Modesto Cáceres Paniagua, de Guijo de Coria (Cáceres), y su familia un mes después de llegar a Hawái HOY

Los emigrantes extremeños invisibles en Hawái

Un investigador aborda la historia de los 600 habitantes de la región que se fueron a las islas de EE UU en 1913

maría isabel hidalgo y eloy garcía

Domingo, 18 de julio 2021, 08:00

Aurea Robles pensaba que en los Estados Unidos le esperaba una vida mejor que en su Jarandilla de la Vera natal.Por eso, no lo dudó cuando en 1913 le surgió la oportunidad de emigrar a Hawái.

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Le ofrecían trabajo en las plantaciones de azúcar, ... veinte duros o 'dólares españoles' (cada uno equivalía a la moneda de ocho reales española) al mes, una casa y escolarización para los menores de 14 años.

Por eso partió de su pueblo junto a su padre Patricio Robles hasta Gibraltar, donde cogieron un barco rumbo a Hawái.

En la colonia británica les esperaba el Ascot, uno de los seis buques que realizaban estos viajes transatlánticos. El pasaje era gratuito si eran menores de 45 años y «agricultores de verdad». Para los dos meses de travesía ofrecían buen servicio de comida, a la española.

Pero cuando Aurea y su padre llegaron a Gibraltar comprobaron que no se trataba de un buque de pasajeros sino de un carguero de carbón, y que debían viajar hacinados en las bodegas con más de mil personas que como ellos iban a 'hacer las américas' Aurea y su padre decidieron quedarse.

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Pero otros 600 extremeños, como los tíos de Aurea, Eugenio Moreno y Emilia Berrocoso, sí que hicieron este viaje entre 1912 y 1913 en busca de la prosperidad que les habían prometido.

Hace apenas un año, el antropólogo y presidente del Club Universo Extremeño, Manuel Trinidad, conoció esta historia al visitar una exposición de emigrantes españoles en Estados Unidos. Allí descubrió el baúl del 'Mesón la Troya'; la famosa casa de comidas de Trujillo que fue fundada por los únicos emigrantes de los que se tiene constancia de su regreso. Este baúl abrió las puertas a una historia desconocida para los extremeños, «que son los invisibles de los invisibles», apunta Trinidad.

A partir de aquí, este investigador ha recorrido los pueblos de la comarca de la Vera buscando descendientes de estos emigrantes. El objetivo, localizar y tender puentes entre sus descendientes para fortalecer sus vínculos con la región.En este sentido, presentará un proyecto a la Junta después del verano.

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Los archivos de la época basados en los relatos de estos emigrantes registran la dureza del viaje. Durante la travesía del Ascot murieron 18 niños de sarampión, cuatro de ellos extremeños, que fueron lanzados al mar.

Este fue el motivo por el que cuando se marcharon Eugenio y Emilia dejaron a su hija Bernarda de dos meses al cuidado de sus tías.

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A la llegada a la isla se enfrentaron a condiciones de semiesclavitud. Años antes, en 1863, se había abolido esta práctica, y por eso en las islas necesitaban mano de obra. Motivo por el que, el Consejo de Inmigración de Hawái creó una campaña publicitaria para reducir el elevado porcentaje de población asiática que allí vivía. El objetivo era llevar población europea para «blanquear la isla».

Cuando Eugenio y Emilia llegaron, descubrieron que todo era un engaño; trabajaban más de diez horas diarias por un salario mucho menor y la vivienda no era de su propiedad. Por eso, como la mayoría de los que llegaron a las islas, trabajaron allí por un tiempo para reunir dinero y comprar un pasaje hasta San Francisco, en California.

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Manuel Trinidad., bibliotecario de la UEx, antropólogo y presidente del Club Universo Extremeño HOY

«Lo tuvieron muy difícil, la mayoría eran analfabetos, no sabían a lo que iban y a la dificultad de emigrar, se le añade la barrera del idioma» rememora Manuel Trinidad.

La presencia hispana en América era más controvertida que ahora, por lo que estos emigrantes se relacionaban entre ellos. Surgieron muchos matrimonios entre extremeños de diferentes provincias o con salamantinos y andaluces. Para pasar desapercibidos, muchos cambiaron su nombre por otro de aire más inglés. Esto influía también en el dinero, la mayoría de ellos prefería guardarlo en sus casas en lugar de en el banco. Esta decisión se reveló como acertada con el estallido el 'crack del 29', cuando estos emigrantes compraron las propiedades que los norteamericanos vendían por su falta de liquidez. Así comenzaron a tener tierras de cultivo y negocios propios.

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El Club Universo Extremeño busca tender puentes para fortalecer vínculos entre emigrantes extremeños con la región

Ana Rodríguez, nieta de Aurea Robles, cuenta que los emigrantes ayudaron al pueblo enviando dinero y ropa para familiares y vecinos. Ninguno de ellos regresó. Sí lo han hecho sus descendientes, como Francisco, Mary y Louise, que volvieron en 1970 para conocer a su hermana Bernarda, la bebé de dos meses que Eugenio Moreno y Emilia Barroso dejaron en Jarandilla.

Hoy se inaugura en el Museo de los Escobazos de Jarandilla una exposición sobre el éxodo extremeño a Hawái. Manuel Trinidad quiere visibilizar la intrahistoria con las vivencias personales que forman la historia de la región. «Sólo conocemos la de los grandes conquistadores extremeños y estos emigrantes son los verdaderos colonizadores de América».

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