![El extremeño que adapta aviones para salvar vidas](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/06/23/airbus-RaUoVYncQqJfBoVgTozEhhI-1200x840@Hoy.jpg)
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A Ángel Sánchez Franco (Cáceres, 1980) siempre le gustó cacharrerar. Su mayor entretenimiento de pequeño pasaba por desmontar objetos, ver qué había dentro de ellos y volverlos a construir. Ese inocente juego ya adelantaba que este cacereño se convertiría en lo que es hoy: un ... ingeniero de telecomunicaciones que trabaja para Airbus y está al frente de un proyecto que desarrolla ucis en aviones. Su principal objetivo es salvar vidas.
Reside en Madrid y es el responsable de política de producto de la aeronave militar C-295 y de desarrollo de negocio. El proyecto se basa en crear una unidad de cuidados intensivos móvil que permita a cualquier país contar con un servicio médico para pacientes críticos en sus fuerzas militares aéreas.
«En el mercado hay ucis móviles que se pueden introducir en aviones y helicópteros para evacuaciones médicas. Las elaboran laboratorios y farmacéuticas, pero su coste es muy elevado y puede rondar el millón de euros. Hay fuerzas áreas con pocos recursos que no pueden permitírselo y por eso estamos desarrollando una unidad accesible a cualquier país», explica Sánchez Franco.
Se trata de una UCI de bajo coste que se puede montar y estar en funcionamiento en menos de 30 minutos para acudir a una emergencia de forma rápida. Las que hay hasta ahora en el mercado pueden tardar en instalarse hasta un día entero.
«Para ello han utilizado mecanismos innovadores y materiales ligeros, pero robustos», detalla Ángel, que apunta a que ahora la nueva UCI está en fase de prototipo y ya están realizando pruebas en una central de Getafe, en Madrid.
La empezaron a desarrollar hace dos años y en ella trabajan diez especialistas. «Está diseñada para que se pueda anclar al suelo del avión y no se mueva, pensada para que los pacientes puedan ir tumbados de manera segura y permite colocar el instrumental médico, como respiradores, monitorización y goteros. Incluso se pueden llevar a cabo operaciones cuando el avión está yendo de un sitio a otro», explica Sánchez.
Para él lo más satisfactorio de este trabajo es unir la tecnología con algo tan humano como salvar vidas. «Siempre he intentado buscar proyectos con una aplicación social», comenta Ángel.
Su trayectoria lo demuestra. Los últimos tres años ha vivido en la isla de Vancouver, al oeste de Canadá, con su mujer y sus dos hijos, para poner en marcha un centro de entrenamiento de aviones de búsqueda y rescate para la fuerza aérea canadiense.
«He vivido en una base militar enseñando a los mecánicos de mantenimiento cómo se manejan los controles de la cabina o los tipos de herramientas que tienen que usar», dice Ángel, que llegó a tener a su cargo a 50 personas, además de 200 empleados trabajando para el proyecto en Montreal y otro medio centenar en España.
También trabajó en aviones que hacían transporte de ayuda humanitaria y ahora está inmerso en el proyecto del sistema de evacuación médica. «Creo firmemente que el principal objetivo de las fuerzas armadas no es atacar ni invadir países, sino proteger a sus ciudadanos y ayudar en los lugares a los que no se puede llegar por carretera», comenta Ángel, que lo ejemplifica con casos recientes.
«Lo hemos visto con la evacuación de civiles en Afganistán. Fue un orgullo ver que aquel avión en el que participé en el primer prototipo en Sevilla en 2009 es el que estuvo en kabul evacuando a personas de todas las nacionalidades».
Muchos de los aviones en los que este extremeño ha aportado su granito de arena están detrás de hazañas humanitarias. Por ejemplo, los cuatro niños que recientemente fueron rescatados en la selva colombiana, fueron trasladados primero por un helicóptero y luego por un avión C-295 que pudo evacuar a los pequeños en Bogotá.
«Hay más de 100 países que tienen este modelo de avión y lo usan diariamente. En Indonesia para trasladar y llevar provisiones de una isla a otra o en Portugal para trasladar a enfermos de las Azores al continente, o en los terremotos en Asia y Sudamérica en las que todas las infraestructuras están destruidas y esos aviones pueden aterrizar en un campo de tierra y llevar comida o medicinas», cuenta orgulloso Ángel.
Él ha estado en medio mundo por trabajo. Desde Sudáfrica a Canadá pasando por todo el continente Europeo. «Mi día a día es en inglés, aunque también habló francés porque trabajé mucho tiempo en Toulouse», comenta este ingeniero cuyo primer trabajo fue en una empresa que desarrollaba microchips.
El salto a Airbus lo dio en 2006, cuando en Sevilla se estaba construyendo la línea de ensamblaje del avión de transporte militar A400M. Desde entonces no ha parado de 'volar' alto.
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