Félix Salgado
Félix Salgado
Los clásicos saltaron a su vida por el ambiente contestario de la época, pero entiende que a los adolescentes de hoy no les motive Homero ni Eurípides porque el contexto es diferente. «Yo a su edad era como ellos», los disculpa Félix Salgado, profesor de ... Filosofía jubilado hace cuatro años y conocido por cientos de alumnos de Extremadura. De vez en cuando se pone a escribir y en tres años remató las 230 páginas en A4 de 'Solo me sirve el odio', la historia de una madre que venga a su hija violada. «Me han dicho que me ha salido un poco 'gore', palabra que no conocía».
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Esa historia que le absorbió tres años la envió al Premio Planeta, fallado el pasado 15 de octubre. En esa gala a los periodistas les dan una tarjeta con los diez finalistas para que hagan sus quinielas y animar así la cena. Su obra, bajo el seudónimo de 'Gallo', el mote de su padre, estaba en esa lista final. Él se enteró por casualidad, dos días después, de que entre los 1.070 manuscritos presentados, el suyo estaba entre los diez mejores seleccionados por el jurado del Premio Planeta de novela, de los más codiciados del mundo por su cuantía económica.
«La trama empieza con una joven que aparece muerta y enterrada. La madre sabe por ciertos detalles quién ha sido antes que la policía, así que lo secuestra y se venga de él», resume Félix Salgado, de 68 años y originario de Puertollano (Ciudad Real).
Este profesor de Filosofía, vino a Extremadura por amor en 1992 y se instaló en Cáceres. Ha dirigido institutos en Navalmoral de la Mata (Augustobriga) y Trujillo (Francisco Orellana) antes de rematar su carrera en Cáceres (Norba Caeserina). Tiene cuatro libros publicados que se encuentran en Amazon, todos autoeditados. «Que el Planeta se haya fijado en mi última obra ha sido un subidón. Pero ni siquiera esto asegura que vaya a ser publicada. No sé qué recorrido tendrá», contesta.
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– ¿Cómo surgió la idea para esta novela
– Quizás por las noticias negras que da la televisión sobre niñas violadas. Que una persona mayor pueda violar a una niña me pone muy nervioso y me indigna. Pensé que debía escribir algo de esto.
– ¿Cuándo y por qué empieza usted a escribir?
– Fue algo natural. Tengo cuatro libros y ahora los autoedito con Amazon. El primero lo escribí hace más de veinte años. Tardo mucho porque reviso todo muchas veces.
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– ¿Diría que disfruta escribiendo o le causa ese desasosiego que suele torturar a quienes buscan la novela redonda?
– Cuando estás metido en una historia le das mil vueltas y el tiempo que escribes es muy pequeño en comparación con lo que la tienes en tu cabeza. Mientras avanzas modificas lo anterior una y otra vez y cuando está terminado una amiga, Pilar Domínguez, me hace la revisión final. Escribo muy despacio pero disfruto muchísimo porque es como vivir en un mundo paralelo. Si sufro es por la propia historia, no porque no me salgan las palabras, ya saldrán. El primer libro, 'Judith', fue el que más me costó. Es mi visión del personaje bíblico y me tuve que documentar con la historia antigua de Babilonia e Israel. El segundo, 'Tierra y gusanos', centrado en la historia de España de 1912 a 1939, me salió de casi 600 páginas. Cómo lo disfrutaba escribiendo nunca lo daba por terminado. El tercero, 'El paso de una sombra', es un homenaje a la generación de los jóvenes de los 60 y 70 y a Marcel Proust.
– Según su curriculum no le gusta el fútbol ni los toros ni ir de tiendas y se declara admirador de los clásicos. ¿Es usted una especie única y en extinción?
– (se ríe) A ver, me encanta la literatura de Tolstoi y soy un enamorado de la Ilíada y la Odisea, pero también estuve unos años en un grupo de rock, los 'Urbason'. He hecho otras cosas además de leer, como tocar la guitarra.
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– ¿Considera un desafío titánico contagiar a los adolescentes el amor por los clásicos ?
– Es muy difícil. He dado clase a chavales de bachillerato muchos años y los entiendo. A mí a su edad me interesaban otras cosas en la vida, como la chica de al lado y los amigos, no Marcel Proust. Sé que estén en una edad muy desnortada y yo como profesor lo que intentaba es que al menos no odiasen la filosofía. Tengo 68 años y el ambiente de mi generación era distinto. Estábamos implicados con la poesía de Walter Whitman o el rechazo al régimen, queríamos que todo cambiara. Íbamos a ver cine de arte y ensayo, veíamos pelis horribles y decíamos que nos habían gustado. Ahora ya no pasa nada de eso.
– ¿En 33 años tratando con alumnos de instituto ha percibido alguna evolución?
– Pienso que no, o muy poca. Si acaso por la tecnología y que al principio no había móvil. Con las redes sociales cambian sus interses. Pero en comportamiento no he notado mucha diferencia, aunque otros profesores dicen que sí.
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– Convenza a un joven hoy para que se haga filósofo.
– En eso sí han cambiado cosas. Antes había carreras como la Filosofía o la Filología Clásica que tenían cierto empaque. Casi se ligaba diciendo que hacías Filosofía. A las chicas les gustaba ese punto bohemio, pero eso ha cambiado. Ahora va todo más de ganar dinero y no es tanto que ellos hayan cambiado sino el mundo en el que viven.
–¿Tiene pensada ya su próxima novela?
– Quiero escribir algo relacionado con la Ilíada y la estoy releyendo para meterme en el mundo antiguo. Me gustaría centrar la historia en Andrómata, la mujer de Héctor el Troyano. Pero me está costando mucho trabajo (suspira).
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