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La actualidad meteorológica de lluvias históricas, ríos crecidos y embalses soltando agua tiene en Extremadura una derivada cultural: las posibles afecciones del agua ... sobre el patrimonio histórico y el plan para intentar minimizarlas, para evitar en la región imágenes como la de una parte del puente romano de Talavera de la Reina (Toledo) viniéndose abajo, que se ha hecho viral en los últimos días.
«Existe un protocolo ante posibles incidentes por meteorología adversa, y lo hemos perfeccionado sobre todo en el último año», explica Adela Rueda, directora general de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura. Ella y Carmen Barroso, jefa del servicio de Protección del Patrimonio Cultural, están en alerta cuando se activa el Inuncaex (Plan especial de protección civil ante riesgo de inundaciones para Extremadura), del que forma parte el área de patrimonio cultural de la administración autonómica.
«En situaciones como la de las últimas semanas, realizamos principalmente dos tipos de tareas –desgrana Rueda–. Una es atender los avisos de los municipios cuando algún bien de su término ha sufrido daños o creen que corre riesgo. Y el otro es vigilar nuestros bienes».
Adela Rueda
Directora General de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural
«En estas semanas, he llamado por teléfono a cada alcalde que nos ha dado algún aviso, para tranquilizarles y ayudarles en lo que pudieran necesitar», explica la directora general . «Entre los trabajos más habituales en estos casos –desgrana– está tramitar la autorización de urgencia para retirar escombros en el caso de que hayan caído y almacenarlos si es preciso, para futuras reconstrucciones o estudios analíticos de materiales. Otras veces, el permiso es para apuntalar o consolidar un bien, o en casos extremos, para desmontar estructuras que corran peligro. Además, los equipos que tenemos giran visita al lugar concreto para inspeccionar el bien en cuestión».
En estos equipos de la Consejería de Turismo, Cultura Jóvenes y Deporte hay arqueólogos, arquitectos y también antropólogos, y se moviliza a unos u otros en función de la naturaleza del bien. «Por ejemplo, es posible que se puedan producir afecciones a molinos, que en algunos casos son bienes con un interés antropológico, y es posible que esas afecciones no salgan a la luz mientras no baje el caudal de los ríos», anticipa Rueda, que explica que además de esta labor de atención a los ayuntamientos, también realizan otra de vigilancia del patrimonio propio, aquel cuyo titular es la Junta de Extremadura.
No hay puentes que sean propiedad de la administración regional, pero sí centros de interpretación o yacimientos arqueológicos, entre otros bienes con valor histórico. «Los estamos monitorizando casi a cada hora», asegura la directora general, que cita un caso concreto, el de Cancho Roano, en Zalamea de la Serena, que se inundó parcialmente, afectado por la crecida del arroyo Cigancha.
En esta misma localidad, también ha resultado dañado el Castillo de Arribalavilla, concretamente la Torre de la Higuera, que el pasado día 20 visitaron la presidenta de la Junta, María Guardiola, y Abel Bautista, consejero de Presidencia, Interior y Diálogo Social. «El de la torre de Zalamea ha sido el incidente más importante de estos días», apunta Adela Rueda, que cita también los daños en la ermita de Ahillones y en un puente en Valencia de las Torres. Sobre este último, explica que «hemos estado en contacto con el ayuntamiento, y próximamente, un informe técnico nos aportará más detalles sobre los daños», explica.
«En general, el estado del patrimonio extremeño es aceptable, y salvo excepciones, está superando la prueba que supone tanta lluvia». «Es posible que haya patologías que vayan saliendo en los próximos días», avanza la responsable del área de Patrimonio Cultural, que asegura también que en este capítulo, la Junta «trabaja de la mano con las confederaciones hidrográficas». Esta colaboración implica, por ejemplo, que los desembalses en Alcántara, el segundo mayor pantano de la comunidad autónoma y del país –el primero es de La Serena, también en la región– se hagan de forma controlada, teniendo en cuenta que unos metros abajo está el puente, con más de dos mil años de antigüedad».
«Las estructuras históricas –concluye Rueda– son muy fuertes, pero toda estructura tiene un capacidad de carga limitada, y evidentemente, con las lluvias continuadas y las crecidas de los cauces, sufren. Por esto es importante vigilar su estado, cuidarlas. Porque tienen un valor más allá del patrimonial, y es el identitario, el de generar identidad entre quienes las tienen cerca. Un puente histórico tiene valor en sí, pero además tiene un valor emocional para mucha gente de distintas generaciones».
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