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EN BURGUILLOS. Pila grande de la plaza de la Misericordia. HOY
«En Extremadura solo falláis en el pan, pero os lo perdono»

«En Extremadura solo falláis en el pan, pero os lo perdono»

La Extremadura de... ·

Lucile Couvreur, Ingeniera de Materiales

Domingo, 2 de agosto 2020, 12:46

Nació en Grenoble (Francia) y lleva cuatro años en el pueblo extremeño de Feria trabajando en un proyecto enfocado a la arquitectura bioclimática y la bioconstrucción. Amante de la dehesa y la arquitectura popular, reivindica el legado cultural árabe latente en la región.

¿Por qué vino a Extremadura?.

–Me enamoré de un extremeño. Y como formo parte de las personas privilegiadas de este mundo autorizadas a cruzar fronteras por el simple hecho de disponer de un papelito llamado 'pasaporte francés', pude venir aquí sin problema.

–¿Qué impresión tuvo al llegar?

–Me impactó el calor. No se me había ocurrido mejor idea que hacer un viaje en bicicleta de norte a sur de Extremadura en pleno julio.

¿Cuál es la mayor diferencia entre el modo de vida de aquí y su lugar de origen?

–Aquí se vive más despacio, y más en la calle.

¿Cómo le recibieron aquí?

–Demasiado bien. Aunque la integración ha sido más fácil fuera del pueblo en el que vivo que dentro.

¿Tardó en habituarse a vivir aquí o se adaptó enseguida?

–Ha sido tan progresivo que no me he dado cuenta. Solo llevo cuatro años aquí y me siento como en casa.

¿Hay algunas costumbres que le hayan llamado la atención?

–Hay tantísimas como para escribir un libro. Yo vengo de los Alpes, y realmente para mí ¡todo es muy 'exótico'! Una cosa muy sorprendente para mí es la ausencia de separación entre la religión católica y el Estado. En Francia, que es un país laico, no verías nunca una bandera de una fiesta religiosa colgada en el balcón del Ayuntamiento, un alcalde en una procesión, o clases de religión en el colegio. Otra cosa que me impacta cada vez más es el increíble legado cultural árabe, en particular en el sur de Extremadura. Se ve en el flamenco, en la comida, en la arquitectura, en el idioma... y sin embargo parece ser una identidad oculta, 'no asumida'.

¿Qué echa de menos en el lugar donde vive?

–Vivo en Feria. Es un pueblo precioso que conserva cierta autenticidad pero que, obviamente, no tiene la misma diversidad cultural y social que podría tener una ciudad. Lo que realmente echo en falta es un respeto mayor al medio ambiente y también una mejor conservación de la arquitectura popular.

¿Cómo ha cambiado su visión de la región?

–Más conozco a Extremadura, y más me enamora. ¡Por esto me quedo! Pero con el tiempo realmente me estoy dando cuenta hasta qué punto Extremadura es una tierra que podría ponerse mucho más en valor, pero que sigue siendo una región 'colonizada', cuyos recursos naturales están siendo explotados de forma injusta.

¿Qué es lo que más le conquistó de esta tierra?

–Al ser una región tan rural y tan poco industrializada, Extremadura tiene un carácter salvaje, una autenticidad, una tranquilidad y una conexión con la naturaleza cada vez más difíciles de encontrar en el mundo globalizado en el que vivimos. Me encantan sus dehesas (por cierto, nos las dejemos morirse, sembremos bellotas), su fauna (en particular las aves), su flora (¡nunca en mi vida había visto tantas orquídeas como aquí!). Me gusta que sea tan inmensa, y tan diversa en paisajes, como a nivel arquitectónico, del sur, muy 'andaluz', al norte, mucho más 'castellano'. Y por supuesto, me encanta su gente.

¿Suele recomendar a sus familiares y amigos que vengan a visitar Extremadura? ¿Por qué?

–Por supuesto. Solo les digo que intenten venir fuera del verano para evitar los meses más calurosos. Sé que al venir aquí les va a encantar todo lo que a mí me encantó cuando vine por primera vez.

¿Le gusta el clima extremeño?

–Extremadura, «extrema y dura». Eso es lo que me dice mi vecino para explicarme los cambios de clima tan bruscos que hay aquí, el contraste entre invierno y verano. Cada año lo llevo mejor porque me estoy acostumbrando, pero cada año me preocupo más por el cambio climático que estamos observando. Como no hagamos nada podríamos empezar a tener serios problemas de agua en los próximos años.

¿Qué destacaría de los extremeños?

–Siempre es difícil de generalizar, pero diría que son personas sencillas, cercanas, y con un don para vivir la vida con humor y alegría. Aparte, me da la sensación que la sociedad está partida en dos. Observo una dicotomía importante entre personas muy conservadoras y clásicas con otras personas más progresistas y luchadoras. Todo esto en mi opinión tiene que ver con el hecho que gran parte de la población no termina de procesar los terribles acontecimientos del siglo pasado. Haría falta una terapia colectiva a escala nacional. Otros lo llaman «proceso de memoria histórica».

¿Qué cree que necesita Extremadura para su desarrollo?

–Es una cuestión sobre la que varios profesionales hemos estado reflexionando recientemente, cada uno desde su sector de especialidad, en los 'Cuadernos Extremeños para el Debate y la Acción' (La Moderna Editora). Por la parte que me toca, que es la de la ingeniera y de la arquitectura, veo imprescindible que se implementen unas políticas de rehabilitación energética del parque edificado basadas en criterios de arquitectura bioclimática, que fomenten el uso de materiales autóctonos y de estrategias pasivas para la aclimatación de los espacios. En cuanto a la agricultura y a la ganadería, sector tan importante en la región, sería necesario fomentar la producción de alimentos asociada a su transformación in situ (conservas, panes, quesos, etc.), de tal forma que el valor añadido del producto final se quede en manos de los arboricultores. Otro sector clave es el de la artesanía y de los oficios tradicionales que se encuentran mayoritariamente en peligro de extinción. Por terminar, diría que Extremadura ganaría mucho en implementar políticas que valoren y protejan los recursos del territorio, garantizando un reparto justo de la riquezas generadas. Sería de hecho la manera más eficiente de luchar contra la despoblación.

¿Los servicios públicos son suficientes?

–Suficientes, quizás, pero eficientes, ¡no siempre! Es necesaria una reforma profunda de la Administración pública. En el sector profesional que me toca (la arquitectura), nos vemos muy frenados por la falta de reactividad de las administraciones competentes. Muchas veces los trámites para obtener una licencia de obra se hacen eternos. No hay que sorprenderse luego que ciertas personas opten por hacer las cosas de forma ilegal.

– ¿Cuáles son sus sitios favoritos de la región?

–Me gustan los parques naturales y las sierras. Los pueblos de la comarca donde vivo me encantan: Zafra, Feria, Valverde de Burguillos, etc. Me gustan Alange y la Puebla de Alcocer por sus vistas espectaculares. Y todos los sitios que me queda por conocer.

¿Qué rincones recomendaría visitar del pueblo en el que vive?

–Además de los puntos turísticos por excelencia (el Rincón de la Cruz, el Castillo, la Ermita), recomendaría pasear en los caminos que rodean el pueblo y que pasan por numerosas fuentes, pilares y huertas que son como pequeños oasis de verdor. Recomendaría también callejear por la mañana un día de mercadillo, y si se presenta la ocasión, entrar en una de estas preciosas casas antiguas.

¿Dónde viajará este verano?

–Este verano me toca trabajar en Villasbuenas de Gata, donde estamos organizando una escuela-taller de construcción bioclimática con un grupo de 20 participantes europeos.

¿A qué dedica su ocio?

A crear, cultivar, compartir, amar... y todo lo maravilloso que se puede hacer cuando vives en el mundo rural lejos de las preocupaciones de la sociedad de consumo.

¿Suele acudir a fiestas de interés turístico o a acontecimientos culturales?

–De vez en cuando, sí. Pero me interesa más lo que ocurre a nivel local en pequeñas organizaciones culturales autogestionadas como son el teatro Guirigai y La Fábrika de Toda La Vida (Los Santos de Maimona).

¿La cercanía con Portugal es un aliciente?

–Definitivamente. Me encanta Portugal y es una suerte tenerlo tan cerca. Hasta ahora solo he conocido el Alentejo y el Algarve, por lo que me queda mucho por conocer.

¿Qué es lo que más le gusta de la gastronomía extremeña?

–Qué pregunta más difícil. Me encanta el cocido de garbanzos y el bacalao dorado, y por encima de todo, las croquetas. Y desde luego aquí he comido los mejores tomates de mi vida, sin contar las frutas como las granadas, la sandía, que en mi país son frutas difíciles de encontrar. Y el salmorejo, y el jamón, y... realmente es una lista sin fin! Solo falláis en el pan pero os lo perdono.

Para terminar, defina Extremadura en tres palabras.

Salvaje, rica y alegre.

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