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No existe un registro de mascotas tan fiable como el del padrón municipal, pero en España, donde la natalidad baja cada año, empieza a haber ... consenso sobre que la cifra de perros y gatos en casas ya supera a la de hijos. Solo hay que observar que el número de alumnos baja cada curso mientras sube el de clínicas veterinarias o tiendas con productos para mascotas, que en sus estanterías ofrecen regalos en forma de 'chucherías' para premiar a perros y gatos por su cumpleaños y otras efemérides.
Es patente que perros y gatos cada vez están más integrados en las familias, pero aún existen espacios por conquistar. En 2021 el alcalde de Badajoz divulgó foto con Pipper, un perro 'influencer' que viajaba por toda España y cuyo dueño lanzaba el mensaje de que deberían admitir mascotas en restaurantes, hoteles y espacios públicos. El pasado día 19, Día del Padre, el portal de asesoramiento legal Legalitas fue más allá y difundía el concepto de 'perrhijos' y gathijos' apuntando algunas reivindicaciones para integrarlos en una sociedad diseñada para humanos.
En este contexto la psicóloga Elena Avilés, con 16 años de profesión y gabinete en Badajoz desde 2019, ha empezado a ofertar en su catálogo de terapias el duelo animal. Avilés tiene en casa dos perros y otros dos perros más cinco gatos en el campo y hace casi dos años que falleció su perra Greta, una pastora alemana.
En su opinión, «el duelo por una mascota es un duelo desautorizado porque se van reír de ti. El otro, el de las personas, se tolera y nos permiten verbalizarlo y expresarlo. Es normal que se pase uno o dos años en las distintas fases de depresión o tristeza. Pero si con un animal dices a los tres meses que no te apetece salir o que te estás medicando parece que algo te falle en la cabeza, por eso se silencia la duración real del duelo por tu mascota», critica.
Avilés reconoce que no es muy habitual ofrecer este tipo de terapias, como mucho escuchar a algún 'coach' que da claves para estos momentos de tristeza. Pero ya existe formación para psicólogos al respecto y en Latinoamérica y Reino Unido, afirma, ha empezado a extenderse este tipo de pacientes que necesitan ayuda para sobrellevar la muerte de su perro o gato, «al igual que dejarse ayudar por la psicología o la psiquiatría ha dejado de estigmatizar a las personas».
En el caso de Avilés, la primera experiencia la tuvo en el Hospital Universitario de Badajoz trabajando como psicooncóloga. «Había una persona que venía a revisiones, no tenía familia y llevaba 15 años con su perro, que murió en 2019. «Vi que como consulta especializada no vienen salvo que lo ofrezcas. Y si vas al médico de cabecera a que te dé medicación para superar una pérdida así tampoco te la va a ofertar».
Ella es psicóloga general sanitaria y tiene especialidades en cuidados paliativos, duelos, adicciones, situaciones de crisis y catástrofes o imagen corporal, pero por la experiencia anterior sintió la necesidad de hacer un máster específico cuando murió Greta, la perra que llevaba 14 años viviendo con ella y que veía como a una hija. «Percibí la incapacidad de la sociedad de entender este duelo, completamente invalidado y que tampoco existe a nivel laboral porque no te dan días».
Lo que sí ve claro es cómo están cambiando los tipos de familia, cada vez con menos hijos. Y le consta que muchos problemas aparecen cuando la mascota se pone mala o fallece. «En esos momentos a muchas personas se les viene el mundo encima».
Ahora a su consulta en Badajoz llegan mayoritariamente mujeres de más de treinta años. «Hombres no vienen porque sigue imperando que ellos no pueden mostrar debilidad, pero he visto mujeres de 80 años para las que su perro lo era todo», explica.
Tampoco es lo mismo ser niño o adulto. «El adulto lo puede sobrellevar como un duelo de un humano. Con niños y adolescentes depende de si los padres les han hecho partícipes. Si a los niños se los aparta de tanatorios o cementerios y no le dan la opción de despedirse de su ser querido y no tienen relación con la muerte, que es algo natural, lo llevarán peor porque hacemos que esta no existe. La reacción del niño depende la educación, pero no pasa nada por decirle que la mascota estaba malita, necesitaba descansar y dejarlo que se despida antes de una eutanasia. Si por un accidente la muerte es súbita cambia el proceso, aunque esto se encaja mejor que una desaparición porque no tienes a quien llorar».
Según Avilés, las terapia por duelo animal han de centrarse en perros y gatos por ser las mascotas con las que más años se convive, aunque si hubiera otras especies con las que una persona pasa todo el día, como un caballo o un delfín en el caso de un adiestrador, también es adecuado que pase un duelo. En cambio, entiende que con un hámster, un pez o un canario el vínculo no puede ser el mismo porque viven muy poco tiempo, apenas uno o dos años.
Según dice, el proceso de duelo en humanos tiene las mismas fases que con una mascota: shock y negación, rabia e ira, aceptación y aprendizaje. No obstante, sabe que en muchos casos tras el fallecimiento de un perro o un gato llega al hogar otro cachorro y esto no es equiparable a que una persona pueda ser sustituida. Tampoco un animal.
Además, no ve recomendable que esa nueva mascota sea un regalo de un tercero sino que sea la persona que pasa el duelo quien elija el momento de tener otra . «El duelo hay que vivirlo, no taparlo –dice– Además, si al cabo de una semana no soportas el dolor y adoptas a otro animal aparece una culpabilidad, ¿qué pensará mi perro o gato que su comedero lo ocupe otro? La culpa es otro de los sentimientos que más aparecen en el duelo. Lo normal es esperar y permitirse vivir el dolor y debe ser la persona la que decida que está preparada antes de adoptar otro perro o gato. Una opción es hacer de casa de acogida».
Por otro lado, en estos procesos la religión a menudo juega un papel fundamental, la cual lleva a aparejada sus propios rituales según las creencias. «El que tiene animales y los quiere es porque reconoce que tienen un alma. De ellos se dice que han cruzado el arco iris como símil de que van al cielo, que allí son felices, no les duele nada y que nos volveremos a reunir cuando nos muramos. Por eso un duelo con fe es más sencillo», afirma la psicóloga.
Esta semana, por el día del Padre, el portal jurídico Legalitas aprovechaba para recordar que en algunos hogares el perro o el gato es considerado como alguien más de la familia. Desde este punto de vista aclara algunas dudas. Por ejemplo, ¿se puede inscribir a la mascota como hijo en algún registro? «Solo se puede aparecer como propietario de la mascota en el Registro de Mascotas de la comunidad autónoma donde se resida, pero no aparecerá en el libro de familia como si de un hijo se tratase, aunque los dueños lo consideren así». Del mismo modo, Legalitas aclara que, salvo que lo indique el convenio o acuerdo con la empresa, actualmente, no existe permiso retribuido en la legislación laboral por fallecimiento u operación quirúrgica de la mascota.
Elena Avilés, psicóloga que ofrece terapias sobre duelo animal, espera que en un futuro esto cambie. «En mi caso Greta era como mi hija y cuando hubo que hacerle un TAC que solo hacen en una clínica de Zafra tuve que pedir un día libre en el trabajo», pone como ejemplo.
Si fallece la mascota hacerle un homenaje final como a los humanos en los entierros lo ve recomendable para aliviar la pena. El problema, expone, es que el protocolo exige la incineración, ya sea colectiva o individual (más cara). Ella reivindica cementerios de mascotas «porque iniciar así el duelo es terapéutico», pero solo le consta que exista uno en España, en Málaga.
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