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Los primeros restos de las personas represaliadas por el franquismo que murieron en Orduña (Vizcaya) a los que se les pone nombre gracias a una prueba de ADN son de un extremeño de Fuente del Maestre. El Instituto de la Memoria, la Convivencia y los ... Derechos Humanos Gogora ha logrado identificar a la primera de los 71 personas exhumadas en el cementerio vasco. Se trata de Fructuoso Llorens Tolesano. Un agricultor, casado y padre de cuatro hijas, al que sacaron de casa durante la Guerra Civil y su familia nunca más supo de él. Era natural de la localidad fontanesa (6.669 vecinos en la actualidad, comarca Zafra-Río Bodión).
Juana, la segunda de sus cuatro hijas, de 94 años (tenía 10 años cuando se llevaron a su padre), donó su muestra genética el pasado mes de febrero. Esto ha posibilitado la identificación de Fructuoso después de 84 años. Murió en la prisión de Orduña el 6 de abril de 1941, a los 55 años.
Gogora y el Gobierno vasco informan que ya se han puesto en contacto con la familia, a la que próximamente se le hará entrega de los restos en su localidad natal.
2.035 presos extremeños que fueron deportados a más de 750 kilómetros desde Extremadura en las postrimerías de la Guerra Civil y la posguerra. Sus descendientes confían en poder recuperar los restos de padres y abuelos a través de una prueba de ADN, como ha sucedido en el caso del fontanés Fructuoso Llorens.
En enero pasado, HOY contó como una delegación de Gogora y del Gobierno vasco, encabezado por la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, estuvo en Castuera para buscar a familiares de presos fallecidos en la localidad vizcaína con su programa de «Búsqueda de desaparecidos de la Guerra Civil».
De los 225 prisioneros fallecidos en Orduña entre 1937 y 1941, hasta 127 eran extremeños y habían sido trasladados desde el campo de concentración de Castuera. Además, 41 eran de Castilla-La Mancha, 22 de Málaga, 7 de Tarragona y 28 de otras provincias.
El programa de búsqueda de desaparecidos de la Guerra Civil se puso en marcha en 2003 por parte del Gobierno del País Vasco a través del convenio con la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Gracias al mismo se han realizado dos campañas de excavaciones desarrolladas en el cementerio de Orduña en junio del año 2014 y el pasado diciembre. En ellas se descubrió restos de personas que procedían de Extremadura pero a las que falta identificar.
De forma paralela, se ha realizado una labor investigadora que ha permitido reconstruir qué ocurrió en esa localidad vizcaína, a cuya prisión llegaron entre 1937 y 1941 al menos 1.940 personas procedentes de la prisión de Castuera.
En Orduña, explicó Gogora antes de llegar a Extremadura a inicios de año, «en el colegio de los padres jesuitas, se estableció un campo de concentración de prisioneros de guerra y posteriormente, en octubre de 1939, una prisión central donde fallecieron al menos 255 personas, 24 de ellas en el campo de concentración». Algunos de los cautivos fueron utilizados como trabajadores forzosos para realizar tareas de construcción en la zona.
El campo de concentración de Orduña comenzó a funcionar en julio de 1937, «cuando el bando sublevado pone en marcha una red de campos para concentrar de forma masiva a los combatientes republicanos apresados, y los utiliza para clasificarlos dependiendo de su grado de responsabilidad en favor de la República».
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