «En Almaraz tendremos que generar más residuos, y eso implicará el doble de gente trabajando, porque quizás haga falta un doble turno», anticipó el ingeniero que más experiencia tiene en España en este tipo de encargos tan específicos.
En esa entrevista, Ondaro ponía sobre la mesa una incógnita que ha de ser despejada: ¿Se desmontará cada reactor una vez apagado o se empezará en los dos a la vez? En esto, no hay precedentes, porque Almaraz será la primera central con dos reactores en ser desarmada. Y hay que tener en cuenta que las fechas previstas de cese de actividad son distintas para uno y otro. La unidad uno cerrará en noviembre de 2027 y la dos en octubre de 2028, según el pacto que alcanzaron los dueños de la planta y el Gobierno en marzo del año 2019.
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Si Almaraz repite la hoja de ruta de Garoña, donde el desmontaje no ha hecho más que empezar, a los tres años de la primera fase (de 2031 a 2034) le seguirá la segunda, de unos siete años. En ese tiempo, se desmantelarán los edificios radiológicos y concluirán los trabajos de descontaminación y desclasificación. También acabarán las demoliciones. Y una vez hecho esto, se afrontará la última fase: la restauración ambiental del espacio físico –en ello están ahora en Zorita– para que pueda volver a ser usado.
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