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Cómo exprimir un dron para hacer la vida mucho más fácil
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El profesor de informática José Luis Herrero y sus mejores alumnos de Ingeniería se vuelcan en buscar nuevas aplicaciones a estos «robots que vuelan»Algunas películas de ciencia ficción ambientadas en el futuro dan para alimentar las ganas de innovar. Lo saben en la Escuela de Ingenierías Industriales de la Universidad de Extremadura, donde los alumnos ya idearon un guante para mover un dron con la mano como haría ... un personaje con superpoderes. A otro dron le conectaron una manguera que salía de un depósito y el proyecto se basó en cómo controlar la presión de la bomba, por ejemplo para limpiar fachadas o paneles solares.
También se dieron cuenta de que lo normal es que los drones usen un 'gps' que da la ubicación en metros, pero lo afinaron hasta que midiera las distancias en milímetros, le instalaron un láser que se proyecta en el suelo y así poderlo convertir en una herramienta muy útil para los topógrafos. Han desarrollado hasta drones que usan una nariz electrónica para detectar la contaminación del aire y otro combinándolo con gafas de realidad virtual. Al primero de los drones, que llegó hace siete años a esta escuela del campus pacense, le acoplaron unos sensores que emiten ultrasonidos con el fin de que variara su rumbo cada vez que estaba a punto de chocarse. Lo bautizaron 'Murciélago'.
José Luis Herrero, profesor de informática perteneciente al Departamento de Lenguaje y Sistemas Informáticos está detrás de todos estos proyectos que terminan desarrollando sus mejores alumnos, a los cuales capta en primer curso. «De cada 300 nuevos que se matriculan hay entre cinco y diez a los que yo entrevisto para ver si tienen capacidades, pero esta es una carrera de las más potentes, así que además deben querer dedicar a esto su tiempo libre porque estos proyectos son como una actividad extraescolar, aunque a veces se aprovecha como trabajo de fin de grado», dice. Él como profesor aporta los conocimientos de un informático en continua formación y los jóvenes todo lo que van aprendiendo como ingenieros.
Todas estas ideas se 'cocinan' en una estancia de la primera planta que parece un pequeño hangar. La preside en el centro un giroscopio y alrededor hay pantallas, teclados y media docena de estos aparatos voladores que han empezado a revolucionar el mundo tal y como lo conocíamos hasta ahora. Aunque en esa sala se desarrollan también otro tipo de trabajos, el lugar se denomina DronLab. «Aquí aprendemos la tecnología y todo lo que podamos aprender con los drones lo podemos aplicar a otros entornos», sintetiza el profesor Herrero.
Jacobo Guijarro es uno de esos alumnos aventajados. Ya ha finalizado cuarto curso de Ingeniería Electrónica y Automática y este miércoles presenta su trabajo de fin de grado. Va de drones, en plural. Lo inició en noviembre de 2023 y el título ya da pistas: 'Control de un enjambre de drones'. «Me gusta mucho la electrónica y la informática y el laboratorio de drones era una vía para explotar mi hobby», cuenta.
El proyecto que acaba de concluir se basa en controlar varios drones a la vez en tiempo real con un software ideado por él. «Con este punto de partida pueden surgir un sinfín de aplicaciones posteriores», apunta el joven. Y es que Guijarro sabe que volar muchos drones a la vez no es nuevo. Últimamente se usan en espectáculos para mostrar la capacidad de las empresas en este ámbito, pero sus finalidades son muchas, insiste. «En mi caso –prosigue el alumno– investigo por otro lado, por ejemplo para recorrer campos y detectar nidos de aves en peligro de extinción y protegerlas antes de cosechar, algo que antes se hacía a pie o con un solo dron, pero si son muchas hectáreas es mejor usar varios. La universidad Carlos III en Madrid ha desarrollado un proyecto de seguridad vial para medir la distancia entre coches, en California se hizo un proyecto para reforestar bosques... Hay mucho potencial en manejar varios drones a la vez, por ejemplo para buscar personas, para fumigar o para detectar el estado de un cultivo. El reto es que con un solo mando se puedan manejar todos a la vez y comprobar que estén haciendo su tarea».
Para el profesor José Luis Herrero la vertiente militar de los drones es la que más financiación recibe, pero en el mundo civil las posibilidades son casi infinitas en algo que simplifica como «un robot que vuela» y cuyo desafío ahora mismo está –señala– en aumentar su autonomía y el alcance desde quien gobierna este aparato no tripulado.
«Todo lo que hacemos –apunta el docente– es para demostrar que somos capaces y que en la Universidad de Extremadura no nos quedamos a la cola de nada y lo estamos demostrando. Mi labor se queda aquí con los alumnos. Y si luego una empresa está interesada puede hacer un convenio con la UEx, lo financia y lo puede aplicar en su sector».
Ahora mismo hay unos treinta estudiantes involucrados de manera voluntaria en este DronLab. «Cada trabajo acaba con un vídeo y yo les recomiendo que sea lo primero que pongan en el curriculum», concluye José Luis Herrero.
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