«No entiendo por qué los extremeños aceptan el estado de ciudadanos de segunda clase»
LA EXTREMADURA DE... Troy Nahumko, escritor, músico y asesor educativo ·
Lentitud. «Lo más difícil de adaptarse es la forma en que se divide el día, con el almuerzo largo y donde no pasa nada hasta las cinco», asegura de la región, que define como «genuina, sufrida y vasta»
ENTREVISTA REALIZADA POR MARISA GARCÍA
Lunes, 17 de agosto 2020, 08:27
Troy Nahumko nació en Edmonton (Alberta, Canadá) en 1973. Llegó a Extremadura para quedarse en 2007, vive en Cáceres y antes ha vivido en Canadá, EE UU, Yemen, Azerbaiyán, Laos, Madrid y Guadalajara.
–¿Por qué vino a Extremadura?
–La primera vez que visité la región dormí debajo de un puente. Me dirigía a Marruecos después de haber caminado de Santiago a Lisboa y de alguna manera llegué a Mérida. Pasé el día explorando la ciudad y luego pasé la mayor parte de la noche cerca del río mientras esperaba el autobús a Algeciras.
PRIMERA IMPRESIÓN«Quedé fascinado por el cielo. Bajo ese azul puro mi alrededor adquirió una calidad cinematográfica»OCIO«Algo que aquí hacen bien es tomar algo encantador y asegurarse que haya un bar cerca»
–¿Qué impresión tuvo cuando llegó?
–La primera vez fue en la primavera y recuerdo estar fascinado por el cielo. Era un azul tan puro. Bajo ese azul, todo a mi alrededor adquirió una calidad cinematográfica. La segunda vez fue en agosto y recuerdo haber bajado del autobús en Navalmoral a mediodía. De nuevo, fue como una película, pero esta vez un western distópico. El intenso calor creaba una neblina a la distancia y la estación estaba desierta.
–¿Cuál es la mayor diferencia que ha encontrado entre el modo de vida de aquí y el de Canadá?
–Dejé Canadá cuando tenía 17 años, por lo que mis recuerdos no coinciden con la realidad allí de hoy en día. Mis recuerdos son como una imagen polaroid granulada, sin cinturones de seguridad, ceniceros desbordados y cocinas de plástico que nunca habían visto ni olido a ajo y aceite.
–¿Cómo le recibieron aquí?
–España es extremadamente acogedora para los extranjeros. Sin embargo, soy uno de los inmigrantes que se denominan como «expatriados» y de ninguna manera soy un refugiado, a menos que me considere ser refugiado climático.
–¿Tardó en acostumbrarse a vivir aquí o se adaptó enseguida?
–Lo más difícil de adaptarse es la forma en que se divide el día, con el almuerzo largo y donde no pasa nada hasta las cinco.
–¿Cómo ha cambiado su visión de la región en el tiempo que lleva aquí?
–Cuanto más vivo aquí, más me doy cuenta de lo poco que sé.
–¿Podría definir Extremadura con tres palabras?
–Genuina, sufrida y vasta.
–¿Qué es lo que más le conquistó de esta tierra?
–Con alguien de Extremadura y la tierra misma, lo que ves es lo que tienes. En un mundo de quimeras, eso puede ser bastante refrescante.
–¿Y lo que menos?
–Desafortunadamente, esa misma autenticidad también puede conducir a la resignación y la apatía si se lleva al extremo. No entiendo por qué la gente aquí acepta el estado no escrito de ciudadanos de segunda clase. Y este estado se alimenta de lo que el Quijote llamó raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes.
–¿Qué destacaría de los extremeños?
–Su capacidad de disfrutar del momento. Esto es algo en lo que todavía estoy trabajando.
–¿Qué cree que necesita Extremadura para su desarrollo?
–Necesitamos decidir si queremos seguir siendo serviles al poder, en cualquier forma que tome.
–¿Cuáles son sus sitios favoritos de la región?
–Me encantan las piscinas naturales. Son algunos de los lugares más civilizados de la tierra. Algo que los españoles hacen bien es tomar algo encantador y asegurarse de que haya un bar cerca con buena comida y cerveza fría.
–Extremadura es un paraíso natural ¿en qué sitios le gusta perderse?
–La Sierra de Gata es uno de mis lugares favoritos. Sin embargo, algunas áreas que me gustaría explorar son Las Hurdes, el Geoparque y la Raya alrededor de La Codosera.
–¿Qué rincones recomendaría visitar de Cáceres?
–Vivo junto a la muralla del casco antiguo de Cáceres y vale la pena explorarlo una y otra vez. Lo que pasa es que la gente solo lo ve como hermosas piedras antiguas, pero si lo observas más detenidamente, te das cuenta que hay una comunidad que hace su vida junto a esas piedras.
–¿Qué echa de menos en Cáceres?
–Conexiones decentes de transporte público.
–¿Los servicios públicos con los que cuenta son suficientes? ¿Y las propuestas culturales y el comercio?
–Cuando vine aquí por primera vez, el sistema de salud me sorprendió, era mucho mejor que cualquier cosa que hubiera visto. Desafortunadamente, los recortes continuos han reducido su eficiencia. Al comienzo de la pandemia, parecía que las personas se daban cuenta de esto, pero ya veremos si siguen con la idea de apoyarlo incluso más. Ir de compras para mí es casi lo mismo que ir al dentista. Puede que haya estado en La Siberia varias veces, pero nunca he pisado El Faro.
–¿A qué dedica su ocio?
–Cuando puedo, viajo. Después de haber explorado más de 50 países, ahora prefiero viajar más lento y más profundo.
–¿La cercanía con Portugal es un aliciente? ¿Suele viajar con frecuencia al país vecino? ¿Dónde va?
–Amo Portugal y, como escritor, las diferencias entre los dos países me fascinan. Tuve la oportunidad de tocar en Monsaraz de Reguengos el pasado verano. El embalse de Alqueva fue una revelación.
– ¿Le gusta el clima extremeño?
–El calor del verano no me molesta. Lo que menos me gusta es el frío. Salí de Canadá por una razón.
– ¿Suele recomendar a sus familiares y amigos que vengan de vacaciones o a vivir a Extremadura?
–Claro que sí. Y suelen agradecer la oportunidad de ver un lado de España que no suele salir mucho en la televisión. De hecho, he estado hablando con algunas personas sobre la creación de un programa de televisión en este sentido, de presentar Extremadura desde una perspectiva diferente.
–¿Hay algunas costumbres o tradiciones que le hayan llamado la atención?
–Todavía estoy tratando de entender la Semana Santa, esa demostración, aparentemente contradictorio de la fe. Por un lado, es una manifestación muy 'pública' pero a la vez oculta. Este exhibicionismo de muchos que no han pisado la iglesia desde que se casaron hace que todo el evento sea muy complejo de comprender.
–¿Suele acudir a fiestas de interés turístico o a acontecimientos culturales?
–Hay dos fiestas que, como escritor de viajes, es difícil justificar por qué todavía no las he visto: el Jarramplas en Piornal y los empalaos en Valverde.
–¿Qué es lo que más le gusta de la gastronomía extremeña?
–Una de mis mayores confusiones es cómo, en un lugar que tiene una comida tan maravillosa, siguen sufriendo un pan tan terrible.
– ¿Dónde ha viajado o va a viajar este verano?
–Teníamos billetes para ir a Nueva York y luego cruzar a Canadá. Eso no va a suceder, así que espero explorar todo lo que podamos a pie. Tengo hijas de 7 y 9 años y espero explorar sus raíces y conocer un poco mejor de dónde vienen.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.