Las tareas de exhumación del cementerio de Sant Francesc, en Formentera, para localizar los restos de las 58 víctimas mortales del penal de La Savina finalizaron este miércoles y han dado como fruto la aparición de seis cuerpos. En varios puntos de Extremadura las miradas ... estaban puestas en estos trabajos que han durado dos semanas pues se sabe que 38 extremeños procedentes de 28 pueblos de la provincia de Badajoz pueden estar enterrados en este lugar. Tras la Guerra Civil fueron apresados y enviados a esta cárcel franquista, donde fallecieron en 1941 y 1942 por las condiciones infrahumanas en las que vivieron sus últimos días.
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Al publicarse hace dos semanas la lista con los nombres y procedencia de estas personas la Junta de Extremadura estableció un protocolo para contactar con sus descendientes pues una vez empezaran a exhumarse los cadáveres habría que cotejar las muestras de ADN con el fin de confirmar sus identidad antes de ser trasladados a sus lugares de origen si sus familias lo desean. Según la Consejería de Cultura, hasta el momento han contactado 12 de estas familias.
«Este año hace 80 años que los franquistas cerraron el Campamento de la Savina. Ocho décadas con las víctimas abandonadas sin lápida en el cementerio de Sant Francesc. Ahora toca hacer el trabajo que se tendría que haber hecho antes: continuaremos trabajando para encontrarlas, identificarlas y devolverlas a sus familias», indicó ayer el Secretario autonómico de Memoria Democrática del Gobierno Balear, Jesús Jurado.
Fue en las últimas filas de la explanada de tierra ante la puerta principal del cementerio, en concreto en las filas 5 y 6, donde se localizaron los restos humanos de seis individuos varones que, por sus características, serían compatibles con las víctimas del penal de La Savina.
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En uno de estos enterramientos, correspondiente a un varón joven, se recuperó una medalla de la Virgen de la Milagrosa. Además, otro de los esqueletos presenta signos evidentes de tuberculosis, una enfermedad muy común entre la población reclusa. De hecho, de las 58 víctimas mortales del penal, 18 de ellos fallecieron por tuberculosis.
Ahora serán los trabajos de laboratorio que lleva a cabo el profesor de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la universidad del País Vasco, Luis Ortega, los que determinarán si los restos encontrados corresponden a las víctimas del penal.
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En concreto, será a través de un análisis de los isótopos de estroncio, que se pueden medir en el esmalte de los dientes, lo que permitirá confirmar que los restos corresponden a personas no naturales de las Islas Baleares y, por tanto, distinguir entre población local y población reclusa, ya que solo dos de las víctimas mortales del penal de La Savina eran originarias de las Baleares.
A la espera de estos resultados, y ante la posibilidad de haber encontrado los restos de las víctimas del penal, el Gobierno Balear ya se ha puesto en contacto con los gobiernos autonómicos de Extremadura y Murcia, de donde eran originarias la mayoría de las víctimas, así como con los de Canarias, Comunidad Valenciana, Cataluña y Madrid para, en caso de obtener resultados positivos, iniciar cuanto antes las labores de recogida de ADN de las familias.
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«Lo que pasó con mi abuelo es que era del bando perdedor, de ideología socialista y secretario de la Casa del Pueblo en su pueblo, San Pedro de Mérida. Primero lo mandaron al campo de concentración de Castuera, luego a otro sitio y al final sé que acabó en el penal de Formentera condenado a muerte, pero según me ha contado Candela Chaves, especialista del tema, le conmutaron la pena por prisión y allí fue de los primeros que falleció, supongo que por su edad (62 años) por una causa que parece un eufemismo, avitaminosis ponía, que es falta de vitaminas, vamos que los mataron de hambre», relata Félix Palma, director del Consorcio de Mérida y nieto de Francisco Palma García, fallecido el 24 de agosto de 1941 y, según la burocracia franquista, depositado en una fosa común del cementerio de San Francesc próximo a aquel penal que estuvo abierto año y medio y donde fallecieron 58 personas, 38 de ellas extremeños, según la documentación que ha recabado el Gobierno Balear.
Pese a que su padre, ya fallecido, apenas hablaba de aquella época, Félix Palma contaba ayer a este diario que él, arqueólogo del profesión, se interesó por la historia de su abuelo. De hecho viajó a Formentera en 2019 para honrarlo allí donde cree que podrían estar sus restos. También sabe que cuando las fuerzas de Franco se lo llevaron del pueblo a Francisco, su hijo, que nació en 1925, apenas tenía 11 años, por eso pudo quedarse en San Pedro de Mérida con su madre, si bien sus tíos huyeron y se diseminaron por otras zonas de España donde se sentían más seguros.
Entre Félix Palma, sus tres hermanos y otros cuatro primos suman ocho nietos descendientes del represaliado extremeño Francisco Palma García, campesino de profesión. Todos están «expectantes» a ver qué conclusiones arrojan las exhumaciones que concluyeron este miércoles, y «contentos» con que al menos se haya intentado. Si algún resto es el de su antepasado, lo siguiente será recabar pruebas de ADN, confirmar el parentesco y devolverlo a Extremadura. «Me gustaría que mi padre y mis tíos pudieran haber visto esto. Sin enjuiciar lo que pasó hace ya tantos años, ahora lo que queremos es que nuestro abuelo esté enterrado en su pueblo, que es donde debería estar, al lado de su mujer y sus hijos», decía ayer Félix Palma.
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