Eugenio Fuentes, durante la entrevista. Jorge Rey
Novelista

Eugenio Fuentes: «Las mejores novelas negras son las que indagan en el corazón humano»

El autor extremeño publica 'Los bajos fondos del corazón', un ensayo muy personal sobre el género negro editado por Tusquets

Claudio Mateos

Cáceres

Domingo, 24 de marzo 2024, 09:47

Eugenio Fuentes (Montehermoso, 1958) aparca puntualmente la faceta por la que es más conocido, la de novelista, para dar a la imprenta un nuevo ensayo. Tusquets edita 'Los bajos fondos del corazón', donde el creador del detective Ricardo Cupido reflexiona sobre el género negro y ... reivindica el espacio que le corresponde en la literatura.

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–¿Por qué ha sentido la necesidad de escribir esta vez, no una novela negra, sino un ensayo sobre el género?

–Cuando lo escribí ni siquiera sabía si Tusquets me lo iba a publicar porque mis anteriores ensayos no habían tenido mayor trascendencia. Además, no es fruto de una voluntad de escribir un ensayo, sino que se fue gestando mucho antes. Fue en 2015 cuando decidí que iba escribirlo.

–¿Por qué?

–Hubo un congreso sobre mi obra en la Universidad de la Alta Alsacia. Cogí un avión de Madrid a Basilea y, al sobrevolar los Alpes, recordé que apenas dos meses antes el piloto Andreas Lubitz había estrellado allí adrede un avión con 150 pasajeros. Mi conferencia en la universidad iba sobre algo que yo entonces creía, que la novela negra es el género que denuncia el malestar social, las lacras de la sociedad. Pero entonces me di cuenta de que el asesinato masivo cometido por este hombre no tenía motivaciones políticas, ni sociales, ni ideologías, sino que sus motivos estaba solo en su interior, según las investigaciones. Empecé a preguntarme dónde están los motivos por los que la gente hace daño a los demás y vi que no son solo las causas sociales, como por ejemplo la pobreza que genera delincuencia, sino que hay también algo mucho más profundo, que está en el corazón de cada uno y que puede proceder del rencor, de la humillación o de intentar huir de la dominación.

–¿Por eso dice en el libro que en las buenas novelas negras lo más importante no es el misterio en sí o descubrir al criminal, sino los motivos que les mueven?

–Sí, al menos son las novelas que más me gustan a mí, las que indagan en el corazón humano.

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–No está clara la definición de novela negra. ¿Cuál es la suya?

–Debe tener siempre al menos dos ingredientes, que son un misterio que hay que resolver y la existencia de un daño intencionado. Hablo de misterio, y no simplemente de enigma, porque el enigma solo afecta a la parte intelectual, mientras que el misterio es algo mucho más profundo porque afecta también al corazón.

Desmontando tópicos

–Ya desde el prologo advierte de que el libro trata de desmontar tópicos del género, como que la novela negra ha de ser realista.

–No es necesario que lo sea. Cuando escucho que la novela negra es lo que queda del viejo realismo me vienen muchos ejemplos de que eso no es así, empezando por el propio James Bond, que casi se acerca más a la ciencia ficción. Si este género fuera realista, en Suecia no quedarían ya personas vivas, habría miles de muertos cada día. Ahora mismo miro por la ventana y veo a la gente por Cánovas, que no llevan armas ni son narcotraficantes. No, la novela negra no es un reflejo de la realidad, sino solo de una parte de ella.

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–Sí afirma en cambio que es un género más ágil que otros para incorporar temas de actualidad. ¿Por qué ocurre eso?

–Porque necesita el daño y el conflicto como motor, de manera que enseguida acude a las cuestiones de la realidad que están haciendo daño. En ese sentido sí evidencia las lacras de la sociedad, pero simplemente por una cuestión estructural.

–Un tema central del libro es la consideración histórica de la novela negra como un género menor en relación a la, digamos, alta literatura, lo cual usted niega y dice que ya está superado.

–Digamos que se ha iniciado el camino. Antes no era ni siquiera un género, sino un subgénero. Hoy se ve ya que muchos congresos y grandes críticos no desdeñan a un autor o una novela negra por el simple hecho de serlo. Entre los lectores también pasa.

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–¿Por qué ha tardado tanto este reconocimiento?

–Quizás porque falta la gran obra maestra indiscutible, y tampoco ha habido una obra maestra fundadora del género, como lo fue 'Las amistades peligrosas' para el epistolar, 'Frankenstein' para el fantástico o 'La isla del tesoro' para el de aventuras, al menos no una que esté unánimemente aceptada. Hay quien dice que si Conan Doyle con 'Estudio en escarlata'..., aunque a mí Raymond Chandler me gusta mucho más.

–¿Para usted cuál sería esa primera obra maestra del género negro?

–Pues quizás 'El sueño eterno', la primera novela que escribió Chandler, que en mi opinión marca un escalón por encima de lo que se hacía hasta entonces, aunque después haya sido ya superada por autores como John Banville, que firma como Benjamin Black y que tiene dos obras maestras absolutas como son 'El otro nombre de Laura' y 'El secreto de Christine'.

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–En el libro menciona muchas anécdotas, y una de las más conocidas habla de cuando Conan Doyle mató a Sherlock Holmes y después se vio obligado a resucitarle porque hubo casi una revolución social en Inglaterra, en la que incluso intervino el parlamento. ¿Eso es el mayor éxito para un escritor de novela negra o más bien una condena por quedar esclavizado al personaje?

–Esa una cuestión muy interesante. Yo creo que eso es la esclavitud definitiva. Si factores extraliterarios están influyendo o te están presionando de algún modo sobre lo puramente literario, que es el texto, es el fracaso del escritor.

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–En la novela negra hay muchas grandes sagas protagonizadas por grandes personajes. Supongo que esas presiones para mantenerlas vivas y productivas siguen existiendo hoy en día.

–A mí no me ha pasado porque Tusquets te da libertad para hacer lo que consideres, pero por supuesto que ocurre. Lo sé por colegas que tienen que firmar, no por un libro de un personaje, sino por tres, y además lo hacen presionados por los agentes, que son los que negocian con la editorial.

–¿Un autor puede llegar a aborrecer a ese personaje de éxito con el que ha logrado la fama?

–Supongo que sí, cuando ya no tengas más que decir. Si ya no te sugiere misterio puede llevar a la rutina, siempre que tengas la suficiente lucidez para verlo.

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Ricardo Cupido

–¿Ha sentido alguna vez eso con su detective Ricardo Cupido?

–No, porque yo he contado pocas cosas sobre Cupido. Siempre me han interesado más que él las víctimas y los verdugos. Sólo empecé a contar algo más de él en 'Mistralia', en 2015. Me di cuenta de cuánto le debía, porque a mí este personaje me ha cambiado la vida. En la novela que estoy escribiendo ahora, que ni siquiera tiene todavía título, sí que tiene Cupido algunos giros nuevos como personaje, que además ha ido evolucionando y ya no es el mismo que en las primeras novelas.

–En el libro habla también de un asunto personal que fue duro para usted, la diplopía (visión doble) que sufrió durante varios meses, y que incluso le llevó a cuestionarse la naturaleza de la realidad. ¿Le influyó hasta el punto de cambiar su escritura?

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–La diplopía me influyó más que una simple enfermedad. La vista es el órgano fundamental para alguien que lee y escribe, y sí que es cierto que lo intelectualicé un poco. Cuando bajaba una escalera tenía que agarrarme a la barandilla porque veía dos peldaños y no podía distinguir cuál era el real. Como metáfora de la realidad era fantástica y me agarré a ella , porque además me veía muy bien para este ensayo sobre novela negra y para explicar lo que yo quería.

–¿Con qué idea central le gustaría que se quedara el lector de 'Los bajos fondos del corazón'?

–Son dos. Una, que los libros hay que juzgarlos uno a uno por lo que son, y no por el género al que pertenecen, y la otra, que para que eso ocurra hace falta autocrítica en el género y elevar el nivel literario, porque hay novelas negras que muchas veces lo descuidan.

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