![Extremadura registró 280 denuncias por desapariciones en un año, el máximo durante la última década](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/03/08/2024_03_08_DESAPARECIDOS_MANIFESTACION_ROSALIA_CACERES-RTgU8rcDVlyWYRs4oX6oPVJ-1200x840@Hoy.jpg)
![Extremadura registró 280 denuncias por desapariciones en un año, el máximo durante la última década](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/03/08/2024_03_08_DESAPARECIDOS_MANIFESTACION_ROSALIA_CACERES-RTgU8rcDVlyWYRs4oX6oPVJ-1200x840@Hoy.jpg)
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Cada 9 de marzo se conmemora el Día del desaparecido sin causa aparente, una jornada en la que se recuerda a todas las personas que están siendo buscadas y se pone en valor el trabajo que realizan quienes trabajar para averiguar su paradero. Los datos ... estadísticos indican que durante el año 2022 fueron denunciadas en Extremadura 280 desapariciones: 215 en la provincia de Badajoz y 65 en Cáceres. Es el último dato publicado por el Centro Nacional de Desaparecidos.
Pero aunque la cifra es elevada, la mayor parte de las denuncias quedaron resueltas en poco tiempo. De hecho, el 31 de diciembre de 2022 solo permanecían activas 14 búsquedas y no a todas se les daba la misma prioridad puesto que en algunos casos se sospecha que la desaparición es voluntaria.
Frente a esos casos están los que preocupan por las extrañas circunstancias en las que se produjeron. El capitán que dirige la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil en Badajoz es Ramón García y uno de sus empeños es buscar pistas que puedan esclarecer las desapariciones denunciadas en la provincia de Badajoz. Los casos pendientes no son muchos pero hay uno que siempre tiene presente: el de la vecina de Hornachos Francisca Cadenas, de la que no se tienen noticias desde el 9 de mayo de 2017.
En los casi cinco años que han transcurrido han trabajado distintas líneas de investigación, pero ese esfuerzo todavía no ha dado frutos. «Una persona desaparecida es el reto más grande que tiene un investigador policial», asume Ramón García, quien reconoce que cuando se trata de un hecho violento resulta más sencillo resolver el caso porque el cadáver aporta información.
Uno de los casos más difíciles que ha tenido la Guardia Civil en los últimos años ha sido el de Manuela Chavero, vecina de Monesterio. Existían sospechas claras de que la desaparición había sido forzada, pero la Guardia Civil tardó cuatro años en identificar al supuesto responsable de su muerte, que será juzgado en mayo.
«Para nosotros es un reto encontrar a las personas que han desaparecido, pero también es importante que los ciudadanos sepan cómo deben actuar. Es un bulo esa idea de que no se debe denunciar hasta que pasan 24 o 48 horas, lo recomendable es denunciar lo antes posible porque las primeras horas son cruciales», explica Ramón García.
«Nosotros comenzamos a trabajar con el primer aviso, que en ocasiones puede ser una llamada telefónica. Aunque también es cierto que le pedimos al comunicante que haga unas comprobaciones básicas, porque a veces con los nervios no se asegura de comprobar si la persona está en lugares a los que acude con frecuencia», advierte.
Telefonear al amigo con el que suele estar, acercarse a la segunda vivienda, comprobar si ha dejado una nota... Todo puede ayudar a resolver desapariciones que, en realidad, no lo son.
«Si una persona tiene 25 años, se fue anoche de fiesta y no ha aparecido a las 12 de la mañana, ¿qué debe hacer la familia? No es fácil responder, pero nosotros siempre decimos que en caso de duda es mejor llamar a los servicios de emergencia. Y sobre todo, es muy importante que cuando se localice a la persona desaparecida se dé aviso a las fuerzas de seguridad para dar de baja el aviso en la base de datos. Eso ahorra muchos esfuerzos innecesarios», concluye Ramón García.
Pero aunque la llamada telefónica pone en alerta a las fuerzas de seguridad, la denuncia debe formalizarse por escrito en la oficina de denuncias, donde los agentes preguntan si se ha marchado en vehículo, si llevaba dinero o tarjeta, si tiene alguna enfermedad, si necesita medicación... «Una vez que tenemos la denuncia se graba en la base de datos y a partir de ese momento esa información puede ser consultada por todos los cuerpos policiales».
Los datos no sólo son grabados en la 'Base de datos de persona desaparecidas y cadáveres sin identificar', también son comunicados a los cuerpos de seguridad más próximos e incluso a las comunidades autónomas limítrofes. «En una ciudad como Badajoz, por ejemplo, también lo trasladamos a la policía portuguesa».
En los archivos policiales siempre se incluyen fotografías del desaparecido que pueden ser aportadas por las familias, pero esas imágenes sólo son publicadas por las fuerzas policiales si da su consentimiento la persona denunciante, o bien la Fiscalía si se trata de una persona menor o discapacitada.
Cuando existe esa autorización la desaparición se publica en la página del Centro Nacional de Desaparecidos (CND), que en estos momentos cuenta con tres reseñas activas referidas a Extremadura: Rosalía Cáceres Gómez, desaparecida en Bohonal de Ibor (Cáceres) el 25 de mayo de 2020; Hernán Elia Mosquera Cajía, desaparecido en Don Benito (Badajoz) el 10 de agosto de 2019) y Francisca Cadenas Márquez, desaparecida el 9 de mayo de 2017 en Hornachos (Badajoz).
Pero aunque esa página oficial sólo difunde esos tres casos, existen otras desapariciones sin respuesta.
A la hora de valorar este tipo de hechos las fuerzas de seguridad utilizan tres categorías. La primera categoría habla de las desapariciones voluntarias, que son aquellas en las que una persona se marcha por deseo propio.
Hace años se produjo una desaparición de este tipo y después de ser localizada la persona fuera de Extremadura, está les comunicó a los agentes que no quería que sus familiares conocieran su paradero. «En realidad, es una gran verdad que todos tenemos derecho a desaparecer», confirma Ramón García.
En esos casos no basta con que el desaparecido comunique telefónicamente su deseo de no ser localizado, se le exige comparecer en dependencias policiales «para evitar, por ejemplo, que haga esa llamada obligado por las personas que lo retienen».
También existen las desapariciones involuntarias, entre las que figuran las personas que sufren un accidente en el campo o la montaña y son incapaces de contactar con sus familiares. O quien sufre un accidente de tráfico y queda inconsciente.
Finalmente están las desapariciones forzosas, en las que la desaparición es provocada por un hecho delictivo en el que participan terceras personas. Es lo que sucedió con Manuela Chavero, que finalmente murió a causa de un hecho violento.
El problema, confirman los investigadores, es que hay ocasiones en las que resulta difícil determinar de qué tipo de desaparición se trata. «Por eso las calibramos en tres niveles: riesgo alto, riesgo medio y riesgo bajo. «Cuando se trata de una persona menor de edad o un mayor vulnerable lo habitual es que estamos ante un nivel de riesgo alto».
En esos casos la investigación se inicia en el entorno más próximo, estudiando posibles causas, enemistades, comportamientos, adicciones... «A veces nos preguntan que cuándo vamos a buscar sobre el terreno y nuestra respuesta siempre es la misma: cuando se puede delimitar una zona de búsqueda porque está ubicado, por ejemplo, el punto en el que apareció su vehículo o el lugar donde realizó la última llamada telefónica».
Eso sucedió, por ejemplo, durante la búsqueda de Manoli Castillejo, una vecina de Badajoz que apareció a comienzos de febrero a pocos metros de la orilla derecha del río Guadiana a su paso por Badajoz. Durante días se buscó en todo el tramo urbano del río, pero los trabajos se trasladaron a la zona en la que finalmente fue hallada porque dos grabaciones realizadas por cámaras de seguridad la ubicaban en esa parte del río.
«Y siempre dirige la búsqueda sobre el terreno un mando de la Guardia Civil o de la Policía Nacional. Toda ayuda voluntaria es bienvenida, pero es necesario que alguien los coordine y los dirija para evitar mirar tres veces en un sitio y no dejar de mirar en otros», advierte Ramón García.
Estudiar el terreno, marcar cuadrículas y distribuir a los voluntarios en grupos que sepan perfectamente dónde deben buscar es clave para que sea un éxito. «Siempre nos apoyamos en gente que conozca el terreno, porque en ocasiones hay cuevas y oquedades que nosotros desconocemos», reconoce.
Vehículos 4x4, medios aéreos tripulados, drones, perros adiestrados en la búsqueda de personas, medios acuáticos... Todo está detallado en un Plan de Contingencia autonómico que, en el caso de Extremadura, permite saber qué medios existen en la región.
Otra de las herramientas con las que cuentan las fuerzas de seguridad es la difusión de información. Trasladar una imagen de la persona desaparecida puede resultar útil para localizarla, pero siempre bajo ciertas cautelas. «A la familia siempre se la tiene informada y también a la prensa, pero al mismo tiempo luchamos con la rumorología. A veces evitamos difundir ciertos datos para evitar que se vulnere su intimidad y la de su familia. El interés público y el deber de información no justifica nunca que se invada la intimidad del desaparecido y su familia»
Existe una última diferencia a la hora de valorar las denuncias. En este caso distingue las activas de las cesadas, que son aquellas que ya no están en vigor porque la persona ha aparecido o bien porque el desaparecido ha cumplido los 110 años, una edad en la que se considera que por razones biológicas es imposible que siga vivo.
Pero hasta que llega ese momento, las unidades de policía judicial mantienen abierto el caso, razón por la que se establecen unas alerta periódicas que se remiten a las unidades policiales competentes a los 7 días, a las 15 y a los 21 días. «Posteriormente se emitirán alertas al mes, a los tres meses y al año de su desaparición», indica Israel Bolaños, responsable de la Oficina Periférica de Comunicación de la Guardia Civil en la Comandancia de Cáceres.
El Centro Nacional de Desaparecidos contabilizó 280 denuncias de desapariciones en 2022. De ellas, 141 se correspondían a hombres y 129 a mujeres.
Esa cifra es la más alta en la última década y supera en mucho a la de 2021, cuando fueron denunciadas 187 desapariciones (117 en la provincia de Badajoz y 70 en la de Cáceres.
Esos datos constatan que las desapariciones existen, pero la inmensa mayoría de los casos se resuelven con la aparición de la persona, normalmente menores que son localizados a los dos o tres días. «Yo creo que no hay más miedo ahora que antes, pero al hablarse de desaparecidos todos los días en los medios de comunicación, quizá si se denuncie más que antes».
Este 9 de marzo, la familia de Rosalía Cáceres ha lanzado un vídeo que recuerda la lucha que mantiene este colectivo. «Incertidumbre, eso es todo lo que nos queda, y duele más que nada porque nos condena a un terrible sinvivir. Cuando una persona desaparece no desaparecen sus derechos y sabemos que ha sido la lucha de familiares y asociaciones la que hoy nos permite tener un Centro Nacional de Desaparecidos».
En ese mensaje visual, Carmen, una de las hijas de Rosalía Cáceres, habla de un sufrimiento compartido. «Conocemos que todas las policías están mejorando sus protocolos de búsqueda, y que se avanza, pero les tenemos que pedir algo más, que no les olviden, que los sigan buscando, que estamos esperando que los traigan a casa».
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