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Hay una prestación del Servicio Extremeño de Salud que en plena pandemia, con la presión hospitalaria por las nubes, puede parecer accesoria, pero no para quienes integran su lista de espera, parejas que no pueden ser padres de manera natural y el tiempo corre ... en su contra. Del funcionamiento de este servicio público depende su felicidad y también su equilibrio mental, tal y como reconocen algunas afectadas por las esperas que están sufriendo.
El SES aseguró a este diario que va a tomar medidas para reducir estas esperas y que aumentará recursos y espacios del Centro Extremeño de Reproducción Humana Asistida (Cerha), ubicado en el Materno Infantil de Badajoz. A grandes rasgos, tras una evaluación previa, en el Cerha realizan inseminación artificial, que es un procedimiento más sencillo y pensado para las usuarias más jóvenes, y si no hay éxito se aplica la fecundación in vitro, que requiere pasar por quirófano justo en el momento adecuado de la menstruación. Puede haber hasta tres intentos (ciclos), pero para recibir el primero la espera se ha disparado de los ocho hasta los catorce meses, admite el SES.
Como se sabe, con la edad la fertilidad es menor, por lo que la situación actual llena de angustia a muchas usuarias. El tramo de edad más común de los pacientes oscila entre los 35 y los 39 años. Y hay que tener en cuenta que el límite para ser atendida se fija en 40 años (inicio del tratamiento).
Yessica M. estaba en lista en el Cerha para la primera fecundación in vitro desde febrero de 2020 después de tres inseminaciones artificiales sin éxito. Cuando la apuntaron, dice, la espera era de seis meses, pero luego se prolongó hasta los quince y, según critica, esa lista no avanza desde octubre. Su preocupación es doble porque ella padece síndrome de Crohn, una patología que afecta al aparato digestivo. «El tiempo de espera nos afecta mucho. Dependo de no estar en brote, que me llega por culpa de la ansiedad al ver que nunca llega el momento y me está perjudicando, cuando es un requisito que remita para empezar el tratamiento».
Hay que saber que estas técnicas para conseguir el embarazo no son eficaces al cien por cien. En el caso de las inseminaciones si el donante es anónimo el porcentaje de éxito es del 20%, del 12% si es el cónyuge. Para las fecundaciones in vitro aumenta al 35%.
En condiciones ideales, antes de la pandemia, el Cerha tenía listas de espera no superiores a cuatro meses, un plazo que aumentó en 2013 cuando se decidió suspender el servicio un mes en verano y en navidades. En 2020 no ha habido estos parones para aliviar el tapón que se había formado en las listas de espera al prácticamente cesar el servicio durante los tres primeros meses del estado de alarma. Pese al esfuerzo posterior, en la actualidad hay usuarias que aseguran llevar casi dos años en manos del Cerha. Temen que su tratamiento no tenga éxito porque se van haciendo mayores mientras esperan noticias del SES. Las extremeñas que aquí exponen su caso también reivindican un trato más individualizado y mayor empatía. Según explican desde el SES, en el trato personal lo único que ha cambiado es que hay más consultas por teléfono y no se puede ir con acompañante.
En Extremadura había dos clínicas privadas de reproducción asistida y el Cerha, como servicio público dependiente del SES, empezó a funcionar en abril de 2005. Aquel primer año recibió unas 600 consultas. Hoy son más del doble, ya que los problemas de fertilidad han dejado de ser tabú en la sociedad.
El centro, ubicado en Badajoz, dispone de un quirófano, una sala de despertar con dos camas, dos salas de inseminación, tres consultas médicas, una consulta de enfermería y dos laboratorios (embriología y andrología), todo ello distribuido en dos plantas.
Según la jefa del Servicio de Ginecología del Área de Badajoz, Pilar Gaspar, el espacio se antoja pequeño, sobre todo ahora que hay que aumentar la distancia entre personas. Además, reconoce que habría que reforzar la plantilla para poder realizar más ciclos al día.
Otra usuaria que se queja del servicio que presta el Cerha procede de un pueblo cacereño. Tiene endometriosis y ello puede afectar a la fertilidad. Lo normal es que requieran una fecundación in vitro para conseguir el embarazo, de ahí que acudiera al Cerha. «Me han hecho tres fecundaciones in vitro, la primera tras 16 meses esperando, la segunda a los once y con la tercera llevo cuatro (...). He tenido abortos recurrentes y no estudian mi caso (...). Tampoco dan prioridad a mujeres que están cerca de los 40, con lo cual les quitan oportunidades al sólo hacerles un tratamiento en vez de tres que es lo normal», se queja a HOY pidiendo ocultar su nombre.
Hay que saber que en 2009 la Organización Mundial de la Salud reconoció oficialmente como enfermedad tanto la esterilidad como la infertilidad.
En general, todas las mujeres que exponen su caso han puesto su queja correspondiente en el SES. En esos escritos demandan además que se realicen consultas de tarde y se deriven casos a algunas de las dos clínicas privadas que hay en Extremadura. Lo primero se está intentando que ocurra, aseguró a HOY la ginecóloga Pilar Gaspar. En cambio, derivar a clínicas privadas no está contemplado.
María José (nombre ficticio pues prefiere no dar el real), estudió Derecho, consiguió trabajo y comenzó a buscar su primer hijo a punto de cumplir los treinta, cuando notó que al fin tenía estabilidad laboral. Después de varias visitas al ginecólogo la derivaron al Cerha. Ya tenía 31 años. «Me explicaron que no tendría problema para conseguirlo porque era muy joven y que la lista de espera rondaría los 6 meses. Al final se convirtieron en diez meses». Ya tenía 32 años cuando le hicieron un seminograma a su pareja y un análisis de sangre a ella. Sin embargo, una sucesión de malentendidos al haber sido atendida por distintos médicos, según dice, no coordinados entre sí, fueron socavando su moral.
«Me sentí como un borrego», declara a este diario antes de relatar una peripecia plagada de desaciertos y la mala suerte de pasar por fecundaciones que no prosperaron, un gasto de 1.500 euros en una clínica privada para ganar tiempo y la llegada de la pandemia en marzo de 2020, justo cuando tenía su cita. Cuando en junio del año pasado reabrió el Cerha, en agosto consiguió que le hicieran la punción aplazada. Tres años y medio después, con 33 años, consiguió quedarse embarazada, pero dejó constancia por escrito en el SES que las listas de espera se hacen interminables «y no hay seguimientos individualizados durante un proceso que requiere mucha empatía», añadió.
La lista de testimonios que han contactado con este diario es más larga. Se resume en mujeres con las que prueban tratamientos, bien de fecundación in vitro o de inseminación artificial, cuyos plazos de espera son siempre superiores a los prometidos, lo que genera en estas pacientes un estado de ansiedad que crece.
Normalmente todo empieza en el médico de cabecera. Eva J. empezó con 32 años en el servicio de planificación familiar en 2017 y hasta mayo de 2019, cuando tenía 34 años, no la vieron en el Cerha, donde apenas hay que esperar para la primera cita. Una vez inició el tratamiento con ellos, le diagnosticaron endometriosis y pasó por varias inseminaciones artificiales previas a las fecundaciones in vitro previstas. En febrero de este año, con 36 años, aún sigue esperando.
maría josé m., usuaria
anabel r., usuaria
«Quizás la gente no lo vea de necesidad –relata Anabel R., otra paciente– con la que está cayendo, pero coincidirán todas que al final te toca psicológicamente tanta espera y tanta incertidumbre. Aún no he tenido la suerte, si queremos llamarlo así, de tener mi técnica de reproducción asignada porque desgraciadamente no hemos pasado de la primera consulta. Sé que la queja viene sobre todo por las enormes listas de espera, que a algunas se les pasará el arroz esperando lo que tanto desean».
En el caso de Maribel ella es madre de dos hijas, pero con su segunda pareja quiso quedarse de nuevo embarazada. Recién cumplidos los cuarenta, tras probar con varios medicamentos y, según ella, con síntomas de premenopausia, lleva año y medio esperando y teme que se esfume su última oportunidad para ser madre.
Lucía R, otra usuaria tuvo su primera cita en el Cerha en 2018 después de solo quince días esperando. Todo iba bien pues se quedó embarazada con 31 años en su primera inseminación artificial. Pero tuvo un aborto que terminó en un legrado y luego se sometió a tres nuevos tratamientos antes de pasar a la fecundación in vitro tras doce meses de espera. Al fin está embarazada, pero no está satisfecha con el trato recibido y se queja de la falta de empatía del servicio, cuenta en su carta remitida a este diario.
Eva M., en cambio, tuvo la primera consulta en febrero de 2020 y le pilló la pandemia justo después. «El seminograma salió mal y nos metieron directamente en lista de espera para fecundación in vitro. Nos dijeron que serían ocho meses, pero ya va por catorce o quince y sigue subiendo. A mi marido solo le ha visto una vez el urólogo, cuando en teoría debe verle cada tres meses. La verdad es que esto es frustrante», concluye.
l Servicio Extremeño de Salud (SES) reconoce que las listas de espera del Centro Extremeño de Reproducción Humana Asistida (Cerha) se han incrementado en el último año y lo achaca fundamentalmente a la situación epidemiológica por la pandemia de la covid-19.
En la primera ola, explica, fue necesario disminuir la afluencia de ciudadanos a los centros sanitarios para actuaciones no prioritarias o urgentes, lo que supuso «una práctica paralización de la actividad del Cerha durante los tres meses de duración del estado de alarma».
Posteriormente, ante la nueva normalidad, se incrementó la actividad, pero nunca llegó a restablecerse al cien por cien, «debido a la necesidad de mantener los circuitos y espacios necesarios para asegurar la seguridad de usuarias y profesionales, para lo que sería necesaria una reforma estructural y la ampliación de los espacios disponibles».
Desde el SES aseguran que para la primera consulta no había lista de espera antes de la pandemia ni la hay ahora. No obstante, admiten que «los principales retrasos se han producido en la aplicación de los distintos procedimientos. Por ejemplo, para la reproducción in vitro, antes el tiempo de espera podía llegar a 8 meses, y ahora llega a 14 meses».
Sin plazo
Ante esta situación, la Dirección General de Asistencia Sanitaria del SES ha mantenido una reunión con la Gerencia de Badajoz y la jefa de Servicio de Ginecología y responsable del Cerha, para buscar posibles soluciones al aumento de la lista de espera y la demora en los tratamientos, implementando un plan de choque, aunque no da plazos sobre el mismo.
En esa reunión se decidió una modificación estructural de los espacios, acometiendo las obras necesarias en el menor tiempo posible; aumentar los recursos necesarios e incluso planificar actividad extraordinaria complementaria, que tendría lugar por las tardes, dotándose de más profesionales.
Otra novedad será «implementar el control ecográfico de inseminaciones en las áreas de referencia de las usuarias, para evitar traslados innecesarios al Cerha (en Badajoz) y la consiguiente sobresaturación». Actualmente solo se llevan a cabo inseminaciones en las áreas de Coria y Plasencia que descargan al Cerha de Badajoz. La idea es que estas técnicas más simples se puedan realizar en todas las áreas de salud.
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