El poeta, novelista, crítico y de larga carrera docente Diego Doncel Manzano (Malpartida de Cáceres, 1964) será quien pronuncie la noche del 7 de septiembre, en el Teatro Romano de Mérida, el llamado discurso ciudadano en el acto más simbólico del año, cuando se hace ... entrega de las Medallas de Extremadura la víspera del día de la comunidad. En su caso, él no ha recibido este reconocimiento, criterio seguido hasta ahora para elegir al autor del discurso, pero toma el relevo de otros escritores extremeños como Javier Cercas o Luis Landero.
Publicidad
«Cuando se nos ha dado oportunidad de aprovechar cosas a los extremeños, lo hemos hecho», asegura al recordar su paso por la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres y la importancia general de la Universidad para Extremadura. «A María Guardiola». indica por otro lado, «la conozco de una conversación de pocos minutos en un acto, pero me parece importante que haya una mujer joven presidiendo la Junta».
Personal: Nacido en 1964 en Malpartida de Cáceres, donde sigue viviendo su madre, está muy vinculado también a Montánchez, de donde procedía su padre. Impartió clases en Cáceres y más tarde en Madrid.
Profesional: Galardonado con el Adonais (1990) y el Loewe (2021), principales premios de poesía, es autor de tres novelas. 'Amantes en el tiempo de la infamia' ganó el premio Café Gijón. Es crítico literario de ABC
–¿Cómo recibe el ofrecimiento?
–Pues estoy muy agradecido que se hayan acordado de mí. Lo primero que pensé es la responsabilidad en la que me metía, porque tengo que exponer mi punto de vista, pero haciendo que ese punto de vista coincida con lo que quiere el pueblo extremeño. Eso es para mí una carga que asumo con gusto, pero también con inquietud. Evidentemente, lo que me gustaría evitar es cualquier tipo de sesgo ideológico; ni siquiera quiero que mis palabras sean las de una persona que pone el acento en cuestiones culturales, aunque agradezco que la cultura esté representada en una noche tan importante.
–¿Qué va a decir, cuáles son las ideas que ya tiene en la cabeza?
–Lo primero que pensé es que tiene que ser un diálogo entre una memoria que no sé si está suficientemente reivindicada, la memoria de Extremadura, y un presente que se presenta complicado para esta región. Tan complicado como para cualquiera, pero alguien decía que determinadas regiones, de España y de Europa, viven un momento tremendamente delicado y en el caso de Extremadura vemos cómo los trenes, y esta imagen viene bien para nosotros, han dejado de pasar por esta tierra. O los vemos pasar, pero nunca se quedan. Lo que me vino a la cabeza fue eso.
Publicidad
–¿Desde Madrid, donde se afincó hace unos años, cómo nos ven a Extremadura?
–Extremadura se ve con cierta devoción, en el sentido de que la gente que la conoce está totalmente admirada por ella. Sé de personas que vienen con frecuencia para desconectar. Es una tierra que permite cambiar el ritmo de vida y la mirada, y un sitio en el que te sientes a gusto. Me hablan mucho de la Toscana española porque los ojos se te llenan de calma y de belleza. Eso, por una parte; y, por otra, también se ve que es un sitio que estando a 300 kilómetros de Madrid está, sin embargo, infinitamente lejos. Ahí tendríamos que incidir más, en que la gente cuando venga lo haga más cómodamente y que no necesite hacer un sacrificio
–El turismo sí parece que crece, lo mismo que apunta bien la llamada industria verde. Sugería antes un presente preocupante. ¿No ve signos de esperanza para que los jóvenes, por ejemplo, no tengan que irse?
Publicidad
–Salir fuera por parte de los jóvenes no es malo si quieres hacerlo, pero sin volver a los años en los que estábamos obligados a irnos, que es lo que nos ha pasado históricamente. Y, sí, desde luego veo que Extremadura, que perdió las oportunidades del siglo XX, tiene que ir ahora a una industrialización más tecnológica, más propia del siglo XXI. Ese tren es el que no podemos dejar pasar de largo. Es cierto que a veces en Extremadura creemos que solo somos nosotros los que tenemos problemas, falta de médicos, etcétera, cuando es algo que sucede en Madrid también, por decir un sitio.
–En el discurso ciudadano le han precedido Cercas o Landero, que fue muy contundente con los políticos. ¿El intelectual sigue existiendo o hay más temor a participar en el debate público?
–Yo creo que debe seguir existiendo la figura del intelectual, que no siempre se ha correspondido con la de un escritor, lo era cualquier persona con el suficiente intelecto como para poder hablar a los demás. Eso se ha difuminado porque con las redes sociales la posibilidad de hacer llegar ideas se amplía incluso hasta la caricatura. Pero yo creo que tenemos la obligación de participar de nuestro tiempo siempre. Es verdad que escritores que se han implicado han tenido consecuencias, pero eso ha ocurrido en el Romanticismo, con Quevedo, con Dante... Siempre y cuando nos respondas a los dictados de un grupo de poder, está bien dar la opinión de las cosas.
Publicidad
–En su caso se ha implicado en contra de parques eólicos en Montánchez. ¿Sigue la actualidad extremeña?
–Sí, sí, soy lector diario de periódicos extremeños, sigo teniendo mi casa en Cáceres y Madrid para mí es un barrio de Extremadura o algo parecido. Además, creo que estamos en un momento en que se pueden decidir cosas importantes sobre nuestro futuro.
–Hace poco escribía en ABC, al hilo de los hermanos Machado, que tal vez estamos haciendo una historia de fachadas y derrumbando los interiores. ¿A qué se refería?
–Yo creo que la historia está mal escrita; tengo claro que la historia literaria está mal escrita, eso lo sé porque ha sido o es mi profesión. Pero la historia, incluso en momentos tremendos de la memoria española, me da la impresión que está mal escrita porque, en el caso por ejemplo de los hermanos Machado, nos hemos quedado en unos determinados gestos que repetimos hasta la saciedad, pero no vemos la naturaleza humana, que es lo que ayuda a comprender muchas cosas. Efectivamente, hubo dos Españas, pero con muchísimos matices, y eso tiene que ver con la naturaleza humana. Por eso, Gómez de la Serna en un momento dado necesita volver, Vicente Aleixandre necesita quedarse, en fin, todo es mucho más complejo que la simplificación a la que nos han sometido.
Publicidad
–¿Cómo observa el crecimiento de la ultraderecha en Europa?
–Yo creía que había llegado un momento en que la democracia era insustituible, que nadie iba a dar un paso atrás para que no fuera el sistema de base de las sociedades occidentales. Pero ahora vemos que para algunos la democracia puede ser solo algo formal, y en el fondo esconder una dictadura. A mí, por ejemplo, me aterra absolutamente el poder de Putin y las infiltraciones de Rusia en sistemas democráticos. Que haya partidos que puedan coquetear con un régimen como el de Putin me preocupa, estamos jugando con fuego porque la democracia puede ser más frágil de lo que parece.
–La democracia de las urnas ha llevado a la ultraderecha a gobernar Italia y casi Francia.
–Sí, creo que tenemos una asignatura pendiente, que es la política del siglo XXI. Estamos viviendo de las ideas del siglo pasado, igual que vivimos todavía de la nostalgia de muchos movimientos literarios del XX. La política de este siglo aún no la hemos definido, pero de lo que no puede ir en ningún caso es de extremos.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.