![La Extremadura despoblada es inmune a la burbuja inmobiliaria](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/10/27/casas-venta-pueblo-U190764544700iOC-RbqKNP6443BdFItdgYSpEtN-1200x840@Hoy.jpg)
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Casas de dos o tres habitaciones por 60.000 euros. «Perfectamente equipadas para entrar a vivir», puntualiza Rosa María Monterrubio, de la inmobiliaria Sierra Morena, sobre las localidades de la Campiña Sur.
¿Cuál es el truco? No hay truco. «Es el mercado, amigo», como ... popularizó Rodrigo Rato, exministro de Economía. «Hay mucha oferta, pero poca demanda; aquí la despoblación la notamos día a día», lo explica Monterrubio.
Algo más de 55% de la población extremeña reside todavía en poblaciones de menos de 20.000 habitantes. Es una tasa que se va reduciendo año tras año, al igual que el número de cerca de 390.000 personas que aún viven en pueblos que no superan los 5.000 vecinos.
Diego Dávila
Inmobiliaria Dávila García
Buena parte de esta Extremadura rural, aunque con excepciones concretas, se encuentra al margen del fuerte calentamiento del sector inmobiliario a raíz de la pandemia. Un 6,2% más cara que hace un año –y un 15% en el acumulado desde 2020– está la vivienda en la región, según el índice de precios que elabora trimestralmente el INE (Instituto Nacional de Estadística).
Pero es en las grandes poblaciones donde se concentra ese incremento. «Aquí los precios de la vivienda y de los solares van bajando», afirma sobre la comarca de La Serena Diego Dávila, propietario de la inmobiliaria Dávila García, con sede en Quintana de la Serena, pero que también tiene negocio en Castuera y Campanario, principalmente.
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«Los pisos y las casas están más baratas que hace diez años», declara Monterrubio acerca de los municipios de la Campiña Sur. Una afirmación a la que se suma Felisa Costa, de la inmobiliaria El Dolmen, para la comarca de Valencia de Alcántara.
55% de la población extremeña
reside todavía en poblaciones de menos de 20.000 habitantes, según el censo más actualizado del INE referente a 2021, una tasa que se va reduciendo con el paso de los años y que hace una década era cinco puntos mayor, del 60%
Los precios que se manejan en estas zonas –«En la Campiña Sur se venden pisos por 60.000 euros», asegura Monterrubio– no tiene nada que ver con los de las capitales de provincia, ni siquiera con los que hay en Mérida, Plasencia, Navalmoral de la Mata, las grandes poblaciones de la Vegas del Guadiana o Almendralejo. Ni siquiera con el mercado en comarcas con más peso del turismo, como La Vera o Sierra de Gata, ambas en la provincia de Cáceres, o menos afectadas por la despoblación.
Más baratas, incluso, están en La Serena y en Valencia de Alcántara. «En torno a los 40.000 euros y con tres o cuatro habitaciones, dos baños y garaje», manifiesta Costa para la localidad cacereña. «Cuestan entre 45.000 y 50.000 euros, pero necesitan una reforma y la gente le tiene miedo a las obras; al final los pisos tienen una venta mucho más difícil que las casas», añade Dávila en relación a Quintana.
Esa es una tendencia que se repite. «Planta baja con patio», cita Costa sobre las preferencias de los clientes en Valencia de Alcántara. El motivo, en este caso, que la mayoría de los compradores son personas jubiladas que quieren una casa en su pueblo.
Diferente es la casuística de La Serena. «En esta comarca todavía hay gente joven que se queda», aporta Dávila. Eso eleva los precios de las unifamiliares hasta entre 100.000 y 120.000 euros, lo que les dificulta el acceso a una vivienda en propiedad. «Ya no pueden ahorrar como antes y les cuesta acceder», añade Dávila. Aun así, son precios muy alejados de lo que se pagaría en ciudades de mayor tamaño.
Siempre que se destinen al alquiler, la Junta de Extremadura va a subvencionar las actuaciones de rehabilitación de viviendas que se efectúen en localidades de menos de 3.000 habitantes. Se hará a través del IRPF (Impuesto de la Renta de la Personas Físicas) mediante la bonificación de la cuota con un 15% de las cantidades invertidas en la obra.
Con esta medida, que anunció María Guardiola, presidenta regional, a principios de semana, se pretende fomentar el alquiler de las casas que han estado vacías y que se arrienden como vivienda habitual.
El inmueble rehabilitado deberá destinarse al alquiler durante un periodo de, al menos, cinco años desde que se hubieran concluido los trabajos.
Hasta hace unos años era habitual en las zonas rurales que quienes se decantaban por la obra nueva fueran los promotores de sus propias viviendas. En un solar de su familia, los más afortunados, o adquiriendo un suelo, construían la casa a su gusto y en función de sus posibilidades económicas. «Es una práctica que se va perdiendo», advierte Dávila.
La caída de los precios de las casas de segunda mano y el encarecimiento de los materiales de la construcción y de la mano de obra están detrás de esa tendencia. «Los solares también están más baratos, cuestan unos 120 euros el metro cuadrado, pero si hay que comprarlo y gastar entre 20.000 y 30.000 euros y luego edificar, al final es un coste elevado», considera el experto en el sector de Quintana.
En la Campiña Sur sucede algo similar. «Nuestro cliente medio es un joven que se quiere independizar y que puede gastarse unos 80.000 euros; hay viviendas de ese tipo en el mercado, por eso la gente ya no se plantea comprar el solar y construir su propia casa», señala Monterrubio.
La brecha en el mercado entre las grandes poblaciones y la Extremadura rural se extiende al mercado del alquiler. El último informe del portal Idealista indica que solo en el último año las viviendas en alquiler se han encarecido en Extremadura cerca de un 16%.
De nuevo son las poblaciones de más de 20.000 habitantes las que lideran esa subida. «En Quintana de la Serena hay viviendas perfectamente equipadas de dos o tres dormitorios por entre 200 y 250 euros al mes», comenta Dávila. Nada que ver con los más de 600 euros que costaría, a día de hoy, ese mismo inmueble en las ciudades de Badajoz y de Cáceres.
En la Campiña Sur, los alquileres están sobre los 300 euros. «Con los gastos incluidos», puntualizan desde la inmobiliaria Sierra Morena, para añadir que son las personas migrantes que llegan a trabajar, sobre todo en el sector de los cuidados, las que ha revalorizado algo los arrendamientos.
Recientemente sí se ha producido un incremento de los precios de los alquileres en Valencia de Alcántara, aunque sea por una causa muy puntual como es la construcción de la fotovoltaica de Cedillo y en lo que también influye la reducida oferta de inmuebles. «Por menos de 350 euros no se encuentra nada», declara Costa, que expone que la poca oferta de viviendas para alquilar que hay en la comarca hace que la gente quiera residir en Valencia de Alcántara. «Ahora es difícil encontrar», subraya.
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