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Qué desolación

Qué desolación

CARTA DE LA DIRECTORA ·

Manuela Martín

Badajoz

Sábado, 11 de abril 2020, 22:01

Esto no va de derechas o de izquierdas. Los muertos que seguimos sumando a causa del coronavirus votaban a la derecha, a la izquierda o a nadie. Y muchos se morirían otra vez de espanto si supieran que su muerte es la munición que utilizan ahora los políticos para enzarzarse en guerras de partido.

La sesión del Congreso de los Diputados del pasado jueves, (un Jueves Santo que no olvidaremos nunca) puso en evidencia que los partidos tienen más urgencia en echarse a la cara los muertos, y de paso ver si le endosan al adversario una gestión peor que la suya propia, que en sumar voluntades y trabajar unidos para salir del desastre cuanto antes.

El PP le atribuye errores sin cuento al Gobierno y este replica que qué pasa en Madrid, donde gobierna la popular Isabel Díaz Ayuso y principal foco de la epidemia. Que si son tan listos, cómo no vieron venir la pandemia y tomaron medidas. Navajeo de altura.

¿A qué autoridad le colgamos los muertos? ¿A las de cada comunidad? ¿Al Gobierno de España? ¿Según nos convenga de acuerdo a nuestras preferencias ideológicas? Qué obsceno es todo.

Sigue sin entenderse que el Gobierno de Pedro Sánchez no haya hecho una apuesta sincera por el consenso. No es razonable que tome medidas unilateralmente y solo después le pida a los partidos de oposición que las respalden. Tampoco se entiende que el Partido Popular de Pablo Casado esté demasiado pendiente de desgastar al Gobierno. Se va a desgastar solo, señores, y a saber quién recogerá los votos que pueda perder Sánchez. Por desgracia, en la sesión parlamentaria del jueves, solo Ciudadanos renunció a los reproches y optó por remar unidos. Pero, ¿cuánto pesa hoy Cs en España?

Es probable que si los grandes partidos no responden ahora con inteligencia y generosidad, si no logran aparecer ante la ciudadanía como los proveedores de soluciones, serán los extremistas de todo tipo, los vendedores de fórmulas mágicas de todo a cien, los que ganen. Utilizarán el malestar de la población para ganar elecciones y acabar de hundir las instituciones democráticas, las libertades, el estado de bienestar y todo lo que pillen por delante. En España y en Europa.

No hay recetas magistrales para gobernar en tiempos de coronavirus; es cierto que nadie estaba preparado para esto. Por eso quizá bastaría como guía mirarse en el espejo de quienes están peleando a brazo partido contra la pandemia sin preguntarse quién tiene la culpa. Los sanitarios, los cuidadores de los ancianos, por ejemplo. Es admirable la actitud de los trabajadores de las residencias, (mujeres en su inmensa mayoría) que se han encerrado con ellos para evitar que su contacto con el exterior haga más fácil el contagio. Trabajadoras que no solo cumplen con su obligación por un sueldo modesto, sino que muestran una generosidad sin límites para proteger a unos ancianos que son las principales víctimas de este drama. Ninguna de esas cuidadoras pierde un minuto en polemizar de quién es la culpa. Todo su tiempo lo dedican a evitar más muertes, a aliviar a los enfermos que no pueden salvar.

Aunque solo fuese por respeto a tantos trabajadores que se están dejando la piel en el intento de frenar la epidemia, los grandes partidos deberían aplazar su encono, arrimar el hombro y tirar para adelante. Se lo deben a la víctimas y a quienes, a su lado, tratan de servirles de escudo.

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