![Un escudo para el que se pidió opinión a todos los extremeños](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/09/07/183636493-kijH-U210102007686QjE-1200x672@Hoy.jpg)
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«Yo me lo inventé –sentenció hace cuatro años César Martín Clemente en una página de este diario–. Dije: como tenemos una bandera tricolor haré un escudo bicolor, y estuve viendo libros de heráldica. Partí de la base de que si trazamos una línea de norte a sur, por la vía de la Plata (la Nacional 630), tenemos que la parte de Portugal era de León y la otra, de Castilla. Por eso en la parte de arriba puse el león a la izquierda y el castillo a la derecha, al revés que en el escudo de España».
Día, himno y escudo de Extremadura. Estos eran los temas a tratar por la comisión formada en 1983 para terminar de perfilar los símbolos que nos identificarían como extremeños. Aquel grupo de once políticos (seis por el PSOE, dos por Alianza Popular, uno por el Grupo Popular, otro por el Comunista y otro por el de Extremadura Unida) lo presidía el socialista Antonio Vélez, pero fue otro compañero de partido perteneciente a aquella comisión, César Martín Clemente, a quien le encomendaron concretar el escudo, según revela él mismo. Formado en Económicas y Derecho, hoy día con 70 años y al frente de una asociación de hosteleros en Cáceres, fue él por ser el único que tenía unos mínimos conocimientos de heráldica quien ordenó y dimensionó el león, el castillete, las columnas, el árbol del centro y la corona que se ven en edificios, banderas, títulos, sellos, membretes o publicaciones oficiales, entre otros espacios que determina el Estatuto de Autonomía que debe exhibir el escudo.
Aunque escucharon al pueblo extremeño, César Martín Clemente explica que no fue fácil idearlo: «La historia del escudo fue invención de nuestro grupo. Todos los escudos de otras autonomías los inventaron porque no había nada. Se tomó con mucha ilusión porque era algo inédito, solo teníamos una bandera que venía por la ley del estatuto, pero escudo no había y nos pusimos a ello. En el nuestro esa corona se llama corona coronel, para que se diferenciara de la monárquica. Otra cosa que nos dijeron es que fuera moderno y novedoso para que durara mucho tiempo», empieza a explicar quien fuera ponente de aquella ley que alumbró la comunidad autónoma.
Hay que reseñar que, debido a que era la primera vez que estos políticos afrontaban semejante encargo, se publicaron anuncios en los medios para recabar la opinión ciudadana. '¿Qué símbolos cree usted que pueden representar mejor a Extremadura?' y '¿Cuáles de ellos deben figurar en el futuro escudo de Extremadura?', se preguntó por ejemplo a través del diario HOY.
La comisión recibió más de 300 modelos, pero fue una aportación de la Real Academia de Extremadura, comentada y con argumentos razonados heráldicamente, la que sirvió de punto de partida para llegar al escudo definitivo.
Con el asunto resuelto, según se describió en la Ley 4/1985, de 3 de junio, del Escudo, Himno y Día de Extremadura, en lo relativo al primero se explicó en la exposición de motivos que en la simbología del escudo «se ha buscado armonizar elementos tradicionales con aquellos otros que no supongan sólo visión del pasado, sino realidad fecunda del presente y ferviente deseo del porvenir».
Más adelante, su descripción quedó fijada en el artículo 3 como sigue: «El Escudo de Extremadura es un escudo con boca a la española. Timbrado en coronel abierto; compuesto de ocho florones de hojas de acanto visibles cinco, engastado en piedras preciosas. Escudo medio partido y cortado. En el primer cuartel de oro un león rampante de gules linguado y uñado. En el segundo en campo de gules un castillo de oro mazonado de sable. En el tercero en campo de azur dos columnas corintias de oro rodeadas de una cinta de plata con leyenda «Plus Ultra» cargada de letras de gules. En punta ondas de azur y plata. Sobre el todo un escusón de plata con una encina de sinople fustada». En cuanto a las medidas del escudo estarán en proporción 5/6 en lo que se refiere a la relación altura-anchura.
Según rememora ahora César Martín Clemente, «el león lo pusimos mirando hacia Portugal y el castillo era del de Cáceres prácticamente. En cuanto al árbol el PP quería meter algo religioso y propuso el florero que lleva la Virgen de Guadalupe, pero nosotros preferimos algo que significara Extremadura, como la encina. Entonces le cedimos a ellos que se encargaran de la parte baja y en alusión a los conquistadores pusieron las columnas 'Plus Ultra'. Luego hubo que atender un reglamento de colores. Aquella comisión duró varios meses, casi un año».
Al final, el Boletín Oficial del Estado de 2 de septiembre de 1985 hizo oficial el escudo de Extremadura. Sin embargo, ahí no acaba su historia. Expertos han venido después a impugnarlo, como Pedro Cordero Alvarado, hijo adoptivo de La Codosera.
Escritor y poeta, fue con los ojos de académico numerario de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía y miembro del Instituto de Estudios Heráldicos y Genealógicos de Extremadura, con los que revisó el escudo que aportaron los políticos extremeños. En su estudio crítico de ocho páginas Cordero concluyó que el resultado fue un desastre. Y lo razonó con todo tipo de argumentos heráldicos, históricos e incluso gramaticales.
Sinople Color heráldico que en pintura se representa por el verde, y en el grabado por líneas oblicuas y paralelas a una que va desde el cantón diestro del jefe al siniestro de la punta.
Gules En heráldica, color rojo.
Azur En heráldica, color azul oscuro.
Plus Ultra Significa más allá y aparece en referencia al hallazgo del Nuevo Mundo.
Rampante Que está en el campo del escudo con la mano abierta y las garras tendidas en actitud de agarrar.
Esta revisión crítica del escudo de Extremadura habla, entre otros muchos errores, casi veinte, de que el león heráldico tiene solamente la pata izquierda en el suelo y las otras tres en el aire y en disposición de agredir, postura en la que aquí no se encuentra, además de que el color debería ser otro; o que es impropio que el escudo de la región extremeña se timbre con una corona real abierta, que dejó de utilizarse en la armería española desde los tiempos del rey Felipe II; o que las figuras de este escudo no cumplen con la secular norma de plenitud, mediante la cual cada mueble (lo que se pone sobre el escudo y que no es una pieza o parte del mismo) debe de ocupar la mayor parte de la superficie del campo, pero sin tocar los bordes del escudo; entre otros fallos, para concluir que se había dejado en manos de políticos, que a su vez creyeron que esto era cosa de todos, cuando para él algo como la creación de un escudo, sobre todo si se trata de uno de armas territoriales, dice, «es materia propia de los especialistas en estas ciencias, de la misma forma que el diagnóstico de una enfermedad o interpretar la melodía de una partitura al violín son actos propios de médicos y de músicos».
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Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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