A. B. H.
Lunes, 24 de febrero 2025, 07:33
A los 16 años comenzó a trabajar por cuenta ajena en empresas de cristalería y carpintería metálica hasta que a los 30 años decidió poner ... en marcha la suya propia en su pueblo, San Gil (entidad local menor de Plasencia). «Me convertí en autónomo, monté mi empresa y contraté a tres empleados», recuerda Pedro José Cid.
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Cuatro años después los problemas de espalda dieron al traste con su proyecto. «Al final me tuvieron que operar, porque el tratamiento que me pusieron no iba. Pero no quedé bien de la operación y me dieron una discapacidad del 33%», cuenta. «Esto cambió completamente mi vida y la de mi familia».
Cerró su empresa, vendió lo que pudo y pagó las deudas pendientes. «Fueron años muy difíciles. Mi mujer no trabajaba, teníamos tres niños pequeños y mi pensión era de 263 euros cuando comencé a cobrarla con 34 años», detalla. «Sin la ayuda de los abuelos, no hubiéramos podido vivir», añade su mujer.
Cuando se recuperó de la operación, tres años después aproximadamente, Pedro comenzó a buscar trabajo porque ser receptor de una pensión no contributiva por discapacidad es compatible con tener empleo. «Pero no todos, porque hay trabajos que por mi discapacidad no me permite realizar la Seguridad Social; de hecho, me salió un primer trabajo de representante, que requería que condujera y por este motivo la Seguridad Social no me dejó y tuve que renunciar a él«. Según explica, »no puedo permanecer de pie ni sentado muchas horas por los problemas crónicos que tengo en la espalda y que van a más».
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Hace años que trabaja como peón de servicios múltiples para el Ayuntamiento de San Gil. «Antes los contratos tenían un año de duración y con el sueldo que recibía completaba la pensión mientras trabajaba y después, con los meses de paro«. Ahora la situación es diferente. »Los contratos ya son solo por unos meses, no da para cobrar el paro, pero recibo la ayuda de 400 euros cuando no trabajo y la pensión no contributiva ha subido hasta los 524 euros mensuales». Aun así, «llegar a fin de mes es muy complicado, hay que hacer cuentas todos los días y es muy duro. No recuerdo casi ni la última vez que salí con mi mujer a cenar, es imposible asumir ningún gasto extraordinario».
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