Extremadura participará en un proyecto hispano-luso que busca crear en las comarcas cacereñas de Sierra de Gata y Las Hurdes y los distritos portugueses limítrofes de Guarda y Castelo Branco unas condiciones favorables para la expansión de dos especies míticas de la península ibérica: ... el lobo y el lince. Estas tres zonas conforman un área fronteriza en la que se ha constatado la presencia del lobo en los últimos años, de ahí que haya sido la elegida para esta propuesta comunitaria que ha echado a andar este mes de enero.
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La iniciativa Life Lupi Lynx la lidera la organización portuguesa Rewilding Portugal y cuenta con seis socios. De parte extremeña están en él la organización no gubernamental AMUS Acción por el mundo salvaje, con sede en Villafranca de los Barros, y la Junta de Extremadura, si bien esta última solo ayudará al lince y no apoyará iniciativas en favor del lobo. Y del país vecino, cuatro socios: Biopolis, Grupo Lobo, la Universidad de Aveiro y la Plataforma de Ciencia Abierta del Ayuntamiento de Figueira de Castelo Rodrigo. El plan se desarrollará durante los próximos cinco años, y su presupuesto ronda los 3,5 millones de euros.
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«Es un proyecto piloto que pretende preparar el terreno para la vuelta de estas dos especies», sitúa Álvaro Guerrero, cofundador de AMUS y director de su hospital veterinario, por el que pasan cada año centenares de animales de distintas especies.
Álvaro Guerrero
AMUS Acción por el mundo salvaje
Hay que recordar que el regreso del 'canis lupus' a Extremadura, donde se le perdió el rastro oficialmente en el año 1993, fue confirmado en el año 2022, cuando el laboratorio de la Universidad de Oporto certificó que eran de esa especie histórica varias muestras remitidas por la Junta. Esos restos habían sido hallados en La Vera (en Villanueva y Madrigal, en zonas de alta montaña próximas a Ávila) y en Zarza la Mayor, cerca de la frontera lusa.
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Se cree que de momento, la especie no tiene una presencia constante, asentada, en la región, sino que hace incursiones en ella desde Castilla y León y Portugal. «El objetivo –explica AMUS– es que estas dos especies puedan prosperar garantizando las condiciones de hábitat óptimas».
Para lograr el objetivo de crear un ecosistema favorable a la expansión de estas especies, se han diseñado dos tipos de medidas: las ecológicas y las sociales.
Entre las primeras figura mejorar los hábitats donde hay especies, como los conejos, que sirven de alimento a lobos y linces. En concreto, está previsto «un aumento de la disponibilidad de hábitat y presas para lobos y linces en un área total de intervención de al menos 16. 881 hectáreas», adelanta la oenegé extremeña. Otra línea de intervención pasa por proporcionar vallados y perros mastines a ganaderos interesados en participar en esta propuesta. Esos canes protectores tendrán cubierta durante un tiempo sus necesidades alimenticias y veterinarias.
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Entre las medidas sociales están acciones de sensibilización ciudadana, como «talleres participativos con actores clave de la zona, programas de educación ambiental y visitas para escolares y jóvenes», adelanta AMUS.
«Se trata de intentar crear unas condiciones propicias para recibir a estas especies», resume Guerrero, que concibe la actividad como «el inicio de un carrera larga», en la que uno de los desafíos es romper las reticencias hacia el lobo que hay en algunos sectores de la población, sobre todo los vinculados a la ganadería.
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«Es cierto –reflexiona Álvaro Guerrero– que hay una animadversión hacia especies como los lobos o los buitres, y que en este sentido se echa en falta una estrategia de conservación con un mayor enfoque social o antropológico, que pase por el tú a tú, el diálogo fructífero con la población diana de estas acciones, que es la clave de todo, pero también es cierto que hay mucha gente con muchas ganas de hacer las cosas bien». «Hace falta una labor sociológica importante –continúa–, para intentar convencer de que linces y lobos, que ya estaban aquí antes que nosotros, son especies con las que podemos compartir el territorio, y que incluso pueden ser motor de desarrollo para estas zonas, a través del turismo».
«El lobo –concluye el responsable de AMUS– es un elemento del paisaje de la península ibérica, de su cultura y su patrimonio natural, y además es una pieza fundamental del ecosistema. Cuando en el todo falla, el todo no funciona. Y esto ocurre con el lobo o el lince, dos superpredadores claves. Si faltan, el todo falla, y aparecen problemas como la superpoblación de ciervos o jabalíes. Cada especie tiene su función. Su existencia no es azarosa. Necesitamos linces y lobos para que el todo funcione».
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