
Enrique Jiménez Carrero
Cultura en Extremadura ·
«Estoy muy decepcionado con el Ayuntamiento y la Junta», dice el artista ante la falta de acuerdo para exponer su producción en Plasencia o GranadillaSecciones
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Enrique Jiménez Carrero
Cultura en Extremadura ·
«Estoy muy decepcionado con el Ayuntamiento y la Junta», dice el artista ante la falta de acuerdo para exponer su producción en Plasencia o GranadillaDecenas de hogares en Plasencia decoran sus paredes con cuadros de Enrique Jiménez Carrero (Granadilla, 1953), uno de los pintores extremeños –también es escultor y ... escenógrafo teatral– más destacados del último medio siglo. Formado entre la Escuela de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife y la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), sus obras forman parte de pinacotecas y fondos culturales de media España. Un resumen de esos 50 años de producción artística acaban de exponerse en Madrid.
–Si preguntan en Plasencia por un pintor local, seguramente una mayoría diría su nombre, pese a que no nació en la ciudad. ¿De dónde le viene el vínculo?
–Yo tenía diez años cuando Granadilla (a 41 kilómetros de Plasencia) fue expropiada para construir el embalse de Gabriel y Galán. Hermanos, padres e hijos quedaron separados. Me marcaron los miedos, incertidumbre y llantos que vi en los mayores en esos momentos. Mis padres, humildes agricultores, se fueron a Alagón del Río, donde les venden unas pequeñas parcelas para subsistir. Haciendo un gran esfuerzo, ellos deciden que mi hermano y yo estudiemos, y nos mandan a Plasencia, a vivir en casa de una hermana de mi madre que era viuda. Estudié en el colegio San Calixto y luego en el instituto Gabriel y Galán. Y de ahí me viene el vínculo con la ciudad, donde mantengo muchas amistades. Para mí fue muy doloroso salir de Granadilla. Toda esta tragedia que viví se plasma en mi pintura. Siempre digo que a los vecinos de Granadilla no les ahogó el agua del pantano, sino sus propias lágrimas. En Plasencia di mis primeros pasos como pintor. Hice mi primera exposición con 16 años, en la oficina de Turismo de entonces. Ahí me dejaron colgar 8 ó 10 dibujos. Creo que de no haberme tenido que ir de Granadilla y no haber llegado a Plasencia, que me acogió tan bien desde el principio, no habría sido pintor.
–Se fue a Madrid joven, pero no ha perdido el vínculo con Plasencia...
–Y espero no perderlo. Ahora se están propiciando ciertas cosas que parece que me invitan a perderlo. Estoy haciendo un cuadro que espero no terminar. Me dolerá mucho acabarlo. Se titula 'Plasencia: con el arte a otra parte'. Alude a un proyecto que presenté hace tiempo a la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento. Recogía mi sueño de que mi obra quede en Plasencia. Tuve conversaciones con la presidencia de la Junta, la anterior y la actual, el alcalde, la Diputación... Pero creo que ha pasado ya demasiado tiempo desde que lo presenté. La Diputación de Cáceres lo ha acogido muy bien, ha instado a la Junta y el Ayuntamiento a ponerse de acuerdo, pero ya llevo mucho tiempo esperando, y creo que se va acercando a su fin el plazo para obtener una respuesta, para evitar más dolor para mí. Ofrezco mi obra porque quiero que se quede en mi tierra. En Plasencia o en Granadilla. La consejera me dijo que en Granadilla, ni un clavo se puede poner. Lamento mucho esa expresión, porque no nos pueden robar los sentimientos. Acepto lo que digan sin reproches, pero son cosas dolorosas para mí, que he llevado siempre a Extremadura muy dentro.
–¿Qué es lo que ha pasado?
–Eso me pregunto yo. Me dijeron que se pediría dinero a la Unión Europea para rehabilitar la Casa del Deán, y ahora leo en la prensa que no va a ir ahí mi Museo, sino una biblioteca. Bienvenida sea. Desde luego, no seré yo quien se oponga a nada cultural. Quien manda en el Ayuntamiento considera con todo su derecho que hace lo mejor para la ciudad. Pero cualquier frase que me digan de que no hay espacio para albergar mi museo, francamente me hará muchísimo daño. Respeto a las personas que toman las decisiones, pero es importante que al menos tengan la delicadeza, de llamarme y decírmelo. Si es que no pasa nada. Yo he hecho muchos proyectos en mi vida, unos salen y otros, no. Y este toca a su fin. Tendré otros dos o tres encuentros más con alguien de la ciudad a ver si hay solución. Si es que hasta en una nave industrial se podría exponer. No pasa nada por que la diferencia entre continente y contenido sea grande, lo importante es que quienes nos visiten tengan algo más que ver en la ciudad. Mi propuesta es donar 170 de las 300 obras. Y cedo 60 más. Eso da para mucho tiempo de paseo por una sala de exposiciones. Agradezco a la Diputación el esfuerzo de escucharme y tomar en cuenta mi proyecto. De los demás, no sé más que lo que he leído en la prensa.
–Está decepcionado con la Junta y el Ayuntamiento de Plasencia...
–Sí, por qué no decirlo. Muy decepcionado. La última vez que pregunté, precisamente en Plasencia, a la presidenta, que iba acompañada por el alcalde, me dijo 'No, no, el proyecto está encima de la mesa de la consejera'. Y el miedo que me da es que la papelera está al lado de la mesa. Si invito a una autoridad a una exposición en Madrid que resume mi trabajo en 50 años –el pasado febrero expuso su retrospectiva 'Los caminos del paraíso' en Casa de Vacas–, por respeto a la persona, creo que deberían al menos contestar. No es ya que no vayan, es que ni siquiera contestan. Entiendo que tienen cosas mucho más importantes que hacer, pero antes no era así. Recuerdo los telegramas de Rodríguez Ibarra agradeciendo la invitación y excusando su ausencia. Y no pasa nada, entiendo perfectamente que no pueda ir. Ahora, ni siquiera acusan recibo de una invitación. Igual es que estoy mal acostumbrado. En otros sitios no me pasa, y me da lástima que me pase en mi tierra.
–¿Cuánto tiempo hace que presentó el proyecto?
–Lo presenté a la anterior directora general de Cultura, pero vinieron tiempos malos: elecciones, el covid, crisis... Normal que estuvieran a esas otras cosas. Pero fue pasando el tiempo, hubo el cambio político y volví a empezar, a llamar a puertas. Diputación de Cáceres me recibió extraordinariamente. Mi última exposición individual en Plasencia (fue en abril de 2022) la titulé 'El último viaje', porque ya veía venir lo que ha ocurrido. Tampoco se pierde nada Plasencia por no albergar mi legado. Cederé algún cuadro cuando se me pida y ayudaré cuando me necesiten.
–¿Qué más está en su mano hacer por su proyecto?
–Nada. Buscarme otro sitio. Siempre termino mis presentaciones con un texto de Chamizo para Gabriel y Galán, que dice que 'Son los amores humanos tan humildes que amor divino te otorgó la gracia de percibir el grave y vago murmullo de la tierra parda'. Espero no tener que escuchar este murmullo desde la lejanía y poder escucharlo en mis últimos años en mi tierra.
–Su web incluye testimonios sobre su obra de Camilo José Cela, Arturo Pérez-Reverte o Tico Medina. ¿De dónde viene su relación con ellos?
–En principio, no tenía ninguna. Luego, cuando he hablado con ellos para pedirles algo para algún libro o catálogo, me han comentado que conocían mi obra. Yo siempre he pensado que los extremeños a veces nos acobardamos, tenemos cierto complejo de ser menos que los demás, y esto tenemos que quitárnoslo de la cabeza. Yo me he atrevido a escribirle cartas muy respetuosas, siempre aceptando su respuesta, la que fuera, y he tenido la suerte de que siempre me respondieron positivamente. Se nos debe quitar para siempre el pelo de la dehesa que a veces nos sale y nos acobardamos de dirigirnos a quien sea. Nadie es más que nadie. Con educación, podemos dirigirnos a quien sea.
–¿Se ve como un pintor muy diferente al de sus inicios?
–No. Sigo disfrutando lo mismo. Tengo los mismos dolores y ansias de expresarme a partir de lo que me sucedió, aunque es cierto que las etapas van cambiando con el tiempo.
–¿Qué esta pintando ahora?
–Por desgracia, el cuadro que empecé cuando leí en el periódico (el pasado 12 de marzo) que la Casa del Deán se dedicará a otra cosa. Pensé 'Creo que esto se acaba'. Si no tengo oportunidad de hablar con ellos otra vez, no pasa nada, pero duele.
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