Luna ha ocupado cargos de responsabilidad en Cruz Roja Murcia. Hoy

Un extremeño en la élite de la medicina forense

El catedrático Aurelio Luna ha estudiado los posibles envenenamientos de Pablo Neruda y de Eduardo Frei y João Goulart, expresidentes de Chile y Brasil

Domingo, 18 de febrero 2024, 07:46

No es el Aurelio Luna que una generación de cacereños conocerá bien, sino su hijo. El padre, Aurelio Luna Soto, fundó y dirigió el colegio Paideuterion, uno de los históricos de la capital provincial, y su vozarrón es recordado por muchos de los que ... estudiaron en esas aulas. Su hijo, Aurelio Luna Maldonado, también ha sido profesor, pero no en un colegio sino en las universidades de Granada, Córdoba y Murcia, en un ámbito en el que ha alcanzado prestigio internacional, el de la Medicina forense. Ha participado en investigaciones para aclarar las muertes de personajes públicos de la relevancia del poeta chileno Pablo Neruda o de João Goulart y Eduardo Frei, expresidentes de Brasil y Chile respectivamente. Catedrático emérito, ya no da clases, pero sigue inmerso en proyectos en el ámbito universitario y con Latinoamérica.

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«Estudié en el Paideuterion, claro, hasta PREU (el curso que en aquella época había que completar antes de empezar la carrera), e hice el servicio militar en Cáceres», recuerda ahora Luna, que de la ciudad extremeña se marchó a Sevilla. Inició estudios universitarios de Industriales primero y luego de Arquitectura, antes de decantarse por la disciplina a la que finalmente ha dedicado su vida: la Medicina.

El forense cacereño, durante una conferencia. Hoy

«Hice los tres primeros cursos en Sevilla –rememora–, y después me fui a Granada porque mis hermanos querían estudiar Farmacia, que no se impartía en Sevilla y sí en Granada». Allí terminó la carrera y cursó también las especialidades de Medicina Legal y del Trabajo.

«En 1979 –evoca el doctor extremeño– me saqué la oposición a forense, pero seguí vinculado a la universidad de Granada hasta que en 1984 salió la cátedra de Medicina Legal y me fui como catedrático». Allí permaneció durante dos años hasta que se marchó a Murcia. «Me fui porque me ofrecían mejores condiciones para desarrollar la labor investigadora, con más plazas para formar el equipo», explica el galeno, que también obtuvo la cátedra en Valencia, aunque no llegó a tomar posesión de ella.

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Establecido en Murcia

Prefirió continuar en Murcia, donde sigue. Aunque ya no está en la primera línea como todos estos años, siguen requiriéndole para trabajos en distintos lugares, gracias entre otros factores a la experiencia acumulada, que incluye una etapa en la que coincidió con Guillermo Fernández Vara, expresidente de la Junta y que como es sabido, también es médico forense.

Luna es uno de los pocos expertos que hay en el mundo en tanatoquimia, que en grandes líneas es el estudio de los marcadores bioquímicos que pueden ayudar a explicar un fallecimiento, o el análisis de la evolución bioquímica de un cadáver.

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Su padre, que se llamaba igual que él, fundó el colegio Paideuterion, uno de los históricos de Cáceres

«La naturaleza escribe en el organismo humano con letras gordas, por ejemplo con fracturas o heridas, pero también hay líneas finas que se pueden interpretar, modificaciones bioquímicas que preceden a las alteraciones estructurales», resume el forense, a quien estos conocimientos en tanatoquimia han ayudado a participar en investigaciones de trascendencia internacional.

Entre ellas, la de la muerte de Pablo Neruda, el escrito chileno fallecido en el año 1973, solo doce días después del golpe de Estado con el que el militar Augusto Pinochet desalojó del poder por la fuerza a Salvador Allende. La versión oficial de la dictadura en ese momento fue que el cáncer mató al poeta, que formaba parte del Comité Central del Partido Comunista chileno. Sin embargo, cuatro décadas después del óbito, Manuel Araya, chófer del Premio Nobel de Literatura de 1971, desmintió repetidamente esa tesis y aseguró que había sido asesinado por el régimen. Esta denuncia dio pie al inicio de un proceso que implicó la exhumación de los restos del escritor para su estudio.

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Dimensión internacional

De ello se han encargado varios paneles de expertos internacionales, y en uno de ellos representó a España el catedrático nacido en Cáceres.

«La última jueza que se ha ocupado del caso lo ha dado por cerrado sin que haya una conclusión clara sobre cuáles fueron las causas de la muerte», explica Luna, que también participó en otro caso para la historia chilena: la muerte de Eduardo Frei, que presidió el país entre 1964 y 1970. Murió en 1982, de nuevo entre sospechas de envenenamiento por encargo de Pinochet. Luna elaboró un informe sobre el caso, como hizo también con otro magnicidio, el de João Goulart, presidente de Brasil entre los años 1961 y 1964.

En el huerto, una de sus mayores aficiones. Hoy

Fue derrocado por un golpe militar –el que dio pie a la dictadura de João Baptista Figueiredo–, se exilió en Uruguay y murió en Argentina en 1976, oficialmente por un ataque cardíaco. Fue enterrado sin honores. La familia siempre denunció que no había fallecido por causas naturales sino por un envenenamiento, y en el año 2013, sus restos fueron exhumados y analizados por un equipo de expertos entre los que de nuevo, estaba Aurelio Luna, que también fue requerido para el caso de Asunta Basterra, la niña asesinada en el año 2012 en Galicia. Sus padres fueron condenados a 18 años de cárcel. El forense extremeño elaboró junto a un colega de la Universidad de Cádiz un informe a solicitud del abogado de Rosario Porto, la madre de la menor.

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Asunta, Frei, Goulart, Neruda... Son nombres en el currículum profesional del médico extremeños, que es apabullante. Catedrático universitario, ha dirigido 132 tesis, firmado 350 artículos en revistas científicas y participado en 110 capítulos de libros. Es miembro del Comité de Bioética de España, de la Real Academia de Medicina y Cirugía de la Región de Murcia y de varias academias en Iberoamérica. Ha dirigido el máster de Bioética y Derecho Médico de la Universidad de Murcia y formado parte de la Comisión Central de Deontología del Consejo General de Colegios Médicos y también de la Comisión Clínica del Plan Nacional sobre drogas.

Ahora, Aurelio Luna, el hijo de aquel director del Paideuterion, le dedica más tiempo que nunca a sus nietos y a su huerto. Y si nada cambia sus planes, en unas semanas viajará de nuevo a Cáceres, donde según dice, conserva buenos amigos.

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