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Extremadura ya no tiene presos de ETA. La política del Gobierno central de acercarles a prisiones vascas ha motivado que en las de Badajoz y Cáceres ya no haya internos de la banda terrorista, por primera vez en décadas. Pasarán a la historia dos nombres, los de los últimos etarras en cárceles de la comunidad autónoma: Aitor Olaizola Baseta y Asier García Justo.
Este último abandonó el centro penitenciario de Badajoz el pasado 9 de enero, con destino a la prisión de Villabona (Asturias). Y unos días antes, en concreto el 26 de diciembre, Olaizola fue trasladado desde Cáceres hasta Dueñas (en La Moraleja, Palencia). Ellos dos y Mikel San Argimiro Isasa, que pasó de Cáceres a Soria el pasado 14 de agosto, llevaban tres años como los únicos etarras en la región, donde hace una década había una veintena.
En la lista de los que han pasado sus días sin libertad en la región merece un capítulo destacado Kepa del Hoyo, el etarra que nació y murió en Extremadura. Natural de Almendralejo, de padre taxista y madre ama de casa, emigró con ellos a Galdácano cuando tenía solo un año y medio. Con 28 años fue detenido por la Guardia Civil, en una operación que dirigió el juez Baltasar Garzón y ayudó a desarticular el 'comanda Vizcaya'. Del Hoyo fue condenado a 30 años por asesinato, atentado y colaboración con banda armada. Tras pasar por las cárceles de Valdemoro y Alcalá, llegó en el año 2004 a Badajoz, donde falleció el 31 de julio de 2017, a los 45 años, tras sufrir una parada cardiorrespiratoria mientras practicaba boxeo.
Su muerte tuvo mucho eco en el independentismo radical. «No es una muerte natural porque no se puede entender sin hablar de decenas de años de encarcelamiento, dispersión, malos tratos, huelgas de hambre y luchas incesantes por mejorar las condiciones de vida de las cárceles», declaró entonces Arnaldo Otegi, coordinador general de EH Bildu.
Otro terrorista cuya estancia en Extremadura generó eco más allá de la región fue Gorka Fraile Iturralde, alias 'Fiti', en tercer grado desde hace un año. Su currículum penitenciario incluye una estancia en Badajoz, adonde llegó en el año 2010 y de donde fue traslado a El Dueso (Santoña, Cantabria) el 15 de diciembre de 2018, un día después de que saliera también de Badajoz Mikel Orbegozo Etxarri, que fue llevado a Valladolid.
Estando en la cárcel pacense, a Fraile –condenado a 25 años por colaboración con banda armada y tenencia de explosivos– le diagnosticaron un cáncer en la lengua, del que fue operado en la región. Según Etxerat, que se define como un colectivo «de familiares y allegados de presos/as, exiliados/as y deportados/as políticos vascos», «la policía le mantuvo esposado todo el tiempo hasta el momento de la intervención quirúrgica, y durante la noche se obstaculizó continuamente el descanso del paciente con ruidos, voces, amenazas y golpes en la pared». Además, añade esta asociación, los agentes permanecieron en el quirófano durante la intervención, y meses después, Fraile fue sometido a un TAC sin que le quitaran las esposas.
'Fiti' es también el etarra que estando en Badajoz recurrió a la justicia para solicitar el traslado a la prisión de Durango, para estar más cerca de su familia. La petición fue desestimada por los tribunales españoles, y hace dos años también por el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos.
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Fraile y Orbegozo dejaron Badajoz en el año 2018, en el que fue liberado de esta misma prisión Iñaki Igerategi Lizarribar, que colaboró en el asesinato de Joseba Pagazaurtundúa. Con esas salidas, la lista de etarras en la comunidad se redujo a tres, su cifra más baja en mucho tiempo. En el año 2011 había al menos veinte, y al acabar 2014 eran cinco en Cáceres y nueve en Badajoz. A lo largo de la última década, la cifra ha ido bajando hasta quedarse a cero tras los traslados de Aitor Olaizola y Asier García.
El primero fue condenado a 75 años de prisión como responsable del atentado que acabó con la vida del agente de los Mossos d'Esquadra Santos Santamaría Avendaño. Además, formó parte de un comando que planeó atentar contra Manuel Fraga. Al García Justo le cayeron 90 años por ser uno de los autores del asesinato del ertzaina Iñaki Totorika en un atentado con coche bomba en Hernani.
Ellos dos son los últimos de la lista de terroristas que han pasado por Extremadura, donde la banda nunca atentó, aunque a lo largo de su historia ha asesinado a 55 extremeños en distintos puntos de España. La relación de etarras en las prisiones de la región incluye a Juan María Zubimendi (abogado, uno de los 29 presos que en 1975 se fugaron de la cárcel de Segovia), Ángel Recalde (condenado a 287 años por 16 asesinatos, y que intentó fugarse de la cárcel cacereña en 1988), Juan José Legorburu, alias 'Txato' (746 años por ocho asesinatos consumados, 21 frustrados y seis atentados con muerte) o Igor González Sola, que el año pasado apareció muerto en su celda de Martutene, donde fue trasladado desde Badajoz.
La presencia de etarras en Badajoz o Cáceres dio pie durante años a acciones de protesta que conocen bien los funcionarios de las dos prisiones. La última fue el 20 de febrero de 2016 en Badajoz, y como las anteriores, dejó una imagen conocida, la de los familiares de estos internos manifestándose a las puertas de la cárcel para pedir que sus allegados cumplieran condena más cerca de sus localidades de origen. Una foto que ya no se dará. Al menos de momento.
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