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¿Qué ha pasado hoy, 29 de marzo, en Extremadura?
Javier realiza las tareas domésticas en el piso de Badajoz en el que cumple su medida judicial. PAKOPÍ
«Empujé a mi madre, me denunció y se lo agradezco»

«Empujé a mi madre, me denunció y se lo agradezco»

Muchos casos de agresiones de menores a sus padres no afloran; la Junta ha iniciado la campaña 'Duelen' para que se visibilice y resuelva este problema

Domingo, 21 de marzo 2021, 08:18

En la familia de Javier (nombre inventado para este caso real) se desató la tormenta perfecta cuando se divorciaron sus padres cuando él tenía 16 años, edad en la que empezó a probar los porros, droga que le llevó a sustancias sintéticas mucho más dañinas. Vive en una localidad del sur de la provincia de Badajoz de apenas 2.300 habitantes, su madre trabaja por horas, su padre se fue a vivir al pueblo de al lado y su hermano, cuatro años menor que él, cada vez que empezaba una discusión huía de aquel ambiente infernal.

«Es un niño muy inquieto –relata la madre de Javier– que empezó a tener malas compañías y muchos vicios. Las discusiones con él cada vez eran muy violentas cuando pedía dinero y un día golpeaba el coche, otro un armario o un cristal, hasta que una vez me dio un empujón con los efectos del 'mono' y me dije: 'hasta aquí'».

Lo siguiente que hizo fue denunciar a su hijo ante la Guardia Civil. «Fue el 19 de noviembre de 2019 a las dos menos cuartos de la tarde». Lo recuerda con exactitud porque ahí se produjo un punto de inflexión en la relación. Lo reconoce la madre, el padre y también el hijo.

La Junta tiene detectados 121 casos activos de violencia ejercida por menores en el hogar

«No me olvido del día que la empujé, me denunció –prosigue el hijo el relato– y me quedé en shock, pero hoy se lo agradezco porque si no lo hace es probable que hoy estuviera o muerto o muy mal». Javier tenía 17 años, ya había abandonado el instituto con un reguero de suspensos y en el periodo entre la denuncia y la medida que le impuso el juez el joven se fue a vivir con el padre. «Yo estaba en contra de aquella denuncia –cuenta ahora el padre–, pero a los dos meses cambié de opinión y pensé que la madre había hecho bien. Con ella ejercía mucha violencia verbal, pero a mí también me amenazaba, llegó a romper un cristal y me decía que me iba a pegar un puño. Yo me quedaba quieto, es más corpulento. Se pasa muy mal».

El perfil: desde los 14 años

Según la directora general de Servicios Sociales, Infancia y Familias, Carmen Núñez, en Extremadura hay en estos momentos 121 casos activos de violencia ejercida por menores en el ámbito familiar o entre iguales. El perfil tipo, añade, es en un 80% de los casos jóvenes de 14 años, aunque se dan conductas desafiantes desde los diez. Muchos padres y madres no saben qué hacer. Por ello, el pasado jueves se presentó en Mérida la campaña 'Duelen', dirigida a visibilizar estos episodios violentos en el hogar que se intuye son muchos más de los marca la estadística anterior. Para hacerlos aflorar y buscarles solución la Junta ha habilitado un teléfono para información o ayuda.

Al ver el desenlace feliz de su historia, tanto Javier como su madre y su padre recomiendan denunciar la situación para que un juez tome medidas. «Él me pedía llorando que no lo denunciara. Es muy duro para una madre, pero me puse una coraza para seguir adelante porque si lo pienso mucho no lo hago. En el pueblo se saben las cosas que ocurren y me decían: 'si quieres a tu hijo denúncialo'», relata ella.

Con la pandemia todo se retrasó y no fue hasta el pasado 26 de junio cuando los llamaron en el juzgado de Badajoz. Los meses anteriores los pasó con su padre. «Necesitaba que mi hijo se fuera de casa para que echara de menos lo que tenía», dice la madre.

La Junta tiene cuatro pisos en la región, 28 plazas en total, para casos así. PAKOPÍ

Finalmente, el 15 de julio ingresó en uno de los pisos que tiene Dirección General de Servicios Sociales de la Junta en Badajoz. Allí viven en grupos educativos sustitutivos de la familia para cumplir los menores las medidas dictadas en el juzgado, un recurso que cuenta con educadores sociales, auxiliares educativos, así como orientadores laborales y psicólogos en algunos casos. Hay cuatro pisos en Extremadura (dos en Badajoz, uno en Cáceres y otro en Plasencia) con 28 plazas en total. Lo habitual es que estén al cien por cien, explica el jefe de Servicio de Adolescencia y Familias, Manuel Gallego.

«El día que se quedó en el piso –prosigue la madre– me dijo que no me quería. Me fui rota, pero pasó un día y ya me estaba llamando para pedirme perdón. Mi idea era que valorara lo que tenía y hoy soy la madre más feliz del mundo. Él es mucho más maduro, ya no se levanta a la dos de la tarde, es responsable y cuida de su hermano». Su padre cuenta asombrado cómo ha empezado a sacar sobresalientes en el instituto. «Estoy muy agradecido a los monitores, me lo han transformado, pero antes que ser valiente y dar el paso», dice.

«Llegó a romper un cristal y me decía que me iba a pegar un puño. Yo me quedaba quieto»

Javier tiene 18 años saldrá el 9 de julio en libertad vigilada, pero ya se le nota encantado con el cambio que ha experimentado. «Al entrar en el piso no tenía a mi familia pero noté el apoyo de mucha gente. Estoy de nuevo haciendo la ESO en la escuela de adultos y soy una persona distinta. Llamo por teléfono a mi madre todo lo que puedo y me duele lo que vivió de chico mi hermano, pero al final me alegro de cómo ha acabado todo. Ahora mis planes son seguir con los estudios, encontrar trabajo para ir teniendo mi coche e irme independizando».

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